Resumen
El encanto de Egipto en el corazón de Roma
Aunque menos famosa que el Foro Imperial o el Coliseo, la pirámide Cestia sigue siendo uno de los monumentos más fascinantes de la capital. Hasta la fecha, es el único ejemplo conservado de una auténtica moda constructiva que se impuso en la Roma del siglo I a. C., tras la conquista de Egipto. Las otras tres pirámides de la misma época, dos en la actual plaza del Popolo y una a lo largo de la Via della Conciliazione, fueron destruidas.
Fue construida por el tribuno de la plebe Cayo Cestio, que eligió la pirámide como su propia tumba. Inicialmente, el monumento estaba situado a lo largo de la Via Ostiense, pero el emperador Aureliano lo trasladó para incorporarlo a las nuevas murallas de la ciudad.
Incluso hoy en día, no se puede permanecer indiferente ante la mole de la pirámide Cestia, con sus más de 36 metros de altura y una base cuadrada de casi 30 metros de lado.
Todo el monumento está cubierto con relucientes losas de mármol de Carrara y estaba rodeado por un recinto de toba con cuatro columnas, aún parcialmente visibles. Pero es en el interior de la tumba donde se conservan los tesoros más preciados. Las paredes de la cámara funeraria, pintadas de blanco, están ricamente pintadas al fresco en estilo pompeyano con figuras femeninas de victorias aladas y ninfas.
