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Desde los lugares más concurridos de los Alpes hasta los sorprendentes Apeninos, tanto si eliges una ciudad como un pequeño pueblo de piedra y madera, descubrirás la esencia del significado de la vida más auténtica. Tradiciones, naturaleza, conexión con la tierra y, además, deporte, aire puro, cultura y buena comida: las montañas de Italia son sorprendentes, ven a conocer sus maravillas.

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Merano

Merano

Merano, el art nouveau y el diseño contemporáneo Tras los pasos de Sissi Pero deja que la querida emperatriz te guíe por el camino temático más famoso de Merano, que lleva su nombre. El sendero de Sissi, de tres kilómetros de longitud, conecta el centro de la ciudad con el prestigioso castillo de Trauttmansdorff a través de lugares y miradores destacados. Partiendo de la Kurhaus, obra maestra del Art Nouveau y símbolo de la ciudad, la ruta conduce por el tramo sombreado del Parque Elisabeth y por el puente romano sobre el Passirio, el más antiguo de la ciudad, hasta el Hotel Bavaria, otra joya del Art Nouveau, y el Castillo de Rottenstein, donde Sissi fue huésped de su cuñado, el archiduque Karl Ludwig. Después está el castillo de Pienzenau, una joya escondida dentro de un parque de cedros y pinos centenarios, y finalmente al castillo de Trauttmansdorff, residencia oficial de la emperatriz durante sus curas en Merano, en el que ocupó toda la última planta del castillo. Ciudad jardín Con su extraordinaria variedad de flores y plantas, el jardín del castillo de Trauttmansdorff simboliza el alma verde de Merano, que se ha ganado el apodo de "ciudad jardín" por sus grandes parques y sus hermosos paseos floridos, fruto de una feliz interacción entre los climas alpino y mediterráneo. De hecho, aquí habitan especies botánicas de todo el mundo, procedentes de 80 ecosistemas diferentes. Merano 2000, el paraíso del deportista en el techo de la ciudad Desde Merano, basta un viaje en teleférico para llegar a Merano 2000, en Avelengo, la terraza solar de la ciudad, una meseta panorámica con una gran zona de esquí y senderismo; en verano, constituye la base para itinerarios de senderismo y bicicleta de montaña, y en invierno está atravesada por 40 kilómetros de pistas de esquí alpino, la mayoría de ellas cubiertas de nieve artificial, un parque de nieve, dos pistas de trineo, una de ellas de un kilómetro, y dos pistas para esquiadores de fondo. Para los esquiadores experimentados, también recomendamos el área de esquí glaciar de Val Senales, con pistas que comienzan a más de 3.000 metros, en su mayoría son negras. Excursión al glaciar Ötzi Y es precisamente desde Maso Corto, el último pueblo del Valle de Schnals, desde donde parte la excursión guiada por el Glaciar de Ötzi, que lleva al lugar donde se encontró la momia de Similaun, el llamado "Hombre de Hielo", que descansó durante más de 5.000 años en el glaciar del Valle de Schnals. Se trata de una excursión a pie o con esquís hasta el Giogo di Tisa, a 3.210 metros de altitud, punto final de una travesía exigente pero emocionante, que incluye una cordada y algunos pasos de roca asegurados con sirgas metálicas, recomendada tanto para los amantes de la montaña como para los de la Historia y la arqueología. Precaución: deberás gozar de un buen estado físico, resistencia, experiencia y contar con el equipo adecuado. Como siempre, antes de una excursión, infórmate en la zona sobre el estado de la ruta que quieres emprender.
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Castello di Ussel

