Saltar el menú
Arte y cultura
El poeta exiliado en Emilia-Romaña

Dante en Rávena, entre franciscanos, mosaicos bizantinos y pinos piñoneros

Tipología
car route
Duración
3 días
Número de etapas
6
Dificultad
Fácil

Dante ciertamente no era de Romaña, pero su vida estuvo fuertemente vinculada a Rávena y a la región. La acogida humana e intelectual que encontró tal vez amortiguó un poco la ira que sentía hacia Florencia, que lo había obligado al exilio, hasta tal punto que Dante se quedó aquí y aquí todavía se halla desde hace siete siglos.

Recorrer estas calles y repasar los lugares de Rávena que recuerdan a Dante, como el sepulcro, los edificios, las iglesias y la naturaleza, implica reconocer que, aunque forastero, fue a todos los efectos un ciudadano honorario.

Tumba de Dante

Tumba de Dante

Ver Rávena a través de la obra de Dante es ciertamente más complicado que buscar a Leopardi en Recanati o a Leonardo en Milán. Para acceder a Casa Leopardi solo tienes que pagar una entrada, como en Milán, donde puedes admirar «La última cena». El único testimonio material del paso terrenal de Durante di Alighiero degli Alighieri (conocido simplemente como Dante Alighieri) por Rávena son sus huesos, depositados en un sarcófago de época romana.

Pero no se hace poesía con ladrillos ni pigmentos sobre las paredes. Por ello, si bien en Recanati puedes buscar la hermosa colina de «El infinito» de Leopardi o, cerca de Milán, fotografiar el escarpado curso del río Adda, que sirve de telón de fondo a «La Virgen de las rocas», en Rávena nada de esto es posible.

No obstante, hay que rendir homenaje a la tumba de Dante, no solo porque sea una pequeña construcción neoclásica de marcado carácter civil, sino también porque, sobre el sarcófago del poeta, se puede admirar un notable bajorrelieve de Dante, inmerso en la lectura, esculpido por el artista renacentista Pietro Lombardo a finales del siglo XV. Además, cada día, cerca de la tumba de Dante, se lee en voz alta un canto de «La comedia», la cual Giovanni Boccaccio definió como «divina».

Casa Dante

Casa Dante

Se inauguró un Museo Dante en la calle del mismo nombre, muy cerca de la tumba del poeta, en el marco de las celebraciones del sexto centenario de su fallecimiento en 1321. En un principio, el Ayuntamiento lo ideó como depósito de reliquias, con placas y objetos procedentes de todo el mundo con motivo de las celebraciones de 1908 y 1921. Luego, con el tiempo fue evolucionando, por lo que se organizó una gran exposición de las colecciones y se enriqueció aún más con una sección didáctica a cargo del Centro Dantesco de la Biblioteca Classense.

La última incorporación tuvo lugar en el mes de septiembre de hace dos años, cuando, en una residencia nobiliaria del siglo XIV, también contigua a la tumba, se abrió la Casa Dante. Se trata de un nuevo espacio multifuncional con salas de exposiciones, librería, un taller didáctico y una zona final: el patio meditativo, continuación de la zona del silencio, creada para respetar el descanso de Dante alrededor del sarcófago.

Basílica de San Francesco

Basílica de San Francesco

Está todo encerrado en una pequeña parcela de tierra. Como la actual Casa Dante, pero desde hace mucho más tiempo, la iglesia y el convento de los franciscanos de Rávena también están literalmente junto a la tumba del insigne poeta. Aquí se enterraron inicialmente los restos de Dante. Y aquí es donde, a principios del siglo XIX, cuando las reformas napoleónicas suprimieron las órdenes religiosas y requisaron los conventos, los frailes se vieron obligados a abandonar no solo la iglesia y el convento, sino también lo que quedaba de Dante. El final de la historia es digno de una novela. Cuando los frailes recuperaron el convento y se llevaron a cabo algunas obras de mantenimiento, el 25 de mayo de 1865 un albañil encontró una caja de madera en la que un estudiante leyó la siguiente inscripción: Dantis ossa a me Fra Antonio Santi hic posita anno 1677 die 18 octobris, es decir, «Aquí fueron depositados los huesos de Dante por mí, fray Antonio Santi, el 18 de octubre de 1677». Fue la conditio sine qua non necesaria para poder hacer de la tumba de Dante algo más que un elegante edificio votivo vacío.

