Resumen
El par de rascacielos, en el extremo sur de Isola, se llama Bosco Verticale (Bosque Vertical) (o «Vertical Forest» en el debate arquitectónico internacional) porque está literalmente cubierto de vegetación. Concebidos y realizados por el arquitecto Stefano Boeri —nacido en 1956, en el pasado también presidente de la Triennale, uno de los mayores centros de exposiciones urbano-arquitectónicas de Milán y de toda Europa desde los años 20—, los rascacielos no tienen nada de innovador en términos de forma. Como ecología urbana, son una verdadera revolución. La idea que ha estado y sigue estando de base en el proyecto es construir edificios que formen islas autosuficientes desde el punto de vista medioambiental en el corazón de las zonas urbanas, al recrear el microclima natural de un bosque, con sus criaturas y seres vivos. La síntesis de clorofila que procesan las plantas puede considerarse un recurso valioso para que la humanidad contenga el calentamiento global generado en las ciudades.
Esta idea le valió al diseñador el Premio Internacional Highrise 2014 al rascacielos más bello e innovador del mundo entre ochocientos rascacielos de todos los continentes, «un ejemplo sobresaliente de revitalización de un centro urbano».
Constantemente fotografiado, aunque sea demasiado alto para el objetivo del teléfono, siempre ofrece un aspecto diferente a los ojos de quien lo contempla, y también de quienes lo habitan. Nos encontramos ante un derroche de colores que adoptan las más de 14 000 plantas perennes, los cientos y cientos de árboles y arbustos bien distribuidos en las distintas plantas de los dos rascacielos a medida que cambian las estaciones.
Via Gaetano de Castillia, 11, 20124 Milano MI, Italia