Resumen

La catedral de Cremona es uno de los máximos ejemplos de arquitectura románica de Lombardía. Gran parte de las estatuas de la fachada, que llaman la atención al mirarlas desde la Piazza del Comune, son obra de artistas y canteros de la zona de los lagos lombardos, que los historiadores del arte aúnan bajo el nombre de maestros campioneses. En cuanto al baptisterio, románico pero de orígenes posteriores, es un edificio en sí mismo, como en Parma. Aquí también es exterior el campanario de la catedral, el famoso Torrazzo.

Las tres naves del interior de la catedral, divididas por pilares y coronadas por matroneos, continúan en el transepto, mientras que a lo largo de la nave intermedia y del ábside central discurre un ciclo de frescos que recorre la vida de María y de Jesús: es obra de pintores lombardos y venecianos del siglo XVI, entre ellos Giovanni Antonio de' Sacchis, conocido como Pordenone. En cambio, son renacentistas los dos púlpitos situados delante del presbiterio, con relieves en parte atribuidos a Giovanni Antonio Amadeo, y en la cripta, el arca de los santos Marcelino y Pedro, compuesta por un sarcófago que descansa sobre un altar: el lado principal del altar tiene tres magníficos paneles con Cristo resucitado, obra de Amadeo, entre dos episodios de la vida de los santos tallados por Bernardo Briosco.

Durante el verano, la catedral se puede visitar con un completo recorrido gracias a una de las iniciativas Aperti per Voi (Abiertos para vosotros) a cargo de los voluntarios del Touring Club Italiano.