Los paisajes de Piamonte, tierra de aguas y llanuras

Al hablar de los lagos del Piamonte, se han utilizado expresiones como "acuarelas de Dios", "lugares de hadas" para evocar algo tan bello que va más allá de la imaginación. Sin embargo, la belleza aquí, ciertamente favorecida por una naturaleza pictórica que se presenta en sus más altas y eclécticas expresiones, es en gran medida obra de la habilidad humana que ha sabido concebir auténticas obras maestras. Los viajeros de todas las edades que acuden a estos lagos se quedan embelesados con estos pequeños universos de deleite y elegancia. Paraísos de agua y costas pobladas que enriquecen el encanto de unas vacaciones en el Piamonte. Así que hay mucho donde elegir: El Lago Mayor con el archipiélago de las Islas Borromeo; el encantador Lago de Mergozzo y los numerosos lagos alpinos de los Valles de Ossola; el evocador Lago de Orta, que protege un tesoro de belleza y misterio, la Isla de San Giulio con su austera Basílica, uno de los monumentos románicos más importantes del Piamonte; los Lagos de Viverone y Mucrone en la zona de Biella; los Parques Naturales del Lago de Candia y los Lagos de Avigliana en las afueras de Turín.

El Bajo Piamonte, entre el río Po y los Apeninos ligures, alberga un paisaje montañoso, sinuoso y suave que es uno de los más famosos de Italia: las Langhe y el Monferrato. Aquí, la tierra y el hombre han hecho y siguen haciendo las cosas con seriedad, creando un modelo donde el trabajo produce riqueza y belleza. Estamos en las tierras medias, enclavadas entre las imponentes montañas y la gran llanura donde, como escribió Mario Soldati, se alternan un matorral alto y salvaje que se diría inaccesible como una selva y un inmenso panorama de viñedos perfectos, donde el monumental cultivo de la vid caracteriza todo el paisaje y con él la vida, la cultura y el lenguaje de los lugares. El vino es aquí un pensamiento local envolvente, casi una "religión", un tesoro desafiante y fascinante que hay que atesorar en cada cosecha, estación, día o momento: un patrimonio de conocimientos acumulados a lo largo del tiempo, construido para despertar pasiones y sentimientos intensos y reconocibles. Un paisaje bello, gracias a la experiencia y el temperamento de quienes lo habitan, no tanto porque esté domesticado sino porque es auténticamente doméstico.

Ya desde la llanura, avanzando hacia el corazón del Piamonte, se capta toda la coherencia del nombre de esta región: se está, en efecto, al pie de montañas, de muchas montañas que se alzan altas y severas en el horizonte, con formas sólidas e imponentes. Pero es subiendo por las crestas cuando el cuadro se vuelve impresionante, con un paisaje de la "cima del mundo" que quita el aliento, con una escabrosidad amplia y espectacular que habla una lengua alpina con una inflexión totalmente piamontesa, marcada a veces por sonidos occitanos y franceses. Una imagen marcada por altas cumbres e interminables aberturas donde se puede respirar profundamente y recargar las pilas con energía, aventura y bienestar. 

Por fin estamos en la "verdadera" montaña [...] como dice Edmondo De Amicis, una montaña en la que los caminos más bajos cuentan las fatigas del trabajo y los más altos las alegrías de las excursiones, confirmando lo que dice Guido Rey: "La montaña está hecha para todos, no sólo para los montañeros; tanto para los que desean descansar en la tranquilidad como para los que buscan un descanso aún mayor en la fatiga".

Entre montañas y llanuras, los valles del Piamonte parecen competir para dar a cada uno su propia identidad e imagen. El flujo de los ríos, empezando por el más grande de Italia, el Po, ha modelado sus perfiles, pero también sus tradiciones y modos de vida, formando una red bien conservada de paisajes naturales y culturales. Si las crestas ejercen todo su encanto alpino, los valles dejan boquiabiertos por su riqueza y variedad ambiental, haciendo que parezcan jardines interminables, donde la naturaleza y la mano del hombre han formado una sobria alianza. 

Y la sorpresa continúa por la antigüedad y la belleza de los pueblos que salpican las laderas mejor expuestas, donde el "silencio infinito" se rompe con las llamadas de las antiguas costumbres y los sonidos de las fiestas tradicionales. Aquí, capas de historia militar y religiosa, de culturas fronterizas, de recuerdos locales dan forma a recónditos tesoros de arte, civilización, lenguas y dialectos, y sabores que es agradable descubrir en sus viajes por el Piamonte.