Cala Luna, la playa más espectacular del Mediterráneo
Aquí el mar tiene mil matices, acantilados y arrecifes rocosos, un pequeño lago, pequeñas playas encantadoras y un denso matorral mediterráneo. Un escenario variado que hace de Cala Luna una de las playas más bellas de todo el Mediterráneo.
Es la perla del Golfo de Orosei, en la costa este, frontera entre Barbagia y Ogliastra, un auténtico símbolo de Cerdeña. La naturaleza es salvaje, no contaminada. Te embrujará.
¡Estamos en la luna!
En el dialecto de Nuoro, luna se dice elune. Este era el nombre que le daban a Cala Luna los pastores que solían llegar a pie desde el pueblo de Baunei, un viaje que les costaba ocho horas. A sus ojos, era como ir a la luna. Además, la cala tiene una forma característica de media luna.
Estamos en la desembocadura del río Illune, un torrente que a lo largo de los siglos ha esculpido un cañón, una garganta por la que fluye el agua, que a su vez alimenta un pequeño lago, inmediatamente detrás de la playa. Alrededor encontrarás adelfas en flor y la fragante vegetación de matorral mediterráneo. También hay un bar.
Dentro de este escenario se encuentra Cala Luna, bien protegida de los vientos: 800 metros de grava calcárea y arena que parece talco, tallada en los acantilados que rodean la ensenada. Cinco cuevas permiten descansar a la sombra durante las horas más calurosas del día. El lugar ha atraído a muchos directores de cine, que lo han elegido como plató. Entre ellos, Lina Wertmüller, que ambientó ahí Insólita aventura de verano.
Todos al agua
El fondo marino de Cala Luna es muy poco profundo durante los primeros metros, por lo que también es apto para los niños, pero luego repentinamente se hunde, ideal para practicar snorkel o buceo. Estarás en compañía de numerosos peces, que nadan en bancos o en solitario. No faltan pulpos y estrellas de mar. En la zona, muchos centros especializados organizan excursiones acuáticas guiadas o alquilan equipos de buceo.
Llegar a Cala Luna a pie es complicado, cuesta tiempo y es bastante difícil. El consejo es reservar un minicrucero de un día.
Generalmente se parte de Cala Gonone. La Grotta del Bue Marino (gruta del buey de mar) fue en su día el hábitat de la foca monje, llamada buey de mar por el característico grito que emite; en su interior podrás acceder a lagos de agua dulce, alimentados por ríos subterráneos. También está la Gruta del Milagro, cuyo nombre no decepciona. Las estalactitas se ramifican en todas las direcciones, creando una espectacular catedral geológica. A continuación, podrás admirar Cala Mariolu y Cala Biriola. Las piscinas de Venus sólo son accesibles por mar, así que no te pierdas estas paradas. La playa es de guijarros y arena gruesa; el mar tiene un color turquesa tan perfecto, gracias a los manantiales que brotan de los acantilados y del fondo marino, que los barcos parecen suspendidos en el aire. Sumérgete y nada.
Senderismo, trekking, escalada
Los escaladores experimentados pueden hacer ascensiones por escarpados acantilados con vistas al mar esmeralda, en sesiones de escalada panorámica.
Para descubrir Cala Luna por tierra, en cambio, te espera el trekking, a veces desafiante, por tres senderos. El que está mejor marcado es el que parte de Cala Fuili, para los demás es mejor contar con guías locales expertos. De Cala Fuili a Cala Luna hay unos 7 kilómetros. Algunas grutas ofrecen sombra y descanso. Lo mejor es salir temprano por la mañana, para apreciar los fascinantes colores de las rocas, iluminadas por los primeros rayos del sol.
Ciclismo de montaña
Alquilar una bicicleta de montaña es fácil y te ofrece la oportunidad de visitar las zonas del interior. Pedaleando, pasarás por cuiles, las antiguas cabañas de pastores, construcciones de piedra caliza. A continuación, en la meseta, a 200 metros de altitud, encontrarás cabañas y estructuras romanas utilizadas en su día como almacenes, con piedras de molino y fragmentos de tinajas. Una excursión fascinante para alternar con la vida en el mar, para adentrarse en la historia y la cultura de la región.