Resumen

Pareciera que todavía hoy se puede percibir la presencia protagónica de Bianca Maria Visconti, hija de Filippo Maria, que fue el último de los Visconti en ser duque de Milán, y madre de Ludovico el Moro, el Sforza, que sería el último de los duques milaneses por sucesión dinástica directa. No eran tiempos fáciles (en 1515 Ludovico el Moro tuvo que ceder ante los franceses y, diez años después, los propios franceses serían expulsados), pero la relación entre las familias Visconti y Sforza fue uno de los puntos cruciales.

Bianca Maria se había casado con Francisco Sforza en una capilla que se encontraba justo donde hoy se pueden visitar el monasterio y la iglesia de San Sigismondo, construidos por deseo de la esposa para celebrar ese matrimonio a partir de 1463. Sin embargo, la notable decoración pictórica y plástica del interior es el resultado de sucesivas intervenciones del siglo XVI, una obra unitaria realizada en pocas décadas por los principales artistas manieristas de Cremona. De Giulio Campi destacan el Pentecostés de la bóveda del primer tramo y el retablo detrás del altar mayor, que representa, entre otras figuras, a Bianca Maria y al consorte realizando una ofrenda, mientras que a Bernardino Campi se debe el Paraíso de la cúpula y a Camillo Boccaccino la decoración con frescos del presbiterio.

Entre los siglos XVI y XVII se añadieron la sillería de madera del coro y la imponente caja del órgano. El claustro del monasterio anexo, en cambio, sigue siendo el de las décadas que van de los siglos XV a XVI.