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Con un mar de ensueño y su incomparable patrimonio artístico, Catania cautiva y conquista

Déjate cautivar por la energía magnética que desprende esta ciudad de larga y agitada historia, déjate abrumar por su vitalidad y enamórate de su arte, su arquitectura y su gastronomía. Una visita a Catania constituye una experiencia inolvidable.

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Ciudad

Una ciudad barroca con energía contagiosa

Enclavada como una piedra preciosa entre el árido volcán Etna y el azul del mar Jónico, Catania es una metrópolis polifacética. Una ciudad que cautiva por la riqueza de su arquitectura barroca y su patrimonio histórico y artístico, y también por el espíritu de una Sicilia joven y activa.

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Palermo
Palermo

Capital siciliana y cruce de culturas y tradiciones, Palermo te enamorará, embriagándote con colores, aromas y sabores. Palermo es una ciudad repleta de iglesias, monumentos y obras artísticas de valor incalculable, animada por ruidosos barrios populares que colindan con suntuosos edificios aristocráticos. La guinda del pastel la ponen un clima indulgente todo el año, un mar increíblemente bello y una tradición culinaria irresistible.

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Trapani
Trapani

Entre canales, villas paladianas, pueblos y castillos La provincia de Treviso, en el corazón del Véneto, es famosa por su deliciosa achicoria, pero también tiene bellezas históricas, artísticas y paisajísticas que ofrecer. Empezando por su ciudad principal, atravesada por el fascinante canal Buranelli. Merece la pena visitar la Piazza dei Signori con sus palacios, los soportales de Calmaggiore, la catedral románica y la iglesia gótica de San Nicolò. Se pueden dar hermosos paseos a lo largo de las murallas o, a las afueras de la ciudad, a orillas del río Sile. En los alrededores de Treviso se encuentran algunas de las más bellas villas palladianas. Entre los pueblos con más encanto de la zona de Treviso se encuentra Asolo, con un espléndido castillo, un acueducto romano y un ambiente de antaño. La gran actriz Eleonora Duse, musa de Gabriele D'Annunzio, quiso vivir aquí. Tampoco hay que perderse Follina, con la abadía de Santa María in Sanavalle, y Cison Valmarino, en el corazón de las colinas cubiertas de viñedos de las que se produce el famoso prosecco en la zona comprendida entre Conegliano y Valdobbiadene. No muy lejos se encuentra Castelbrando, uno de los castillos más grandes de Europa. En Possagno se puede visitar la casa natal de Antonio Canova. En el frente de Monte Grappa y a lo largo del río Piave se libraron importantes batallas de la Primera Guerra Mundial. Si eres un aficionado a la historia, recorre la Ruta de la Gran Guerra que sigue el curso del río.

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Messina
Messina

La majestuosa puerta de Sicilia Importante centro cultural y comercial, Messina es la puerta de entrada de los viajeros a Sicilia. No puede faltar una visita a la Catedral de origen normando, que alberga el segundo órgano más grande de Italia, y al reloj astronómico mecánico más grande y complejo del mundo. También merece una parada la sede de la universidad, fundada en 1548 por San Ignacio de Loyola. La provincia acoge la bella Taormina, famosa por sus características calles peatonales, los yacimientos arqueológicos y vistas impresionantes. La terraza natural sobre el monte Tauro, a 206 metros sobre el nivel del mar, ofrece una vista única del Mediterráneo. El pueblo alberga el Teatro Griego, el segundo teatro más grande de la región. Regálate unas horas de relax en la playa con vistas a Isola Bella, un pintoresco islote que se ha convertido en el símbolo mismo de Taormina. Si te encuentras en la zona, no te pierdas una visita a los pueblos de Novara di Sicilia, Tindari y Milazzo. Esta última es famosa por el estanque de Venus, un paraíso para los enamorados del snorkeling, desde donde se puede llegar fácilmente a Lipari, Vulcano o Stromboli. Descubre el encanto y la fuerza de la naturaleza sumergiéndote en las gélidas aguas de las gargantas de Alcántara. Se puede caminar entre las paredes de lava, pero también practicar rafting, escalada y senderismo en el parque geológico que rodea las gargantas.

