Umbría: la Vía de Francisco
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La Vía de Francisco es un camino tras las huellas del Santo de Asís por itinerarios de unos 450 kilómetros que serpentean entre las regiones de Toscana, Umbría y Lacio. Partiendo desde Florencia, La Verna o Rímini (Vía del Norte) o desde Roma (Vía del Sur), la Vía de Francisco conecta los lugares que dan testimonio de la vida y la predicación del Santo hasta llegar a Asís, su ciudad natal.
Siguiendo las etapas de la Vía de Francisco, caminamos rodeados de la tranquilidad de parques naturales intactos, descansamos las piernas y la mente en remotas ermitas a las que solo se puede llegar a pie, participamos en la animada vida callejera de pequeños pueblos, nos sentamos en uno en los bancos de las aldeas a escuchar historias y leyendas transmitidas de boca en boca y nos detenemos a respirar la cultura y la belleza de las ciudades rebosantes de arte. Camina el cuerpo, camina la mente, camina el espíritu: la Vía de Francisco es un viaje a través de la soledad y la compañía improvisada, el silencio y las voces de las personas que uno encuentra, el cansancio y el merecido reposo, dando cada paso bajo el signo de esa sencillez franciscana que nos acerca a la vida, a la naturaleza y a uno mismo.
Descubriendo Umbría tras las huellas de San Francisco
Umbría es el corazón verde de Italia, pero también su corazón místico. Símbolo de ello es Asís, ciudad natal de San Francisco, destino de fieles de todo el mundo y meta de la Vía de Francisco.
El tramo umbro de la Vía de Francisco es especialmente rico en encanto espiritual y paisajístico, y está dividido en dos rutas, al norte y al sur, por un total de 18 etapas. La primera parada umbra de la Vía del Norte es Citerna, un pintoresco pueblo de la provincia de Perugia, en la frontera con la Toscana, mientras que si se recorre la Vía desde Roma, la primera localidad umbra con la que nos encontramos, pasada la frontera con el Lacio, es el Lago de Piediluco, una espléndida esmeralda enclavada entre onduladas colinas.
La Vía del Norte: un viaje a través de la naturaleza y la historia
La Vía del Norte parte desde Citerna, un pequeño pueblo fortificado que conserva un rico patrimonio de obras de arte. Fascinados por la misteriosa historia del descubrimiento de la Virgen de Donatello, escuchamos el relato de los lugareños.
Desde Citerna, la ruta continúa por los paisajes suaves y llanos del Alto Valle del Tíber. En este tramo del camino se encuentra la Ermita del Buen Descanso, donde Francisco se detenía cuando acudía a La Verna. Continuando, llegamos hasta Città di Castello, con su catedral, la pinacoteca municipal, con su inconfundible campanario cilíndrico, y el Museo Diocesano, que alberga el tesoro de Canoscio. Continuando hacia Pietralunga, el camino nos ofrece unas encantadoras vistas de la Valtiberina. A lo lejos se divisa una torre medieval: es Pieve de' Saddi, uno de los lugares más emblemáticos de la Vía.
La Vía de Francisco conduce después hasta Gubbio, espléndida ciudad medieval encaramada en la ladera del Monte Ingino y vinculada con un doble nudo a la figura del Santo. Es aquí donde fue acogido y vestido con una túnica después de haberse despojado de sus posesiones en la plaza de Asís, y también donde, según la tradición, amansó al lobo. Gubbio también es conocida como la «ciudad de los locos»: no podemos abandonarla sin haber dado tres vueltas a la fuente de la Plaza del Bergello y recibir el título de «loco honorario».
Desde Gubbio, la Vía del Norte continúa hacia Valfabbrica a través de las colinas y el valle del río Chiascio, un largo tramo completamente inmerso en la naturaleza virgen que evoca los versos del Cántico de las Criaturas.
Desde Valfabbrica podemos desviarnos de la ruta principal de la Vía de Francisco y tomar una variante para visitar Perugia, donde el joven Francisco estuvo encarcelado durante un año y mostró los primeros signos de su cambio existencial. La capital de Umbría es el espléndido resultado de estratificaciones históricas fusionadas entre sí sin que la una cancelase a la otra, desde sus orígenes etruscos hasta la modernidad, pasando por la época medieval, que es la que más ha marcado a la ciudad.
Desde Perugia -si hemos elegido la variante- o desde Valfabbrica, nos encaminamos finalmente hacia Asís, meta física y espiritual de la Vía, lugar de peregrinación mundial, encrucijada de fe y de historia. Imbuida de una atmósfera mística y apacible, la ciudad de Francisco es un destino en el que merece la pena tomarse un tiempo para visitar las siete iglesias de la ciudad y sus alrededores, la carretera Mattonata y la basílica y la tumba de San Francisco, pero también para detenerse en el recogimiento y comprender el significado del viaje que se acaba de realizar.
