Resumen
Para describir el papel que el Palacio Real de Caserta desempeña en la historia del arte y la arquitectura se han escrito monografías enteras, y tal vez aún no se haya dicho todo. Las dimensiones son tales y la grandeza de esta obra maestra, firmada por el arquitecto Luigi Vanvitelli, es tal que las palabras parecen no ser nunca suficientes.
El Palacio Real de Caserta, incluido por la Unesco en la lista de patrimonios de la humanidad, rivaliza sin duda por su belleza y su valor histórico con las residencias reales más grandes de Europa. Desde 1752, año en que el rey Carlos de Borbón compró los terrenos del actual palacio, las obras de construcción y embellecimiento casi no se interrumpieron durante aproximadamente un siglo. El palacio real, dispuesto en cinco plantas, gira en torno a cuatro grandes patios interiores y tres magníficos atrios de acceso. El número de habitaciones y salones es incalculable; las paredes están adornadas con estucos y frescos, flanqueados por objetos y muebles de un valor inestimable.
Lo que rodea el palacio (y el trabajo sobrehumano que lo ha hecho posible) resulta en cierto modo aún más inesperado. Aprovechando la ligera pendiente del terreno, Vanvitelli hizo construir un acueducto de casi cuarenta kilómetros que abastece de agua a las diferentes cascadas, fuentes y estanques que embellecen el jardín real. El parque del Palacio Real de Caserta se desarrolla hoy a lo largo de un eje central de unos 3 km, que ofrece perspectivas de un encanto visual impresionante.