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Rutas y experiencias
Liguria en barco

Navegar a lo largo de la Ruta de los Poetas en Liguria

Tipología
Boat route
Duración
4 días
Número de etapas
5
Dificultad
Medio

La Ruta de los Poetas es un itinerario en barco inspirado en los artistas que han cantado estas tierras. El trayecto, de unas 110 millas de largo, parte de San Remo y llega a Santo Stefano di Magra, bordeando la espléndida costa de Liguria con vistas a un mar de color zafiro, desde la Riviera di Ponente hasta las Cinque Terre.

Día 1

Porto Maurizio y Oneglia, los puertos de Imperia

Porto Maurizio y Oneglia, los puertos de Imperia

Nuestro viaje comienza en San Remo, la Ciudad de las Flores y del Festival de la Canción Italiana.

Su clima templado durante todo el año y la maravillosa atmósfera, que parece sacada de otra época, la han convertido desde siempre en un destino muy apreciado por monarcas, aristócratas y miembros de la alta burguesía.

A finales del siglo XIX, la zarina María Aleksándrovna y la princesa Sissi frecuentaron la ciudad y Alfred Nobel, creador del prestigioso premio, construyó aquí su pintoresca villa.

Los palacios modernistas, la iglesia rusa con cúpulas en forma de cebolla, los jardines de cuento de hadas de la villa Ormond o los centros de vela más bellos y antiguos de Italia son solo algunos ejemplos de la intrigante mezcla de historia y modernidad que San Remo puede ofrecer.

Merece la pena visitar el casco antiguo de la ciudad, el barrio llamado Pigna, por las estrechas filas de casas que se alzan de manera concéntrica entre las antiguas murallas del pueblo medieval.

Sube hasta el mirador de la Madonna della Costa, desde donde podrás observar toda la ciudad con sus playas, de uso totalmente libre, anchas y arenosas. Además de atraer a jóvenes surfistas, han sido galardonadas con dos velas del Touring Club Italiano y Legambiente.

Despídete de la Ciudad de las Flores y, orientando la proa a 75 grados, navega hacia el este durante unas 15 millas en dirección a Imperia. En el camino, admira el torreón medieval y echa un vistazo a los olivares de Arma di Taggia, donde se producen las famosas aceitunas «taggiasche», que enriquecen la cocina italiana y ligur con un sabor único. Continuando por la costa de Liguria, llegarás a las cercanías de Imperia. Nacida en 1923 de la fusión de los municipios de Porto Maurizio y Oneglia, lleva en sí las historias y la belleza de estos y otros pueblos que con el tiempo dieron origen a la ciudad actual. Puedes amarrar en Porto Maurizio, donde cada año se celebra una concentración de barcos de vela de época, o en Oneglia, situada un poco más adelante. Pon pie a tierra para comprar unas gambas rojas en el mercado bajo los pórticos y rinde homenaje al monumento a los Capohornier. Y no te pierdas una visita a la Villa Grock.

Día 2

Savona: mar, historia y belleza artística

Savona: mar, historia y belleza artística

La segunda etapa, de unas 37 millas, parte de Imperia y se dirige hacia el cabo Mele, tras poner rumbo 50 grados. Dejando volar la mente, intentemos imaginar las velas de los antiguos molinos de viento que accionaban las «mole» (muelas) que probablemente dieron nombre al promontorio.
Una vez doblado el cabo y navegando hacia Savona, se pueden ver a la izquierda los espléndidos pueblos de Alassio, Albenga y Spotorno, con su torre Coreallo que protege el pueblo y la costa. En el cabo Noli, la ruta se ensancha ligeramente al poner rumbo hacia el cabo de Vado, donde aparece el dique exterior de Savona. Al entrar en el puerto nos recibe la torre medieval, que antiguamente formaba parte de las fortificaciones que protegían la ciudad y el puerto.
Antiguo centro del pueblo de los ligures sabacios, Savona se convirtió, tras la conquista romana, en el principal puerto de Liguria. Durante la época medieval tuvo que luchar contra las incursiones sarracenas y entablar relaciones, no siempre pacíficas, con la República Marítima de Génova.
Alcanzó el verdadero apogeo de su florecimiento económico y social con la llegada al solio pontificio de los papas Sixto IV (1471-1484) y Julio II (1503-1513) Della Rovere, que apoyaron a la ciudad con generosas donaciones.
Después, conquistada por Génova en 1528, siguió la suerte de la República Marítima y, después de un periodo de anexión a Francia, se fusionó definitivamente con el Reino de Cerdeña tras el Congreso de Viena celebrado en 1815.
Los numerosos acontecimientos y actores interesados enriquecieron la ciudad con innumerables bellezas culturales y artísticas. Un paseo por las calles de la ciudad te permitirá apreciar, entre otras, la capilla Sixtina encargada por el papa Sixto IV, la catedral de Nostra Signora Assunta y la majestuosa fortaleza del Priamar. No pierdas la oportunidad de disfrutar de la playa urbana y pasear por el paseo marítimo, por ejemplo por la noche, paladeando una buena copa de vino de la IGT Colline Savonesi.

