El parque del Conero y la bahía de Portonovo
Desde Porto Recanati, famosa por las composiciones líricas de Giacomo Leopardi, zarparás en dirección al Parque del Conero, pasando por Numana. Después de una milla avistarás Sirolo, un espléndido pueblo con playas encantadoras que conduce al Parque Natural de Conero. Navega con el barco en dirección a la bahía de Portonovo, bordeando los farallones de las Due Sorelle, una zona costera ideal famosa por sus «moscioli», una variedad de mejillones típica de los acantilados, que no debes dejar de degustar.
Ancona, la ciudad de las dos puestas de sol
Después de superar el Conero, dirígete a Ancona, conocida como la «ciudad de las dos puestas de sol» por su posición única. En el pasado fue una república marítima que planteó una fuerte competencia a Venecia, y la ciudad merece una visita para admirar los testimonios de su gloriosa historia. En particular, descubrirás la Catedral de San Ciriaco, la Mole Vanvitelliana y el Arco de Trajano.
Fano, ciudad romana
De vuelta a bordo, zarpamos de nuevo hacia Fano. A la izquierda, dejarás Senigallia y su famosa playa con la Rotonda sul Mare. Fano está a 34 millas. Una vez en la Marina dei Cesari, disfrutarás de un paseo por el interior de las murallas romanas de la ciudad. No te pierdas la visita a las grutas de Vitruvio y prueba la «moretta», el café de los pescadores, preparado con azúcar, anís y ralladura de limón.
Rímini, hogar del «director del los sueños»
Dejando Fano, retomamos la ruta hacia Pésaro, ciudad natal del gran compositor de «El barbero de Sevilla», Gioacchino Rossini. No pierdas la oportunidad de visitar la espléndida Urbino, una ciudad renacentista que dista solamente 30 kilómetros de la costa. A continuación dirígete a Rímini, pasando por las conocidas localidades marítimas de Gabicce, Cattolica y Riccione. El centro histórico de Rímini conserva el recuerdo de su hijo más ilustre en la época contemporánea, Federico Fellini, pero también custodia con orgullo los testimonios de riquezas más antiguas, como una «domus» romana, el Puente de Tiberio, el Arco de Augusto y el Templo Malatestiano.
Marina di Ravenna y los mosaicos
Si tu viaje continúa hacia Rávena, debes hacer una parada obligatoria en Cesenatico, con el característico y espectacular puerto-canal, diseñado por el genio indiscutible de Leonardo da Vinci. Aquí se encuentran anclados los barcos de pesca típicos de la franja adriática, los «bragozzi» y los «trabaccoli». En el Museo de la Marinería se conservan antiguas embarcaciones. Un poco más arriba, te toparás con Cervia, una encantadora localidad con un frondoso bosque de pinos en la playa, que ofrece un precioso frescor a los bañistas, y las históricas salinas, de las que aún se obtiene la sal dulce de Cervia. Si el siroco acude en tu ayuda, en menos de dos horas estarás en Marina di Ravenna. Amarra en el puerto deportivo de Marinara y dirígete al centro histórico de Rávena, Patrimonio de la UNESCO. Allí podrás admirar los mausoleos de Teodorico y Gala Placidia, los famosos mosaicos, las iglesias de San Vitale y Sant'Apollinare in Classe, además de la tumba de Dante Alighieri.
Comacchio, entre playas y valles
Partimos de nuevo en dirección a Porto Garibaldi. Aproximadamente 12 millas más adelante, llegarás al Parque del Delta del Po, bordeando áreas pantanosas pobladas por flamencos. Aquí desembarcó Garibaldi perseguido por la flota papal. Este lugar también se conoce como Magnavacca, del latín «magnum vacuum» (gran vacío), que describe la depresión de los Valles de Comacchio. Una vez en Comacchio, déjate cautivar por las casas de colores a lo largo de los canales. En la costa se encuentran los 7 Lidi di Comacchio, renombrados centros balnearios, conocidos también por algunos lugares turísticos y culturales, como la necrópolis de Spina, la Abadía de Pomposa o el Boscone della Mesola. Navegando a lo largo del río, o tomando el camino de tierra, podrás llegar a la cercana Ferrara, con sus maravillas renacentistas.