Construida en los siglos XV y XVI, la iglesia alberga un fresco del Juicio Final, que se ha conservado gracias a una cuidadosa restauración. Esta pintura es interesante por la imponente articulación estructural dividida en tres bandas: la de los Condenados, la de los Penitentes, y la última en la que aparece San Pedro flanqueado por Cristo sentado en el Trono.