Sperlinga

Sperlinga es un lugar que sorprende y, hasta que no lo veas por ti mismo, parece una historia magnífica pero ficticia. En cambio, todo es verdad. Aquí el hombre ha domesticado la roca, o más bien se ha sumergido en ella, haciéndola una cosa sola con sus construcciones: no es casualidad que el nombre del pueblo signifique "spelonca: cueva". Lo primero que llama la atención es la cantidad de cuevas que hay en el pueblo: al menos 50, habitaciones excavadas por el hombre, cada una de las cuales solía ser una pequeña casa (hoy algunas han sido adquiridas por el municipio y convertidas en un Museo Etnográfico). Y luego está el Castillo: piedra fundida en la roca, un artificio humano construido mediante la excavación del material, creando una fortaleza inexpugnable. En el interior, unas empinadas escaleras recorren las misteriosas e increíbles estancias hasta conducirnos a las antiguas almenas, desde donde nuestros ojos se abrirán al panorama que se extiende hasta el horizonte.