Decimoséptima etapa del Giro de Italia 2023: de Pergine Valsugana a Caorle

La decimoséptima etapa del Giro de Italia 2023, el miércoles 24 de mayo, parte de Pergine Valsugana, a pocos kilómetros de Trento, localidad dominada por el histórico y poderoso Castel Pergine, antiguo bastión de época prerromana de estilo gótico, que servía de puerta de entrada a la Valsugana, en una posición estratégica entre el Trentino y el Véneto.

La fortaleza fue ampliada en el siglo XIII d. C., y se convirtió, a finales de la Edad Media, en propiedad de la condesa del Tirol Margarete Maultash (Margarita, llamada Boccagrande) y, posteriormente, del emperador Maximiliano I de Habsburgo.

Entre las hipótesis del origen del nombre, la más acreditada es del término latino «pergus», en italiano «poggio», lugar sobre una altura.

El centro está plagado de palacios nobiliarios, edificios militares, monumentos e iglesias, y muchas fuentes, entre ellas la Fontana Saliente, conocida por sus caballitos de mar. Las calles más visitadas son: la Via Maier, con sus característicos pórticos y su estilo renacentista, la histórica Via Pennell' y la Piazza del Municipio, con el elegante palacio municipal de finales del siglo XVII.

La ciudad se refleja al sur en las aguas transparentes del lago de Caldonazzo y está rodeada de montañas, con un paisaje espectacular para aquellos que tienen la suerte de admirarlo. En el lago podrás practicar muchas actividades deportivas, como la natación, la vela, el windsurf, el esquí acuático, la canoa y el piragüismo. Por su parte, en las cimas de la Valsugana es posible disfrutar de gran variedad de emocionantes rutas de senderismo con varios niveles de dificultad, además de practicar trekking, escalada y ciclismo, gracias al carril bici de Brenta-Valsugana, que recorre un tramo panorámico de 80 kilómetros que va del lago de Caldonazzo a Bassano del Grappa. En invierno, sin embargo, es posible practicar todo tipo de deportes de nieve y hielo, como esquí, esquí de travesía, snowboard, trineo, raquetas de nieve,escalada sobre hielo y patinaje, en un territorio plagado de recursos, con muchos pequeños lagos en los alrededores.

La naturaleza virgen de una verde llanura con pastizales y montañas boscosas garantiza a la cocina local una genuinidad inconfundible y extraordinaria, que se reconoce, por ejemplo, en la tradicional polenta de la Valsugana, producida con una variedad de maíz que se cultiva en esta zona desde el siglo XIX, para saborear junto a guisos de carne, a los exquisitos quesos de pastor o bien acompañando a las setas que se recogen en los bosques en verano y en otoño.

Desde Pergine Valsugana, la carrera sigue el recorrido de la antigua Via Romea Germánica y, descendiendo a lo largo del curso del río Brenta, pasa por Borgo Valsugana hasta llegar a Bassano del Grappa, en la provincia de Vicenza, y a Castelfranco Veneto, en la provincia de Treviso, atravesando el territorio de Valdobbiadene, con sus pintorescas colinas, patrimonio de la humanidad de la UNESCO.

En Bassano del Grappa, merece la pena visitar el monumental Ponte degli Alpini, también llamado Ponte Vecchio sul Brenta, diseñado por el arquitecto Andrea Palladio (siglo XVI d. C.), uno de los más característicos de Italia, que nos lleva a descubrir, en el antiguo pueblo, el Museo della Grappa, que alberga una sala de exposiciones. En ella es posible degustar y comprar el preciado destilado, tal vez para tomar al final de la comida, después de degustar los platos típicos a base de espárragos blancos de Bassano DOP y la cebolla rosa de Bassano, con certificado Presidio Slow Food.

El recorrido llega al mar en Jesolo y, remontando la costa, alcanza el final de esta etapa en el Véneto. Nos da la bienvenida Caorle, pequeño y bonito municipio perteneciente a los pueblos históricos marineros de Italia, galardonado con la Bandera Azul y la Espiga Verde, que con su extensa costa de arena dorada que se prolonga durante casi 20 km, se encuentra entre los destinos turísticos más populares de la península.

La toponimia se remonta al término latino «caprula» (cabra salvaje). Las excavaciones arqueológicas datan los primeros asentamientos en el territorio incluso en la Edad de Bronce (antes del siglo XII a. C.), pero las primeras fuentes históricas se remontan al siglo III a. C., en la época romana.

El centro histórico parece proyectarse sobre el mar Adriático y está dominado por el antiguo campanario cilíndrico de la Catedral de Caorle. Su exterior es de un austero estilo románico con elementos bizantinos, data de 1038 y está consagrada a san Esteban Protomártir (de quien se conserva el cráneo), construida sobre las ruinas de una basílica paleocristiana (siglo VI d. C.). En el interior alberga valiosas obras de arte, un verdadero cofre del tesoro, entre frescos, pinturas y el retablo de oro.

Las callejuelas estrechas y las casas de colores, entre calles, plazas y plazoletas, se extienden hasta el promontorio donde se encuentra el Santuario de la Madonna dell'Angelo, reconstruido en el siglo XVIII sobre una basílica del siglo X d. C., con su campanario del siglo XIII d. C., equipado en la actualidad con tres campanas de bronce, que en el pasado se utilizaba como faro.

Caorle es un lugar muy impactante, con mucha historia a sus espaldas y raíces profundas, cuyas huellas se encuentran todavía esparcidas por todo el territorio, como en la laguna, dividida en seis valles, donde es posible visitar los antiguos «casoni», las típicas casas de madera recubiertas de paja y cañas del pantano, donde vivían las familias de pescadores desde el siglo XV d. C., y que parecen pertenecer a la escenografía de una película.

La antigua tradición pesquera ha sabido combinarse aquí con la innovación más moderna, en un proyecto de turismo de pesca sostenible, que incluye actividades recreativas a bordo de embarcaciones de pesca profesionales.

La gastronomía de estas tierras nos habla de mar y de marineros bien anclados a su tierra: de hecho, la cocina típica combina, los productos de la pesca con las hortalizas del interior y los preciados vinos Piave DOC. No puedes irte sin probar la pasta a la tinta del calamar, los «moscardini» hervidos y las sabrosas sardinas en «saor», para degustar como aperitivo: sardinas fritas y marinadas con un condimento de cebollas cocidas con vinagre, piñones y pasas, que servía a los pescadores para conservar el pescado durante los largos trayectos en el mar.