Sin embargo, al permanecer en la zona, se sigue apreciando de todos modos la influencia de Dante; de hecho, al recorrer Via Baccarini para visitar la Biblioteca Classense (te recomendamos ponerte en contacto con antelación) también podrás visitar la iglesia de San Romualdo, que forma parte de ella.

Basílica de San Apolinar el Nuevo

Basílica de San Apolinar el Nuevo

La relación entre la basílica de San Francesco y la de San Apolinar el Nuevo es la historia que comparten. En efecto, ambas se remontan a la Antigüedad tardía de los reinos romanobárbaros y ambas tuvieron que ver con Dante. Aunque la basílica de San Apolinar el Nuevo no parece ser tan «dantesca», al leer el canto vigesimonoveno del «Purgatorio», con las sacrosantas Vírgenes que convencen a Dante de grandes cosas en las que pensar para poner en verso y los veinticuatro señores, de dos en dos, nos damos cuenta de que se trata de una traducción poética de las figuraciones de los mosaicos que se encuentran a lo largo de las paredes de esta iglesia. Una secuencia de mártires y santas, distribuida a lo largo de la nave de San Apolinar el Nuevo, sin contar con las síntesis visuales del puerto de Classe y del palacio de Teodorico, ofrece una muestra de calidad casi sin parangón en el mundo.

Para comprobarlo en persona, basta con que camines algunas manzanas desde la basílica de San Francesco hasta que veas la fachada de San Apolinar el Nuevo, incluido el cilindro de su campanario, en pie desde hace más de doce siglos.

Basílica de San Apolinar en Classe

Basílica de San Apolinar en Classe

Leyendo los versos que van del 97 al 104 del decimocuarto canto del «Paraíso», donde Dante y Beatriz ascienden al cielo de Marte y donde los espíritus forman una cruz luminosa en cuyo centro resplandece Cristo, es inevitable pensar en la cruz con el Cristo en el centro en un cielo estrellado que destaca como un mosaico en la bóveda del ábside de San Apolinar en Classe. Se trata de la representación simbólica de la Transfiguración, donde las figuras de Moisés y Elías flanquean la cruz y, a sus pies, en un paisaje abstracto de rocas, árboles, flores, arbustos y aves, san Apolinar aparece rezando entre doce ovejas que simbolizan el rebaño de los fieles.

Classe, en la época romana, era la sede del puerto de Rávena y estaba separada de la ciudad por sus marcadas funciones bélicas. Llegar a pie, algo perfectamente posible, te llevará aproximadamente una hora, mientras que en bicicleta tardarás menos de veinte minutos y en coche ni siquiera un cuarto de hora. Los trenes regionales de transporte público, de Rávena a Classe, son rapidísimos y bastante económicos.

Aunque queda más a desmano que las primeras etapas del itinerario, todas céntricas y urbanas, algunas muy cerca unas de otras, nadie que vaya a Rávena puede dejar de visitar esta iglesia.

Pinar de Classe

Pinar de Classe

No es necesario que visites los mosaicos bizantinos mientras lees «La divina comedia» para asegurarte de que la divina foresta spessa e viva (divina florestas espesa y vida) que se menciona en el canto veintiocho del «Purgatorio» se identifica con la pineta in su 'lito di Chiassi (el pinar de Chiassi). También queda claro que el nombre del lugar, Classe, aquí se retuerce (en la estructura de tercetos encadenados a la que el poema se vincula en todo momento) ante la necesidad de rimar con passi (pasos) dos versos después.

El pinar se extiende a lo largo de 900 hectáreas al sureste de la basílica de San Apolinar en Classe y después de Dante se ha ganado toda una serie de referencias literarias, desde Boccaccio hasta Byron, por el encanto y la riqueza de su vegetación de pinos piñoneros, encinas, carpes y arbustos mediterráneos. Área natural de libre acceso, parte integrante del parque del Delta del Po, es uno de los mayores pulmones verdes de la Riviera adriática.

El aspecto salvaje del pinar es una de sus características más fascinantes. En términos naturalistas, la vegetación mediterránea se alterna con prados áridos y bajuras inundadas de agua salobre o dulce, como en el caso de los oasis de Ortazzo y Ortazzino, cerca de la desembocadura del torrente Bevano. La protección puesta en práctica garantiza la protección del hábitat donde viven ruiseñores, petirrojos, trepadores azules y lechuzas, así como una discreta presencia de anfibios y reptiles.

Te recomendamos visitarlo en bicicleta o, como solía decirse en broma, en el caballo de san Francisco, es decir, a pie.

¡Ups! Hubo un error al compartir. Acepta las cookies de perfil para compartir esta página.