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Agrigento
Agrigento

«Existe un viento que recuerdo arder / en las crines de los caballos inclinados / que corren por las llanuras, viento / que mancha y roe la arenisca y el corazón / de los lúgubres telamones, derramándose / sobre la hierba.». Los versos de Salvatore Quasimodo introducen a los visitantes a la experiencia del Valle de los Templos, que además de un fuerte componente emocional añade el efecto nada lúgubre de los grandes telamones que sostenían el templo de Júpiter Olímpico. Por supuesto, el parque arqueológico de la antigua Akragas, que el poeta griego Píndaro definió como la «ciudad más bella» y que está inscrito por la UNESCO en la lista del Patrimonio de la Humanidad, no te dejará indiferente. Los grandiosos templos dóricos datan del siglo V a. C., época de máximo esplendor de la ciudad. Las excavaciones también revelaron otros elementos de la antigua ciudad, como edificios públicos, instalaciones hidráulicas, necrópolis y fortificaciones, así como restos arqueológicos y monumentales posteriores del periodo paleocristiano. El parque también cuenta con senderos naturales a través del maquis mediterráneo, entre agaves y chumberas, con plantaciones de olivos, vides y almendros. Entre los muchos lugares de culto con nombres de divinidades olímpicas, solo podía ser un mito griego el que explicara la temprana floración de los almendros de esta zona, que se celebraba cada año con la llegada de la primavera, protagonizada por el amor legendario frustrado por el destino entre una princesa y un guerrero. La ciudad medieval y moderna se desarrolló alrededor del siglo IX d.C. en la colina de Girgenti. Agrigento conserva numerosas huellas de su fastuoso pasado, incluso fuera de la zona arqueológica; el núcleo medieval, por ejemplo, mantiene las calles serpenteantes típicas de las ciudades árabes, con numerosos edificios e iglesias de diferentes estilos y épocas. Agrigento ha sido proclamada Capital Italiana de la Cultura 2025, junto con Lampedusa y los municipios del territorio.

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Caltanissetta
Caltanissetta

La esencia de Sicilia entre mar, castillos y huellas de una rica historia Caltanissetta y su provincia son un destino por descubrir durante todo el año, gracias a un clima favorable incluso en los meses de invierno. Explora las acogedoras playas de la costa de Gela y las verdes colinas del interior, con sus restos arqueológicos que atestiguan siglos de historia. Toda la zona está salpicada de pequeños pueblos para descubrir tranquilamente, como Borgo Santa Rita y Delia, durante unas vacaciones en autocaravana o coche. La propia Caltanissetta tiene mucho que ofrecer a sus visitantes, desde la imponente catedral barroca de Santa María la Nueva hasta la colorida iglesia de Sant'Agata, que domina el gran Corso Umberto I. En lo alto de la ciudad se encuentran las ruinas del castillo de Pietrarossa, destruido por el terremoto que asoló la ciudad en 1567. No te pierdas una visita al museo arqueológico para sumergirte en el pasado de esta tierra. Con vistas al mar, la ciudad de Gela es apreciada por sus yacimientos arqueológicos de gran importancia, empezando por la Mura Timoleontee, por la reserva natural de Biviere, que se extiende por más de 300 hectáreas, y por su centro histórico repleto de edificios modernistas.

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Enna
Enna

La ciudad inexpugnable Enna se eleva más de 900 metros sobre el nivel del mar y es la capital más alta de Italia. Su clima de verano, más suave que en el resto de Sicilia, la convirtió en un buen refugio contra el tórrido calor de la isla, hasta el punto de que el emperador Federico II de Suabia construyó aquí la torre octogonal del mismo nombre como residencia de verano. Pero la historia de la ciudad se remonta mucho más atrás, al Neolítico. Los romanos lo llamaban Urbs Inexpugnabilis por su proverbial resistencia a la conquista. Entre los monumentos históricos más significativos se encuentra el Castillo de Lombardía, uno de los más grandes de Italia, que debe su nombre a los soldados de infantería lombardos que guarnecían la fortaleza. De sus veinte torres, hoy solo quedan seis, entre ellas la Torre Pisana, desde la que se disfruta de un vasto panorama que se extiende desde las Madonie hasta el Etna. Cerca se encuentra el lago de Pergusa, el único embalse natural de agua dulce que queda en la isla. Rodeado de naturaleza virgen, es el destino ideal para pasear al aire libre. El recorrido completo es de casi 5 kilómetros, pero el baño está estrictamente prohibido. Entre los lugares más llamativos que ver en los alrededores de la ciudad se encuentra el poblado bizantino de Vallone Canalotto, un antiguo asentamiento excavado en la piedra a 4 kilómetros del pueblo de Calascibetta. Detente también en la Villa Romana del Casale, en Piazza Armerina, un edificio residencial de la Antigüedad tardía famoso por sus mosaicos magníficamente conservados.

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Catania

Con un mar de ensueño y su incomparable patrimonio artístico, Catania cautiva y conquista. Déjate cautivar por la energía magnética que desprende esta ciudad de larga y agitada historia, déjate abrumar por su vitalidad y enamórate de su arte, su arquitectura y su gastronomía. Una visita a Catania constituye una experiencia inolvidable.