La Vía del Sur: un itinerario por pueblos y paisajes encantadores
Laudato si', mi Signore, per sor'Acqua. la quale è multo utile et humile et pretiosa et casta.
El tramo umbro de la Vía del Sur comienza en pos del tercer elemento de la naturaleza: las frescas y plácidas aguas del Lago de Piediluco y las impetuosas y poderosas aguas de la Cascada de Marmore. El camino conduce después a los pueblos de la Valnerina, pequeñas joyas medievales ricas en historia, tradiciones y buena gastronomía. El primero con el que nos encontramos es Arrone, un castillo feudal fundado en el siglo XI, y, a continuación, Ferentillo, con sus dos castillos, Precetto y Matterella, y más tarde Ceselli, encaramado en lo alto de una colina.
Continuando, abandonamos la naturaleza salvaje y umbría del Valle del Nera y pasamos por el amplio y soleado Valle de Spoleto hasta el bosque sagrado de Monteluco, donde se alza la ermita franciscana. Spoleto es una etapa fundamental en el Camino y en la vida de Francisco, porque fue aquí donde el Santo tuvo el sueño revelador que le cambió para siempre.
A Trevi, famosa por su excelente aceite de oliva y la belleza del pueblo alabado por Leopardi, se llega a través de olivares protegidos por muros de piedra seca. A lo largo de la ruta, se puede admirar el castillo de Campello Alto, en cuyo exterior se alza el Convento de los Santos Juan Bautista y Pedro.
La Vía del Sur continúa hasta Foligno, ciudad rica en palacios nobiliarios y lugar donde Francisco vendió las telas de su padre para obtener el dinero necesario para restaurar la pequeña iglesia de San Damián. Continuando, cruzamos el espléndido y señorial pueblo de Spello, última localidad antes de llegar a Asís. Llegando desde el sur, entramos por la Puerta Nueva, y la primera visión que tenemos de la ciudad natal del Santo es la imponente y maravillosa Basílica de Santa Clara.
La Vía del Sur también ofrece la oportunidad de elegir rutas alternativas, con la variante que desde Rieti, en el Lacio, conduce a Terni, la ciudad de San Valentín y de los enamorados, pasando por Stroncone, un antiguo castillo en la ladera de una colina que se ha conservado intacto y está lleno de encanto. Desde aquí, la variante conduce hasta Arrone, donde retoma la ruta principal de la Vía del Sur.
Hospitalidad franciscana: acogida de peregrinos en la Vía de Francisco en Umbría
La Vía de Francisco en Umbría es algo más que un camino: es un viaje a través del tiempo y de los lugares que inspiraron al santo y que siguen transmitiendo un profundo sentimiento de paz y recogimiento a quienes los recorren. Cada etapa es también una oportunidad para sumergirse en la cultura local, degustar platos y productos típicos y conocer a la población y a otros peregrinos, tanto a lo largo del camino como en los alojamientos dedicados a acoger a los viajeros. La acogida es un elemento fundamental de la experiencia del peregrino. A lo largo de la Vía de Francisco, en Umbría, numerosos alojamientos, como conventos, monasterios, albergues y casas rurales, ofrecen hospitalidad, refrigerio y servicios dedicados a los peregrinos. La hospitalidad franciscana se ofrece bajo el signo de la sencillez, la frugalidad y una acogida cálida y familiar. No son meros puntos de parada, sino lugares de encuentro y convivencia con otros peregrinos y con la comunidad local.
La cocina umbra: un viaje a través de los sabores
Al final de un día de caminata, nada mejor que sentarse a la mesa para recobrar fuerzas con comida genuina y productos locales. Umbría tiene una tradición culinaria especialmente vinculada a la antigua cultura campesina y al arte de la charcutería. Entre los productos más famosos figuran la trufa negra de Nursia, la porchetta, los embutidos y los quesos. Merece la pena degustar las denominaciones Slow Food de los territorios umbros atravesados por la Vía de Francisco, como la judía de Trasimeno, el apio negro de Trevi, el Mazzafegato y el Vinosanto de uva ahumada del Alto Valle del Tíber, el requesón salado y el trigo sarraceno de la Valnerina. Entre las preparaciones más típicas y tradicionales de Umbría destacan la «torta al testo» o «crescia», las pastas frescas como los «strangozzi» o las «ciriole», los platos a base de jabalí, el «friccò» y la «coratella all'eugubina», el «arvortolo» y el «torello alla perugina», la pintada «alla leccarda» y el «tegamaccio del Trasimeno». Entre los dulces destacan la «rocciata» de Asís, la «ciaramicola» de Perugia, la «crescionda» de Spoleto y el «panpepato» de Terni. Cada etapa umbra de la Vía de Francisco es una oportunidad para descubrir los sabores y las excelencias del territorio, acompañados de una buena copa de vino Sagrantino, Orvieto Classico o Grechetto.