Resumen
Cerca del río Amaseno se alza la imponente Abadía de Casamari. Fundada por monjes benedictinos en el siglo XI, a principios del XIII pasó a manos de la Orden monástica Cisterciense , que modernizó y amplió la estructura. Hoy es uno de los monumentos más notables de la arquitectura cisterciense-gótica que ha permanecido intacta.
Entre las esculturas del coro de madera, destaca la figura de un pequeño cisne de marquetería que se talla el pecho con el pico. En la luneta del Portale dei Conversi está representado el emblema del Árbol de la Vida flanqueado por dos cruces templarias. Una peculiaridad de la arquitectura cisterciense es la casi ausencia de elementos decorativos, destinados a no distraer a los fieles de la oración. A pesar de ello, en uno de los capiteles del claustro se reproducen tres rostros que representan a Federico II de Suabia, a su canciller Pier delle Vigne y, posiblemente, a Joaquín de Fiore, lo que pone de relieve la estrecha relación entre el emperador y los monjes cistercienses.