El Jardín de Ninfa
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El Jardín de Ninfa, realizado sobre las ruinas de la ciudad medieval de Ninfa, en las Lagunas Pontinas, ha sido clasificado por el New York Times como uno de los jardines más bellos y románticos del mundo. Declarado Monumento Natural por la Región del Lazio, el jardín, dado su delicadísimo equilibrio ambiental, solo se puede visitar durante algunos días al año, pero la belleza de este lugar merece totalmente una visita.
El nombre Ninfa deriva de un templete de época romana, dedicado a las ninfas náyades, divinidades de las aguas de manantial, situado en el jardín actual. En el siglo XIV, la ciudad de Ninfa fue destruida, y, desde el siglo XVI, varios exponentes de la familia Caetani, presente en el territorio pontino y lepino desde hacía siglos, decidieron crear un jardín con singulares variedades botánicas, manantiales y fuentes. Sin embargo, no fue hasta el siglo XIX cuando Ada Bootle Wilbraham, esposa de Onoraro Caetani, y sus hijos, realizaron un auténtico jardín de estilo anglosajón, saneando ciénagas, plantando cipreses, encinas, hayas y restaurando algunas ruinas, entre ellas el palacio de la baronía. El cuidado del jardín fue continuado por los descendientes de la familia Caetani, hasta su última heredera, Lelia, que incorporó varias especies botánicas e instituyó la Fundación Roffredo Caetani, que aún en la actualidad se encarga de la tutela del Jardín de Ninfa y el castillo de Sermoneta. Hay 1300 especies botánicas en los ocho acres de paisaje. Se pueden admirar diecinueve variedades de magnolias caducifolias, abedules, iris acuáticos y varios arces japoneses. También son espectaculares los cerezos ornamentales que florecen en primavera, los manzanos y el tulipero. Hay muchas variedades de rosas que trepan por los árboles y las ruinas a lo largo del río y los arroyos, lo que hace de éste un lugar especialmente romántico. También se pueden admirar plantas tropicales como el aguacate, la Gunnera manicata sudamericana y los plataneros.
El río Ninfa surge en la ciudad y recorre 30 km hacia la llanura pontina, formando el pequeño lago que lleva su mismo nombre, cuyas aguas albergan una singular especie de trucha, importada por los romanos de África hace miles de años. En 1976, alrededor del núcleo de Ninfa se instituyó un oasis de unas 1800 hectáreas para proteger la fauna del lugar, que incluye 152 especies ornitológicas, entre ellas algunas rapaces como el Halcón Peregrino y la Lechuza, así como diferentes especies de aves zancudas como la Garza real.