Resumen
El castillo de Riardo y las fuentes efervescentes
Entre los pueblos más encantadores del Alto Casertano, parada importante en el recorrido de la Vía Francígena Meridional, se encuentra Riardo, un pequeño municipio de montaña situado en la ladera norte de los montes Trebulanos, dominado por un imponente castillo longobardo. El agua, indisolublemente ligada al destino de la ciudad desde la antigüedad, justificaría por sí sola una visita. De hecho, Riardo ya era una localidad conocida en época romana por sus aguas naturalmente efervescentes, citadas y apreciadas por Vitruvio y Plinio el Viejo.
Desde la ventana de la mansión
Principal atracción y extraordinario mirador de la ciudad, el castillo de Riardo se alza sobre la colina que domina la llanura del Savone, el torrente que brota del volcán extinto de Roccamonfina. Durante las obras de restauración, se encontró una piedra cerca de la entrada con una fecha: 1122, pero los orígenes del castillo se remontan a épocas anteriores, más probablemente al siglo IX, cuando la dinastía longobarda de los Castaldei decidió construir una de las muchas fortalezas defensivas del condado de Capua. El edificio se amplió dos siglos después, en época normanda.
El aspecto arquitectónico más llamativo, el punto fuerte del castillo, sigue siendo la enorme ventana arqueada que te permite admirar la impresionante vista de la llanura que se extiende hasta el mar: no te la pierdas.
Otro detalle inusual es la torre principal con sus muros huecos, en cuyo interior se encuentran las escaleras para acceder al torreón. Una pasarela atraviesa los jardines por la ladera norte y ofrece una vista más allá de los lienzos de las murallas igualmente espectacular.
Érase una vez tres oriundos de Riardo
En estemismo castillo de Riardo tiene lugar una suculenta anécdota histórica, que los lugareños transmiten con orgullo de padres a hijos. Se cuenta que el episodio tuvo lugar en 1463, en los días en que el rey Fernando de Aragón asedió Riardo y su castillo porque su joven señor feudal, el barón Antonio Cristoforo Gaetani, se había puesto del lado de los angevinos en contra de su acceso al trono del reino de Nápoles. Los habitantes de Riardo se defendieron ferozmente, pero al cabo de unos días capitularon. Todos salvo tres de ellos, que, atrincherados en el castillo, continuaron lanzando pedruscos y lograron diezmar a las tropas reales. La anécdota cuenta que el gobernante, para ahorrar tiempo y pérdidas humanas, quiso llegar a un acuerdo con la indomable resistencia prometiéndoles la salvación y una gran suma de dinero a cambio de la rendición. Al no fiarse de sus palabras, los tres rebeldes, que habían mantenido en jaque sin ayuda a todo un ejército, se burlaron también del rey, cogieron pícaramente el dinero y desaparecieron por un pasadizo secreto.
Entre monumentos y lugares sagrados
Entre los edificios históricos de Riardo que merecen una visita está Santa Maria a Salice, la iglesia matriz de la ciudad, que alberga la estatua de la Madonna della Stella, de la escuela napolitana, así como la estatua de madera de san Antonio Abad, donada por la duquesa Elena Aldobrandini al pueblo de Riardo durante la peste de 1656. Bajo los arcos gótico-románicos de la iglesia hoy dedicada a san Leonardo, con su portal gótico catalán, se pueden admirar los restos de una valiosa serie de frescos del siglo XIV.
Otra parada importante entre los lugares de culto de Riardo es el santuario de la Madonna della Stella, que se construyó en la década de 1952-1962 para ampliar la antigua capilla de la segunda mitad del primer milenio d. C. y que aún alberga frescos medievales de la escuela de Campania.
En la fuente de un tesoro líquido
«Sunt nonnullae acidae venae fontium» —aquí están las fuentes de agua acidulada—, escribió Vitruvio hace más de dos mil años, aludiendo a que la mayor riqueza de Riardo reside en sus acuíferos, en los que manan las aguas naturalmente efervescentes que aún hoy se embotellan en la fábrica de Ferrarelle. La calidad naturalmente espumosa que las ha hecho tan populares se debe a que brotan de las rocas volcánicas de Roccamonfina, del cráter ahora inactivo.
Un conjunto natural y paisajístico tan especial que el Parque de las Fuentes de Ferrarelle del que manan estas aguas es Patrimonio FAI (Fondo Ambiente Italiano) desde 2011: 135 hectáreas de verdor virgen, aún poco transitadas por el turismo de masas, que pueden visitarse gracias a un proyecto de valorización de la zona mediante la plantación de cultivos históricos, la plantación de miles de árboles y la restauración de una antigua granja.
Coge la primera manzana
Y si aún necesitas un motivo para visitar Riardo, su campiña está situada en la zona de producción de la manzana Annurca Campana IGP, también conocida como la «reina de las manzanas», una de las variedades más conocidas y apreciadas, una perla entre los manjares de la gastronomía y el vino locales, cuya producción se caracteriza por madurar en el suelo en el llamado «melai»: muy nutritiva y rica en vitaminas, minerales y fibra, resulta especialmente adecuada para niños y ancianos.
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