Villa Ada Savoia es un maravilloso parque urbano de Roma, uno de los más extensos de la ciudad. Situado en la parte norte de la ciudad, en el barrio de Parioli, es accesible desde las entradas de Via Salaria, Ponte Salario, Via di Monte Antenne y Via Panama.
Abierto oficialmente al público desde 1958, en sus 160 hectáreas conserva numerosos edificios neoclásicos y eclécticos, como el Templo de Flora, la Villa Polissena, las Caballerizas Reales, el Chalet suizo y la Torre Gótica.
Creado según los dictados tradicionales del jardín inglés, se caracteriza por bosques de encinas, alcornoques, pinares y prados.
Conocida sobre todo como la residencia de los Saboya, que la poseyeron desde 1872 hasta 1878 y desde 1904 hasta 1946, la unificación de las propiedades que llevaron al nacimiento del parque se debe, en cambio, al príncipe Luigi Pallavicini y tuvo lugar a finales de los años ochenta del siglo XVIII. Con el traspaso de la capital a Roma, los Saboya la transformaron en residencia suburbana y ampliaron sus límites adquiriendo nuevos terrenos.
La singularidad de la Villa, además de por su extensión y riqueza floral y de vida silvestre, radica en el hecho de que los diversos cambios de propiedad la han enriquecido, con el tiempo, con numerosos y heterogéneos edificios, como el Casale di «La Finanziera», actual sede del WWF, el Fienile, utilizado como centro ecuestre, el Casale delle Cavalle Madri, las Caballerizas Reales, la Villa Real, el Casino Pallavicini, el Templo de Flora y otros muchos edificios, con funciones también residenciales, hoy propiedad del Demanio dello Stato, de particulares y del Ayuntamiento.
En 1878 la villa fue vendida al conde de origen suizo Tellfner, para luego volver, en 1904, a ser propiedad de los Saboya. Entre 1941 y 1942 se construyó un búnker antiaéreo de planta circular para alojar al rey y a su familia.
Con la caída de la monarquía en 1946, la parte de la villa propiedad de la Casa Real se convirtió en patrimonio público y, solo en 1957, cuando pasó a formar parte de las villas pertenecientes al Ayuntamiento de Roma, pasó a ser de libre acceso.
La cuidadosa restauración, la inmensidad de la zona y su ubicación extremadamente céntrica la convierten en un lugar ideal para pasear por la naturaleza y hacer «footing». La exuberante vegetación, caracterizada por extensas extensiones de pinos, encinas, laureles y castaños, ofrece la oportunidad de admirar las numerosas especies de fauna que han encontrado en este parque su legítimo hábitat.