Castello di Ussel

El castillo de Ussel: el espectáculo de una fortaleza inexpugnable A medida que avanzas por el empinado camino, te acercas a la solemne visión del castillo de Ussel. Y ¡madre mía! Ningún muro defensivo la protege, porque la mansión ya tiene en sí misma el carácter absoluto de fortaleza inexpugnable. El paralelepípedo de piedra, de líneas austeras, se alza sobre un promontorio rocoso y su severa silueta vigila las ciudades de Châtillon y Saint-Vincent hasta el fondo del valle atravesado por el Dora Baltea. Un gran espectáculo. En la roca con un panorama vertiginoso El último tramo de unos cincuenta metros hacia el castillo de Ussel desde la meseta inferior solo es transitable a pie: una aproximación lenta desde el lado del acceso, mientras que al otro lado se abre un vertiginoso precipicio. El palacete es un hito en la historia de la arquitectura militar del Valle de Aosta. De hecho, fue el primer fuerte construido desde cero como un cuerpo único y compacto por Ebalo II de Challant hacia 1343. Hoy es un testimonio perfectamente conservado de la última fase estilística del castillo medieval. A lo largo de los siglos, cambió varias veces de mano: de la familia feudal de Challant a la de los Saboya, e incluso se convirtió en una prisión tras la muerte del último señor en 1470, para ser abandonada por completo cien años después. En el interior, podrás ver las huellas de los suelos y las chimeneas monumentales, y uno de los atractivos son las ornamentadas ventanas con parteluz, que crean el marco perfecto para las fotografías: el paisaje enmarcado por los arcos. No te pierdas lo que en su día fue el camino de ronda, un sendero flanqueado por almenas al que recientemente se ha podido acceder. Desde allí arriba, la vista de 360° de la llanura de Châtillon conseguirá impresionarte. El barón y el bolígrafo Bic Es una historia más reciente, pero no menos fascinante, la del castillo de Ussel adquirido en 1984 por el barón Marcel Bich, cuya familia era originaria de Châtillon. El noble era un brillante empresario; fue él quien compró la patente de los bolígrafos del inventor, László József Bíró, y luego la comercializó en todo el mundo con el nombre de BIC. Y continuó su afortunado ascenso con el éxito mundial de las maquinillas de afeitar desechables y los encendedores, también firmados BIC. Tras adquirir la fortaleza, el barón la donó a la región del Valle de Aosta, con la condición de que las instituciones se comprometieran a restaurar y abrir el castillo de Ussel al público. Esto ocurrió puntualmente en 1998 con una gran inauguración. Desde entonces, el fuerte se ha convertido en un espacio para exposiciones temporales, la primera de las cuales se dedicó, naturalmente, al donante y sus BIC. Cabalgando alrededor de la mansión Estás preparado para una experiencia inusual? El castillo de Ussel y sus alrededores se pueden visitar montando magníficos caballos. Se trata de un recorrido de 2 horas y media, en grupo y con un guía ecuestre, apto para todo el mundo y con la única restricción de la edad: los menores de 14 años tendrán que esperar un poco más. El paseo a caballo es una forma lenta y sostenible de explorar el territorio. Olvídate del coche y ponte a prueba incluso en breves pasajes de trote. El fuerte se alza ante ti con toda su magnificencia, con la piedra casi amenazante, los dos torreones, la roca viva en la que se encuentra literalmente anclado. El resto es paisaje, ya que atraviesa una hermosa parte del Valle de Aosta, el cercano Saint-Vincent y los bosques circundantes; se atraviesan antiguos caminos de herradura y se encuentran diminutos pueblos de montaña donde sobreviven antiguos hornos.
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Castello di Verrès

