Monteriggioni, coronada por torres
“Monteriggioni de torres se corona", escribió Dante en el canto XXXI del Infierno. Parece una corona de torres que rodea la colina de Monteriggioni, uno de los pueblos medievales más espectaculares y mejor conservados de todo el país, a sólo 15 kilómetros de Siena.
Parece una visión, es un lugar amurallado tachonado con 14 torres y dos puertas perfectamente conservadas.
Murallas salvadas de la traición
Las murallas de Monteriggioni fueron construidas entre 1212 y 1219 por la República de Siena para defenderse de su eterno enemigo: Florencia. El trazado elíptico de las murallas se diseñó siguiendo el curso altimétrico natural de la colina. Destaca su posición estratégica: desde su colina se pueden controlar los valles del Elsa y del Staggia.
La lista de batallas épicas libradas bajo sus murallas es notable: desde la batalla de Colle en 1269, mencionada por Dante, cuando los sieneses, al principio derrotados, consiguieron resistir al asedio florentino dentro de Monteriggioni, hasta la guerra de 1526, cuando Florencia bombardeó las murallas sin conseguir conquistarla.
Sólo la traición del comandante de las tropas de Siena hizo caer a Monteriggioni, sin que se produjeran combates, en 1554. Eso explica que sus muros hayan llegado tan intactos hasta nosotros. La caída de Monteriggioni provocó asimismo la de Siena. La familia florentina de los Médicis se impuso en todos los ámbitos y el episodio puso fin a la era de las comunas en Italia.
Un paseo por el pueblo
Se entra en Monteriggioni por la Porta Franca o Romea, la más cercana a los aparcamientos, con vistas a la bonita Plaza Roma, el corazón del pueblo.
El recorrido por el pueblo no cuesta mucho tiempo: por la Via Primo Maggio (Uno de Mayo) se llega hasta la puerta opuesta, la Porta di Ponente, la más pequeña, en dirección a Florencia. Siguiendo una callejuela se llega a una pequeña plaza que tiene un jardín con olivos, para volver desde allí a la Plaza Roma.
En la actualidad, solo unas 40 personas residen permanentemente en Monteriggioni, la mayoría viven en los edificios que dan al jardín.
La pasarela sobre las murallas
Después de explorar la aldea, es posible subir a las espléndidas murallas de Monteriggioni, como si fuéramos los centinelas que han estado patrullando en este puesto estratégico durante siglos.
El paseo, realizado sobre pasarelas aéreas que flanquean la parte superior de las murallas, permite visualizar tanto el pueblo en su conjunto como los espléndidos panoramas de la campiña del Chianti y de San Gimignano.
Las murallas fueron objeto de una importante restauración en la década de 1930, que supuso la reconstrucción de algunas torres, que se habían derrumbado en siglos anteriores.
Los sonidos y colores de la fiesta medieval
Desde 1992, Monteriggioni organiza durante dos fines de semana de julio una fiesta medieval muy popular, uno de los momentos más destacados del verano en la zona de Siena. Se trata de una recreación histórica de su pasado, que permite a los visitantes revivir el ambiente de un pueblo del siglo XIV con espectáculos en vivo, conciertos de música antigua, danzas, justas, torneos medievales, y exhibiciones de antiguos oficios y técnicas artesanales que nunca han desaparecido realmente de la zona.
Es una fiesta muy colorida, gracias a los trajes y banderas tradicionales, con redobles de tambores y notas de clarines, las antiguas trompetas naturales, que ponen el telón de fondo sonoro.
La fiesta también es una oportunidad para degustar, tanto en los puestos de comida como en los restaurantes del pueblo, platos conocidos desde un pasado remoto, que sigue vivo entre los muros de Monteriggioni.
Abbadia a Isola, el albergue de peregrinos
A sólo 3 kilómetros de Monteriggioni se encuentra otro pueblo muy sugerente, el complejo monumental de Abbadia a Isola. El nombre deriva del hecho de que el monasterio benedictino que formaba su núcleo principal se elevaba, aunque ligeramente, sobre las marismas de la llanura, como si fuera una isla de hecho. En la iglesia de los Santos Salvatore y Cirino hay obras de importantes artistas de la escuela sienesa, como Sano di Pietro y Taddeo di Bartolo.
Hoy en día la abadía, tras una cuidadosa restauración, alberga el albergue Contessa Ava dei Lambardi, uno de los más evocadores de la Vía Francígena, ya que permite a los peregrinos modernos dormir en un complejo que data de los siglos XI y XII, con habitaciones dobles, dormitorios colectivos y servicios específicos para peregrinos. Sin duda, una parada a tener en cuenta si te aventuras por la Vía Francígena.
También merece la pena visitar el antiguo pueblo fortificado de Strove, cuyo núcleo se remonta al siglo VI. Siguiendo la Vía Francígena hacia Siena, para después caminar por el bosque, te encontrarás también el singular castillo de Chiocciola y la villa de Santa Colomba, mencionada por Giorgio Vasari, comentando su armoniosa arquitectura.