Resumen
A más de 1300 metros de altitud, entre picos, bosques y pastos, Brusson se ubica en un tramo del valle de Ayas en el que comienzan a agolparse las oportunidades de dar espléndidos paseos por la montaña. Es un entorno con una buena exposición al sol, excelente en verano, pero también propicio para los deportes de invierno gracias a los remontes y a las largas rutas de fondo que parten de la zona de Estoul, a la que se puede llegar en coche, en las alturas sobre la localidad. Desde Estoul, el punto de atracción geológica pero sobre todo naturalista y paisajística lo ofrecen los lagos de Palasinaz, a unas dos horas y media de caminata por senderos a lo largo de las rutas marcadas como 5 y 4. Si se quiere hacer todo el recorrido, el desnivel es de casi 700 metros. Las marmotas y las águilas están prácticamente garantizadas, pero con un poco de suerte también se pueden ver gamuzas o cabras montesas.
El aspecto histórico de los atractivos de Brusson incluye la subida al castillo de Graines, al sur del pueblo, y sobre todo en verano, la visita a la antigua mina de oro de Chamousira, que permaneció activa hasta finales de los años 80 y que luego se recuperó para permitir el descubrimiento de su emocionante mundo subterráneo.
¿Toques finales no menos importantes? Los quesos de la quesería local y, cada dos veranos, en alternancia con Gressoney, una fase eliminatoria de la «Bataille des Reines», combate no sangriento entre vacas para descubrir cuál es la «reina» del año: la final, por supuesto, se celebra en Aosta.
