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Destino turístico
Apulia, valle de Itria

El valle de Itria: los lugares que no debes perderte en la tierra de los trulli

Tipología
car route
Duración
4 días
Número de etapas
5
Dificultad
Fácil

Entre las muchas postales para coleccionar que la extensa Apulia nos ofrece, una es sin duda la del valle de Itria, el «trulloshire» con pueblos pintorescos, tradiciones populares y bellezas naturales. Estamos en una franja de tierra en el corazón de Apulia, que se proyecta hacia el mar a una distancia de unos veinte minutos, a caballo entre Bari y las provincias de Brindisi y Tarento, esta comienza donde acaba el Murge y termina donde empieza el Salento. El territorio es una depresión cárstica, salpicada de pueblos característicos como Locorotondo, Cisternino y Martina Franca. Pero lo que hace que el valle de Itria sea único en el mundo es el propio icono de la región: los trulli que hay por todas partes, no solo en Alberobello, el pueblo que sin duda les debe su fama. Aquí, las curiosas casitas de piedra en forma de cono invertido surgen como si estuviéramos en un paisaje de cuento de hadas con gnomos y duendes que se esconden entre granjas y olivares que se extienden hasta donde alcanza la vista. Un itinerario entre los destinos imprescindibles del valle de Itria comienza en Martina Franca, un exuberante pueblo con arquitectura barroca y con festivales de verano, para luego parar en Locorotondo con su «paseo marítimo» en la cima de una colina, pasar por el icónico Alberobello, el pueblo trulli, las cuevas de Castellana con sus barrancos de rocas brillantes y, por último, Cisternino, donde se puede degustar una suculenta carne a la brasa en uno de los muchos «fornelli».

Martina Franca

Martina Franca

Martina Franca es la perla barroca del valle de Itria, su «capital» en la parte sur. Envuelta en una blancura inmaculada, es blanca, como blancos son los pueblos que caracterizan esta parte de Apulia. Pero hay algo que hace que esta animada localidad sea diferente de otros lugares. Basta con mirar a tu alrededor para entenderlo, en cualquier plaza del centro histórico, donde sin duda se concentra la mayor belleza, es un poco como estar en Sicilia, en Ragusa o en la barroca Lecce. La familia noble Caracciolo, que mantuvo el feudo durante más de 300 años hasta 1827, desarrolló el alma barroca del centro histórico. En todas partes hay frisos y marcos rococó que sorprenden por su refinamiento, como en la basílica de San Martino y su colegiata, en los pórticos, en el palacio Ducal, en la puerta de San Esteban y en la espectacular plaza Maria Immacolata, una de los lugares más escenográficos de la ciudad. Pero también hay rincones menos céntricos a los que hay que dedicar un paseo, como el Lama, uno de los barrios más bonitos, una vez la zona más pobre del pueblo, mientras que hoy en día es un conjunto de cabañas que se mantienen unidas entre sí y tejados inclinados que se encuentran entre los más fotografiados.

Locorotondo

Locorotondo

Al anochecer, cuando se encienden las luces de las casas, este pueblo circular encaramado en la cima de una colina parece el casco de un barco que se extiende hacia el puerto. Si te subes al balcón que lo circunvala, podrás admirar el precioso panorama conocido como «lungomare» (paseo marítimo). No obstante, es un paseo marítimo que da a las colinas que lo rodean. Se trata de un barco que no tiene árboles en la cubierta, sino casas blancas con techo inclinado. Son las cummerse, menos famosas que los trulli, pero no menos características. Además, cuando hay niebla en el fondo del valle al amanecer, da la impresión de que las formas están suspendidas sobre un mar espumoso. En cambio, si te vuelves hacia el pueblo, aparece el casco antiguo, con sus calles estrechas de casas básicas y balcones floreados, pequeños restaurantes, coladas tendidas al sol y rincones pintorescos por todas partes. Por su excepcional contexto urbano y medioambiental, Locorotondo ha recibido la Bandera Naranja del Touring Club Italiano.

Alberobello

Alberobello

El pueblo más famoso del valle de Itria es Alberobello, el pueblo de los trulli. Las construcciones deben su origen a un edicto del reino de Nápoles que en el siglo XV preveía un impuesto por cada edificio construido. Para librarse de estos tributos exorbitantes, los condes de Conversano tuvieron la idea de hacer que los campesinos construyeran refugios de piedra seca que pudieran desmontarse fácilmente en caso de controles. Y así nacieron estas cabañas redondas con techo abovedado autoportante como la solución más práctica para cualquier eventualidad de desmantelamiento.

