Resumen
Las pequeñas estatuas de enanos («nani») que se alinean en el muro que rodea la villa son el motivo del apodo, debido al hecho de que este no era el único edificio que poseía la familia Valmarana en Vicenza y sus alrededores: había que encontrar una manera de distinguirlo de los demás. En cuanto a las estatuillas, originalmente no estaban en fila, sino dispersas por el parque, y bastarían por sí solas para convencerte de que hicieras aquí un alto en el camino.
Corría el año 1736 cuando Giustino Valmarana encargó a Francesco Muttoni, arquitecto lombardo, que mejorara la villa que acababa de comprar junto con su hermano. Unos veinte años más tarde, Giambattista Tiepolo y su hijo Giandomenico fueron contratados para que decoraran la villa con algunos frescos. Giambattista Tiepolo era ya un profesional reconocido, al que los críticos contemporáneos de la historia del arte no han dudado en llamar «el último gran protagonista de la decoración monumental en Europa».
Los temas de los espléndidos frescos son las obras clásicas, como la «Ilíada» y la «Eneida», y los grandes poemas clásicos italianos, desde el «Orlando furioso» de Ludovico Ariosto hasta la «Jerusalén liberada» de Torquato Tasso. Se pueden reconocer apuntes de temas bastante innovadores para la época en el trabajo de su hijo Giandomenico en las siete estancias de la Foresteria: inspiraciones chinas, góticas y carnavalescas. En el sótano, una «sala inmersiva» evoca la vida y las vicisitudes del lugar.
