Resumen
Poco antes de que el valle de Itria y el Salento comiencen a dibujar los territorios del «tacón» de Italia, aparece Monopoli. Sobre la llanura llamada «marina», debe a su posición estratégica en el Adriático la histórica sucesión de culturas y pueblos. Al ser un centro comercial y un puente entre Occidente y Oriente, a lo largo de los siglos ha visto el paso de cretenses, bizantinos, normandos, españoles y venecianos y logró competir con las repúblicas marítimas. Despierta cierto asombro el puerto, que se adentra en el centro histórico y a cuyos muelles dan, desde la Edad Media, los edificios. Sin embargo, la apertura al mar sometía a Monopoli a incursiones para las que se requerían obras defensivas: la más evidente es el enorme castillo ubicado en el promontorio de punta Penna. En el siglo XVIII, la riqueza obtenida del comercio permitió reconstruir numerosas iglesias preexistentes, como sucedió también con la catedral, de origen medieval, pero transformada en uno de los mejores ejemplos del Barroco en las tierras de Bari. La costa, baja y recortada, está salpicada de calas escondidas y amplias extensiones de arena. En los alrededores encontrarás un paisaje agrícola salpicado de antiguas masías y de cultivos de olivos, almendros, frutas y hortalizas.