A pesar de la precariedad, con el paso del tiempo las técnicas se perfeccionaron y hoy estas cabañas, de las cuales hay 1500 en Alberobello, siguen en pie. El centro histórico, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, es un pueblo de cuento de hadas salpicado de trulli pulidos y ocupados por tiendas de recuerdos, clubes, restaurantes y b&b. Alberobello, pueblo con la Bandera Naranja del Touring Club Italiano, compuesto por el distrito de Monti, en la colina, y por el distrito de Aia Piccola, se presenta como un conjunto de calles empedradas en las que el blanco de las paredes de los trulli juega a contrastar el gris de la piedra de los tejados. Puesto que es un lugar único en el mundo, hay que zigzaguear entre la multitud de visitantes, pero al final del slalom se encuentra el balcón de Santa Lucia, un mirador de extraordinaria belleza al que se llega recorriendo una escalinata de frases poéticas. Desde aquí, la vista es espléndida sobre piedras y penachos, en una interminable extensión de variaciones grises y blancas.

Grutas de Castellana

Grutas de Castellana

El complejo de las cuevas de Castellana se encuentra en el pueblo de Castellana Grotte, a diez minutos en coche de Putignano. El espeleólogo Franco Anelli fue el primero en descender por una pequeña grieta en 1938 y descubrir con inimaginable asombro lo que se escondía allí abajo: un espectacular cráter de 60 metros, al que se dio el nombre de Grave. Una vez que entras en la cueva, te encuentras con el espectacular efecto de los rayos del sol que atraviesan el agujero de la parte superior de la cueva e iluminan la caverna. No obstante, solo es el principio de una excursión que dura un máximo de dos horas y recorre estalactitas, estalagmitas y paredes rocosas muy altas en algunos lugares. Al final, el asombro alcanza su punto máximo cuando se llega a la Gruta Blanca, un conjunto de concreciones de alabastro que alcanza niveles de esplendor incomparables, tanto así que las rocas parecen corales en el fondo del mar. El Museo Espeleológico está dedicado a Franco Anelli y propone visitas guiadas a la gruta. También ofrece visitas guiadas al Observatorio astronómico Sirio de Castellana Grotte, equipado con una sala multimedia para observar la bóveda celeste.

Cisternino

Cisternino

Cisternino nunca deja de sorprenderte, y por varias razones. Sin duda, una de ellas es su posición geográfica, en lo alto de una colina que mira al campo circundante y que, sobre todo al atardecer, se transforma en una extensión dorada. En segundo lugar, el centro histórico es pequeño y, por esta razón, aún más bonito, blanco como corresponde al valle de Itria, pero un poco por todas partes salpicado de manchas de colores de macetas. En verano, la plaza está especialmente animada, pero si te desplazas a pocos pasos reina un silencio y una paz increíbles. Galardonado por el Touring Club Italiano con la Bandera Naranja, el pueblo es muy antiguo y renació después de las invasiones bárbaras gracias a los monjes medievales que construyeron una abadía en el lugar donde hoy se encuentra la iglesia matriz de S. Nicola. Hoy en día, la atracción más famosa de Cisternino son los «fornelli» (fogones). Son los conocidos como «scegli e mangia» (elige y come), una forma muy popular en el valle de Itria, pero en particular aquí, de degustar carne a la brasa a un precio muy razonable. Las salchichas, las «bombette», los rollitos y los hígados se exponen en los mostradores de las carnicerías-gastronomías, donde se puede seguir la cocción en directo.

Si, por el contrario, te desplazas hasta la zona de Figazzaro, el Conservatorio botánico de los jardines de Pomona cuenta con una colección de especies vegetales, entre las que se encuentran 600 ejemplares de higos afganos, franceses, portugueses, albaneses, israelíes y de Apulia, entre las más importantes del Mediterráneo. También en Figazzaro, se recorre el tramo del carril bici del acueducto de Apulia, percorribile per 15 km fino a Cisternino, transitable durante 15 km hasta Cisternino, que permite pedalear con seguridad entre maravillosas vistas en medio del maquis mediterráneo del valle de Itria.

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