Castello di Verrès

El castillo de Verrès, hogar de un líder noble Un imponente monolito en posición dominante, sobre una roca que observa el antiguo pueblo y el valle. Se trata del castillo de Verrès, una majestuosa mansión monobloque construida a finales del siglo XIV a instancias de la familia Challant, una de las más prestigiosas de todo el Valle de Aosta. A su alrededor, el paisaje pintoresco y la naturaleza virgen del bajo Valle de Aosta bañado por el Dora Baltea. El camino de herradura que lleva a la casa solariega Nada más llegar, sentirás estar viajando a una dimensión de antaño. Porque hay que subir por un empinado camino de herradura para llegar al castillo de Verrès, encaramado en un espolón rocoso que domina el arroyo Évançon: un paseo de diez minutos para olvidarse de la civilización y sumergirte en otro mundo. Incluso desde el pueblo de Verrès el recorrido dura 20 minutos a pie, una alternativa recomendable al coche, para un contacto intenso con el paisaje. Al otro lado del río Dora Baltea se encuentra otro famoso castillo del Valle de Aosta, el de Issogne, con una estructura muy diferente, en un interesante contraste arquitectónico. Un castillo revolucionario El noble Ibleto di Challant, que partió de un complejo preexistente y dio al señorío el aspecto que tiene hoy, eligió una vía innovadora respecto a los demás castillos de la región, caracterizados por varios edificios encerrados en una muralla defensiva. En cambio, aquí nos encontramos con un único bloque compacto, que enfatiza la función militar y atrae por su presencia. El estilo refinado del interior Los interiores son menos austeros y se puede admirar la gran escalera del patio que une las tres plantas, el trabajo ornamental de las ventanas, puertas y chimeneas, y los detalles de piedra blanca y verde creados por los hábiles artesanos de la época. No te pierdas la sala de armas y el comedor, donde puedes ver el detalle de la pasarela a la cocina principal. En mayo, la Edad Media vuelve aquí El castillo de Verrès acoge el carnaval histórico, una recreación de las gestas épicas de la condesa Catalina de Challant, en una mezcla de acontecimientos históricos y leyendas fascinantes. Entre mayo y junio de cada año, puedes disfrutar de desfiles de trajes medievales, torneos de caballeros y bailes; también se organiza un suntuoso banquete en el castillo. Paseando por el centro Vuelve desde el castillo al pueblo de Verrès, una pequeña joya de piedra cuyos orígenes se remontan a la época romana. Pasea por calles estrechas y escaleras, llega a la pequeña plaza René de Challand y recorre la calle empedrada hasta la Colegiata y la iglesia parroquial de Saint-Gilles. Los aficionados a la escalada podéis hacer una parada en el rocódromo de Chopine, muy cerca del pueblo, con diversas paredes aptas para todos, incluidos los niños. Una inmersión en la naturaleza En Verrès comienza el sendero del Arboreto y sube hacia la entrada del Val d'Ayas. Esta sencilla excursión por la naturaleza también te ofrece una vista del castillo de Verrès desde lejos, para que puedas captar su posición estratégica y panorámica en la llanura. La ruta también se llama Borna di Laou en patois, es decir, guarida del lobo, porque la leyenda cuenta que en el siglo XIX los animales habrían construido aquí su guarida. Hoy no te toparás con ninguna bestia feroz, solo con una hermosa y variada vegetación que podrás descifrar gracias a la señalización didáctica. El cornejo y el espino entre las especies autóctonas, luego el fresno, el castaño y el tilo y algunas rarezas considerando la zona: el níspero y el laurel. Pedaleando a lo largo de Dora Baltea Verrès constituye una etapa de la vía Francígena, una larga ruta ciclista. Aquí pedalearás entre continuas subidas y bajadas, principalmente por la orilla izquierda del río Dorea Baltea, incluso por cortos caminos de herradura, en una ruta que toca algunos de los más bellos castillos del Valle de Aosta, entre ellos la Fortaleza de Bard, así como lugares pintorescos con picos que perfilan el horizonte montañoso.
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Tarvisio

Tarvisio

Frontera entre Italia, Austria y Eslovenia Rodeado de un bosque milenario, Tarvisio es un histórico pueblo de montaña en Val Canale, Friul-Venecia Julia. Su ubicación en una zona fronteriza entre Italia, Austria y Eslovenia la ha convertido a lo largo de los siglos en una encrucijada histórica de lenguas y culturas. En el centro histórico, debes visitar la catedral de los Santos Pedro y Pablo, del siglo XIV, y la iglesia de la Santísima Virgen de Loreto, del siglo XVIII, situada en Tarvisio Bassa. Para una excursión fácil pero emocionante con la familia, a un paso del pueblo, te recomendamos el desfiladero de Slizza, un sendero de unos 2 kilómetros a lo largo del arroyo del mismo nombre con pasarelas, puentes de madera y túneles. Entre los Alpes Julianos y Cárnicos hay parajes naturales con maravillosas características paisajísticas, como el lago del Predil y los lagos de Fusine. En Bagni di Lusnizza, te recomendamos una visita al manantial de azufre procedente del Río del Solfo y al museo La Foresta, donde es fácil cruzarse con ciervos, rebecos, corzos e íbices: ideal para los niños. Famosa por el esquí invernal es la aldea de Camporosso, equipada con varios remontes. A media hora en coche se encuentra el pequeño pueblo de Monte Santo di Lussari, famoso por su antiguo santuario que data de 1360. El lugar de culto ha sido reconstruido varias veces a lo largo de los siglos y devuelto a su esplendor original, con la última restauración en el año 2000.
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