Resumen
Se dice que llegar a esta cala a pie, por el sendero que bordea los acantilados calcáreos hasta perderse en el maquis mediterráneo, entre el aroma del enebro y el olor de la sal, es una de las experiencias más emocionantes e impactantes que ofrece Cerdeña. Si quieres comprobarlo, deberás intentarlo. Cala Biriola es sin duda un espectáculo de la naturaleza, donde cualquier descripción palidece en comparación con la realidad de un paisaje de belleza salvaje y virgen.
Se encuentra en el territorio de Baunei, exactamente en el punto central y rodeada de otras maravillas como Cala Goloritzè y Cala Luna. La playa de piedras blancas redondeadas, protegida por el acantilado, se abre al final de un bosque de encinas centenarias, enebros abrazados a la roca y maquis que se extiende hasta donde alcanza la vista. Como telón de fondo, un arco de roca que emerge de las aguas cuyos colores oscilan entre el azul y el verde esmeralda. Unos fondos marinos limpios y con abundante presencia de fauna la hacen ideal para bucear y practicar el esnórquel.
Podrás llegar a Cala Biriola por mar desde los puertos de Arbatax, Cala Gonone y Santa Maria Navarrese. Más exigente y recomendado solo para los senderistas más experimentados es el recorrido por tierra: partimos del Golgo de Baunei y debes tener en cuenta que, antes del descenso a lo largo del acantilado, también encontrarás algunos tramos de escalada.
