Resumen
El Bosque de San Antonio, Abruzzo: un mundo mágico
Sinónimo de paisajes de encanto por sus hayas centenarias en forma de "candelabro", el Bosque de San Antonio se consideraba sagrado, dedicado a Júpiter en la época clásica, fue durante la Edad Media que se consagró a San Antonio.
El Bosque de San Antonio es uno de los hayedos de 17 hectáreas más bellos de los Abruzos, situado en el municipio de Pescocostanzo, a los pies de la Majella, entre las crestas del Monte Pizzalto y el Monte Rotella. Las hayas centenarias con las formas más extrañas dominan esta Reserva Natural, pero en la zona no es difícil ver arces de campo, perales silvestres, cerezos, carpes negros y tejos.
Allí florecen anémonas, peonías, prímulas, ciclámenes, gencianas y la rara orquídea Epipactis purpurata, que hacen aún más mágica esta zona protegida, poblada por una rara avifauna compuesta por el pájaro carpintero dorsiblanco, el pájaro carpintero dálmata y el pequeño papamoscas de collar. No es raro avistar pequeños mamíferos y otros animales presentes en los Abruzos, como lobos, osos y gatos salvajes.
El Parque Nacional de la Majella y la ermita de San Antonio
El bosque estuvo durante mucho tiempo protegido como reserva regional, pero desde 1992 ha pasado a formar parte del Parque Nacional de la Majella y por ello ha visto aumentar el número de visitantes que lo eligen cada año durante el verano para hacer excursiones y montar a caballo. Durante el invierno, el Bosque de San Antonio se convierte en un atractivo destino para el esquí de fondo.
Visitar el Bosque de San Antonio y recorrer el camino que lleva a la ermita homónima de los siglos XIV-XV, no requiere ninguna habilidad especial. 2,8 kilómetros de recorrido en bucle con un desnivel total de 70 metros que se recorre fácilmente en menos de una hora y bien protegido por la sombra de las hayas.
El amplio césped verde y las mesas colocadas en distintas zonas del bosque lo convierten en el lugar perfecto para hacer picnics y pasar tardes de relax con toda la familia.