Resumen
Construida sobre las termas romanas de Aquiles, cuyos restos se pueden visitar accediendo a los subterráneos, y dedicada a la virgen patrona de la ciudad del Etna, la catedral de Catania es el monumento más importante del centro histórico, ya que condensa en sí misma las expresiones artísticas de nueve largos siglos.
La construcción de la catedral se remonta a 1094, a instancias de Roger I de Altavilla, y ha sufrido numerosas destrucciones debido a los devastadores terremotos y las frecuentes erupciones volcánicas. Construida con la doble función de iglesia y fortaleza, hoy se alza con todo su esplendor sobre Piazza Duomo.
De la construcción normanda original solo quedan el cuerpo del transepto, los dos torreones cúbicos y los tres ábsides semicirculares. Lo que queda del antiguo edificio está incorporado en el nuevo. Este se presenta en un estilo típicamente barroco. Data de 1711, cuando se reconstruyó tras el terremoto de 1693. Párate a admirar la animada fachada de dos colores, el juego de volúmenes y las estatuas. Está separada de la plaza por una blanca balaustrada. En el interior puedes admirar sus tesoros artísticos, la capilla de la santa patrona y rendir homenaje a la tumba de Vincenzo Bellini, natural de Catania. A estas partes se añadieron dos nuevos estilos, fruto de las reconstrucciones a lo largo del tiempo: las bases de algunas columnas son de traza suaba, mientras que la fachada de la catedral, con sus 14 columnas de granito romano, es de estilo barroco siciliano.
La portada de mármol de la entrada lateral representa una continuidad con el pasado. También merecen especial atención las obras conservadas en el interior de la catedral, entre ellas el fresco del siglo XVII que representa la erupción del Etna, situado en la sacristía.