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Ragusa
Ragusa

Museo barroco al aire libre Elegante, refinada y rica en historia. Ragusa, situada en el sur de Sicilia, conquista a los visitantes con sus tesoros artísticos y arquitectónicos y sus impresionantes vistas. La ciudad se considera la máxima expresión del barroco siciliano, con iglesias y palacios elegantemente tallados, como la catedral de San Juan Bautista, la catedral de San Giorgio (San Jorge) y el Palazzo Zacco. Lleva calzado cómodo y sube las escaleras que conectan Ragusa Superiore, en la meseta, y Ragusa Ibla, el centro histórico que serpentea por callejuelas empinadas y sinuosas. Disfruta de un momento de relax a la sombra de las palmeras del jardín Ibleo, situado en un afloramiento rocoso con vistas panorámicas a los montes Ibleos y al valle del río Irminio. A solo 16 kilómetros de Ragusa se encuentra Módica, famosa por su chocolate. Visita la catedral de San Pedro, con su imponente escalinata y su fachada barroca, y la casa natal de Salvatore Quasimodo. Piérdete por las callejuelas de Scicli, un pueblecito rodeado de acantilados donde el tiempo parece haberse detenido. Para sumergirte en el pasado, descubre también el castillo de Donnafugata, una noble residencia del siglo XIX rodeada de un parque con un laberinto. Los amantes del sol y del mar pueden relajarse en las playas de Marina di Ragusa, Sampieri, Scoglitti y en la Reserva della Foce dell'Irminio.

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Siracusa
Siracusa

Situada en una de las calas más bellas del Mediterráneo, Siracusa es una ciudad vital y dinámica, que se muestra a la altura de su grandioso pasado, hasta el punto de merecer, en 2005, la inscripción en el Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. La visita a Siracusa es un viaje en el tiempo y para descubrir la maravillosa belleza del entorno natural en el que se encuentra la ciudad. Siracusa fue el lugar de nacimiento de prestigiosas personalidades de la historia cultural y artística del Mediterráneo y es muy fértil desde el punto de vista intelectual incluso en nuestros días. Los testimonios arqueológicos confirman la presencia humana en la isla de Ortigia ya en el siglo XIV a. C., pero la construcción urbana se remonta al siglo VIII a. C., con la fundación de la colonia griega de Siracusa. El crecimiento político y económico de la ciudad entre los siglos VI y IV a. C. determina un aumento en el número de habitantes y la expansión de la ciudad más allá de las murallas originales. Al hacerse demasiado extensa para ser oportunamente defendida, Siracusa sufrió incursiones enemigas desde el interior y fue asediada por los atenienses (416-13 a. C.). La guerra contra Cartago, en el año 405 a. C., cedió la ciudad a Dionisio I, que se vio obligado a realizar grandes obras de fortificación, a alejar a la población de Ortigia y a transformar la isla en una fortaleza con fines militares. La muerte de Dionisio, que tuvo lugar en torno a mediados del siglo IV, provocó el inicio de un largo periodo de transición, que llevó en el año 212 a. C. a la derrota y al saqueo de la ciudad por parte de los romanos. Desde los primeros siglos del imperio se había ido difundiendo el cristianismo, y en el siglo III comenzaron a nacer los primeros edificios de culto paleocristiano. Después de un largo asedio, en 878 la ciudad fue tomada y devastada por los árabes, quienes dejaron una fuerte huella urbanística de su presencia. Al expulsar definitivamente a los árabes de la isla, los normandos llevaron a cabo la obra iniciada por los bizantinos con la renovación de las antiguas fortificaciones. Del gobierno aragonés, Siracusa obtuvo considerables beneficios económicos, que dejaron su impronta con la construcción de las murallas que rodean la isla y de numerosos palacios. El dramático terremoto que tuvo lugar en 1693 fue determinante para la historia de la ciudad, no porque provocase daños irreparables, sino porque sirvió de impulso para una «remodelación» de estilo barroco, que dio a la ciudad un nuevo rostro, con un aspecto del siglo XVIII, en sustitución de la antigua identidad. Fueron relevantes, además, desde el punto de vista urbanístico, las intervenciones de la época fascista, entre las que destaca la construcción de via del Littorio, el actual corso Matteotti. Sin embargo, con la expansión económica de los años cincuenta y sesenta se inició el periodo de contaminación y convivencia, no siempre fácil y rentable, con los grandes complejos industriales. La sucesión de todos estos acontecimientos importantes, y a menudo incluso traumáticos, ha desencadenado un mecanismo de fascinante superposición, en forma de integración armoniosa.

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