Los murales de Orgosolo
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La localidad de la zona de la Barbagia acoge en sus calles más de 150 pinturas murales que cada año atraen a miles de turistas italianos y extranjeros.
El primer mural de Orgosolo fue firmado en 1969 por Dionisio, nombre colectivo de un grupo de anárquicos. Pocos años después, para rendir homenaje la resistencia y la liberación de Italia del fascismo, un profesor de Siena y sus alumnos de la escuela media realizaron otros a los que se añadió sucesivamente la contribución de distintos artistas y grupos locales. A pesar de que Orgosolo se mantiene como centro principal de la tradición de los murales, otras localidades como San Sperate, Villamar y Serramanna han cultivado a lo largo de los años este fenómeno artístico y social que hoy sigue desarrollando temas globales e internacionales. Decenas de pinturas murales embellecen numerosos pueblos de la zona interior de Cerdeña y cuentan con un lenguaje propio las costumbres y la cultura de la gente que los habita.
La tradición mural de Cerdeña se remonta a Pinuccio Sciola y a un grupo de arquitectos milaneses, como el maestro Francesco Del Casino, durante los años de las protestas juveniles. De muchos de los murales de este período no se conocen los autores. La pasión política y social de los años 60 y 70 ha dado origen a murales colectivos con figuras dramáticas que cuentan la vida de los pastores, la miseria y la lucha por la tierra, los murales políticos de los años 70 y 80 que cuentan las transformaciones de la sociedad italiana han dejado progresivamente lugar a “cuadros” decorativos dirigidos a ilustrar la vida pastoril y de los pueblos de la isla.
Las técnicas son muy simples. Los muralistas sardos usan pinturas al agua, usadas para pintar las paredes del interior de las casas, que son muy poco resistentes, tal vez se trata de una elección estética en base a la cual las obras serán repasadas sólo si la comunidad lo decide, en caso contrario se dejarán desaparecer dejando sólo el recuerdo en la memoria. Los estilos son muy distintos entre sí y pasan del impresionismo al hiperrealismo o de la pintura naïf al realismo.
En Carbonia, Iglesias, Ozieri y San Teodoro, las casas que dan a las calles principales se han convertido con el tiempo en los “lienzos” de una experimentación artística que, más allá de las intenciones de los autores, se vincula a las tradiciones de los grafitis de Lescaux y Pompeya, a la pintura revolucionaria de Diego Rivera y José Clemente Orozco en Méjico, así como a temas relacionados con la estética del Street art contemporáneo, de Lex&Sten en Italia a Shepard Fairey en América y Banksy en Gran Bretaña.
Los murales sardos son una nueva forma de decoración urbana si bien en la mayor parte de los casos se mantiene el mensaje de arte colectivo y popular sujeto cada día al juicio de quien la ve.