Día 3

Génova y el Porto Antico

Génova y el Porto Antico

Vuelve a las olas poniendo rumbo 70 grados hacia Génova. Puedes decidir si navegar mar adentro o bordear la costa disfrutando de las vistas de Celle, VarazzeCogoleto y Arenzano. Atraca en el Porto Antico de Génova y sumérgete entre los «carrugi».
La potencia de la antigua República Marítima de Génova se respira en cada rincón de la ciudad. De hecho, durante la Edad Media, la flota genovesa ostentó la hegemonía sobre el comercio en el Mediterráneo, estableciendo relaciones comerciales que iban de Canarias a Irak y de Inglaterra a Palestina. Una visita a la catedral y al palacio Ducal bastará para comprender el gran esplendor que alcanzó la ciudad en la época medieval. Además, toda esa riqueza favoreció la constitución del banco de depósitos estatal más antiguo conocido en el mundo, el Banco di San Giorgio, fundado en 1407, que contribuyó en gran medida a la prosperidad de la ciudad.
No puedes irte de Génova sin disfrutar de un paseo por la espaciosa zona del puerto, tal vez después de visitar el acuario, saboreando el «corochinato», un típico aperitivo genovés, o sumergirte en los aromas y sabores de una cocina famosa en todo el mundo: desde el pesto hasta la «focaccia», pasando por los «pansoti» con salsa de nueces y el bacalao frito.

Portofino, una joya junto al mar

Portofino, una joya junto al mar

Al reanudar la navegación te darás cuenta de que estás cruzando una de las fronteras invisibles del mar. En el Levante de Liguria, un poco más allá de Génova, cambian los paisajes y la atmósfera. Empezamos oteando la pequeña isla de Tino, un minúsculo cabo de Hornos. Aquí se celebra una regata histórica, la Giraglia. A lo largo de la costa podremos admirar las coloridas casas de Camogli sobre las que se alza la basílica menor de Santa Maria Assunta, la blanquísima abadía de San Fruttuoso y el capo dell'Arma, que nos anuncia la cercana Portofino. Aquí es difícil encontrar un amarre, mejor quedarse fondeado. Sin embargo, vale la pena hacer un alto en la singladura para disfrutar de un paseo por el antiguo pueblo de Portus Delphini y perderse por las callejuelas impregnadas de historia, admirar las numerosas iglesias y subir hasta el castillo Brown, desde donde se puede admirar una vista impresionante, para luego descender a la famosa plaza y disfrutar de un aperitivo en el mágico escenario del puerto deportivo.

Día 4

Cinque Terre, entre pueblos y vinos

Cinque Terre, entre pueblos y vinos

La navegación parte de Portofino en dirección a La Spezia. Te encontrarás con la bahía de Sestri Levante y luego llegarás a punta Mesco, que anuncia las Cinque Terre: Monterosso, Vernazza, Corniglia, Manarola y Riomaggiore. Estos cinco pintorescos y antiguos pueblos costeros están conectados entre sí por una densa red de senderos que se extienden sobre un tramo de costa irregular de unos 10 km. Nos encontramos inmersos en la naturaleza de un territorio montañoso marcado por terrazas de muros de piedra seca con viñedos y olivares, conocido en todo el mundo por su rara belleza cantada por Shelley, Byron y Montale.
Una vez en Portovenere y tras doblar el islote del Tinetto, llegamos al golfo de los Poetas.
El puerto se encuentra en La Spezia, desde donde podemos llegar a los pueblos de las colinas, como Santo Stefano di Magra, o degustar los platos de la cocina local, caracterizados por las peculiares tradiciones culinarias de Cinque Terre: mejillones rellenos, anchoas de Monterosso, «frittelle di bianchetti», sopa «mesciua» de cereales y legumbres y el típico «pandolce» con «sciacchetrà», el vino de Cinque Terre.

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