En bicicleta de Milán a Sanremo
3 minutos
Está el atractivo de la historia, el de la tierra con sus deliciosos frutos y el de las inolvidables hazañas deportivas.
Es una carrera muy famosa, que ha marcado la historia del ciclismo. Hablamos de la Milano-Sanremo, un recorrido de nada más y nada menos que 293 km, lo que la hace totalmente imprevisible: cualquiera de los profesionales de la salida puede ganar. Pero los aficionados que no tengan ambiciones competitivas pueden disfrutarla de otra manera: elegir un tramo de la larguísima ruta y combinar la excursión sobre dos ruedas con una visita cultural o una cata de vinos. Hay muchas cosas por hacer. Vamos a verlo juntos.
En Pavía, donde se respira historia
Desde el Velódromo Vigorelli de Milán, la ruta se dirige decididamente hacia el sur. A pocos kilómetros llegas a Certosa di Pavia, el monasterio gótico-renacentista con su famosa fachada tallada en mármol, y poco después entras en la ciudad que se extiende a orillas del río Ticino. Si quieres bajarte del sillín, puedes pasar un rato en la Basílica de San Pietro in Ciel d'Oro, uno de los monumentos medievales más importantes de Lombardía. Un apunte histórico: esta es la iglesia donde descansan los restos de San Agustín y donde, en 1115, Federico Barbarroja fue coronado rey de Italia. No muy lejos se encuentra el Castello Visconteo, la otra joya de la ciudad, que alberga los Museos Cívicos, entre ellos el Museo del Risorgimento y la Pinacoteca Malaspina. Unos pasos en dirección al río y te encuentras en la Piazza della Vittoria, el salón al aire libre dominado por pequeños restaurantes, bares y el Palacio del Broletto: un maravilloso ejemplo de arquitectura medieval y el más antiguo de toda Lombardía (data del siglo XII).
En el alto Monferrato, entre el aroma de los viñedos
Pedaleando hacia el sur, una vez pasada Voghera, el valle del Po da paso a las primeras colinas de los Apeninos. Llegas a Ovada, que con sus caruggi es una anticipación visual de los destinos más blasonados de la costa. Pero hay otra razón por la que merece la pena detenerse en esta ciudad: su riqueza gastronómica y vinícola, que procede directamente de la tierra. Al fin y al cabo, estamos en el Alto Monferrato, la tierra de los vinos (por nombrar dos: Barbera del Monferrato DOC y Dolcetto di Ovada DOC), las trufas y las setas. Una advertencia: esta no es la comida idónea para hacer frente al siguiente tramo del recorrido de la carrera, que ya empieza a ser desafiante. Desde aquí, de hecho, comienza el ascenso hacia el Paso del Turchino, a 532 metros de altitud: el desnivel no es tan exigente (346 metros), pero la longitud pondrá a tu cuerpo a prueba durante unos buenos 25 km. Si te decides a abordarla, déjate llevar por el recuerdo de una hazaña legendaria: la de Fausto Coppi, que en 1946 inició una ardiente fuga en esta subida.
En la Riviera di Ponente, entre el mar y las colinas
Desde el Turchino, el descenso es una zambullida en Genova Voltri, seguida de un largo tramo en la costa occidental, a través de lugares emblemáticos que son símbolo del turismo ligur: Varazze, Albenga, Imperia y San Lorenzo al Mare. Mirando la ladera junto al mar, a algunos les apetecerá dirigir el manillar hacia el monte. Si es así, cede a la tentación y desvíate de la ruta oficial. Te encontrarás entre acantilados escarpados, bosques de pinos marítimos y olivos milenarios, terrazas naturales desde las que podrás admirar el panorama. Si, por el contrario, prefieres continuar por la ruta de la Milano-Sanremo, debes saber que te diriges a la parte más dura de la competición. Frente a ti, de hecho, están los famosos tres Capi: Capo Mele, Capo Cervo y Capo Berta, tres promontorios que han marcado la historia de esta competición, a los que siguen dos subidas: la Cipressa (más de 5,6 km con una pendiente media del 4,1 %) y el Poggio di Sanremo, a 9 km de la meta, una subida de 3,7 km con una pendiente media inferior al 4 % y picos del 8 %. Hay que prestar mucha atención al descenso, que tiene un coeficiente técnico exigente: pedaleas por una carretera asfaltada que se estrecha en algunos puntos, con curvas de horquilla, curvas y contracurvas que requieren precaución. En Sanremo, donde transcurre la última parte de la ruta, puedes bajar la guardia y estirar las piernas: quizás con un paseo por el casco antiguo, la llamada «Pigna», y una parada en los jardines de Regina Elena, desde los que puedes admirar el mar.
Editado por la redacción de RCS Sport.