Resumen

El mausoleo de Cecilia Metella es conocido desde el Renacimiento como símbolo de la antigua vía Apia y atrae la atención de arqueólogos, arquitectos, dibujantes y paisajistas. Esta tumba monumental, edificada en la tercera milla de la vía Apia entre el 30 y el 20 a. C., está situada en una posición dominante respecto a la carretera, en el punto en el que se detuvo una colada de lava leucítica que se remonta a hace unos 260 000 años, expulsada por los montes Albanos.
La información que tenemos sobre la mujer a la que está dedicado es limitada, ya que solo conocemos algunos de sus grados de parentesco: el padre era Quinto Cecilio Metelo, cónsul en el 69 a. C., mientras que lo más probable es que el marido fuera Marco Licinio Craso, que había luchado junto a César en la Galia y era hijo del célebre Craso, miembro del primer triunvirato junto a César y Pompeyo. De este modo, el mausoleo de Cecilia Metela puede interpretarse como una conmemoración tanto de la mujer como de las glorias, riquezas y prestigio de su familia.
La base de planta cuadrada está realizada en conglomerado de cemento, forrado originalmente con bloques de travertino, mientras que el cilindro superior, todavía revestido con losas de travertino, tiene un friso de mármol con bucráneos y guirnaldas de flores y frutas interrumpido por un altorrelieve con trofeo de armas y la figura de un prisionero bárbaro. Originalmente, el cilindro estaba coronado por un montículo de tierra cubierto de vegetación. El interior de la tumba consta de una cámara funeraria de forma ligeramente cónica de unos 6,50 metros de diámetro, abierta en la parte superior por un óculo y cubierta con un muro de ladrillo. Actualmente, la parte superior del mausoleo está coronada por una elevación de mampostería de bloques de «peperino» que conserva una almenada de tipo gibelino, fruto de las modificaciones arquitectónicas realizadas por la familia Caetani para transformarlo en el torreón principal de su castillo.