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Espiritualidad
Toscana

La Vía Francígena toscana, donde el tiempo parece haberse detenido

Un viaje a través de pueblos y ciudades donde el arte y la historia viven en comunión, rodeados de paisajes naturales extraordinarios: 5 lugares que explorar en la Vía Francígena toscana.

2 minutos

Recorrer la Vía Francígena toscana significa aventurarse por una multitud de pueblos y ciudades donde el arte y la historia viven en comunión, y que apenas han cambiado su aspecto en los siglos, sumergidos en paisajes extraordinarios: 5 lugares que no hay que perderse en el camino.

El Castillo del Piagnaro en Pontremoli

El Castillo del Piagnaro en Pontremoli

Atravesada de punta a punta por la Vía Francigena, que sigue siendo la carretera principal de la ciudad, la localidad de Lunigiana en la que conviven la Edad Media y el Barroco está dominada por la colina sobre la que se alza el Castillo de Piagnaro. La antigua fortaleza defensiva alberga el Museo delle Statue Stele, enigmáticas esculturas talladas de piedra arenisca, halladas en esta comarca. El sugerente patio elevado ofrece una vista panorámica de los valles y de las montañas circundantes.

Lucca, las murallas y la plaza

Lucca, las murallas y la plaza

Ciudad de arte donde abundan callejones y plazas medievales, protegida por murallas del siglo XVI perfectamente conservadas y rodeadas de un enorme jardín, por el que se puede pasear para disfrutar de una vista única de la ciudad desde lo alto. La plaza de San Martino es el corazón de la ciudad con la Catedral que destaca por su fachada asimétrica, el campanario y el pórtico, que alberga en la sacristía la estatua del siglo XV de Ilaria del Carretto, obra de Jacopo della Quercia, con su fiel perrito a los pies.

San Gimignano

San Gimignano

Encaramado en una colina de la campiña de Val d'Elsa, este pueblo declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO se caracteriza por la presencia de 13 torres y casas-torre, las únicas que quedan de las antiguas 72 que representaban el símbolo del poder. También merece la pena visitar la Catedral románica con la Capilla de Santa Fina pintada al fresco por Domenico Ghirlandaio, y el Palazzo del Popolo, que alberga el Museo Cívico con pinturas de Pinturicchio y Filippino Lippi. El Museo del Vino y de la Vernaccia, la excelencia vinícola local, en la Villa della Rocca di Montestaffoli, bien merece una visita.

Monteriggioni y Abbadia a Isola

Monteriggioni y Abbadia a Isola

Entrar en el diminuto pueblo de Monteriggioni, situado en la cima de una colina, significa dar un salto al pasado hasta la Edad Media, puesto que mantiene casi por completo la más pura esencia de la época medieval. Puedes recorrer las murallas con sus 14 torres de planta cuadrada que le dan la apariencia de una corona, visitar la Iglesia de Santa María Assunta y el Museo de armas y armaduras. A sus puertas, bosques y campos de trigo dorado la conectan al pueblo de Abbadia a Isola, construido alrededor de un antiguo y evocador monasterio benedictino.

Bagno Vignoni y las aguas termales

Bagno Vignoni y las aguas termales

En el corazón del Parque de la Val d'Orcia, el diminuto pueblo de Bagno Vignoni se desarrolla alrededor de la gran piscina natural de la que brotan a una temperatura de casi 50° las aguas termales de origen volcánico, conocidas desde la antigüedad. En su día, personalidades como Santa Catalina de Siena y Lorenzo el Magnífico aprovecharon estas aguas saludables; sin embargo, hoy día ya no es posible bañarse en ellas, pero el pintoresco entorno natural es suficiente para satisfacer la vista. En los alrededores, merece la pena visitar Pienza, Montalcino y el Parque del Monte Amiata.

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