Catacumbas de los Santos Marcelino y Pedro y mausoleo de Santa Elena
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Catacumbas de los Santos Marcelino y Pedro y mausoleo de Santa Elena
Resumen
En el área del mausoleo de Santa Elena, conocida como «ad duas lauros» o «inter duas lauros», dentro de esta propiedad imperial, desde finales de la época republicana surgieron necrópolis que se extendían a lo largo de la vía Labicana, la actual Casilina. Entre los siglos II y III d. C., esta zona estuvo ocupada por el cementerio de los «equites singulares», miembros de la guardia imperial. Durante las persecuciones cristianas, además, fue elegida como lugar para las tumbas de algunos mártires, objeto de inmediata veneración. Así, entre el 315 y el 325 d. C., Constantino construyó una basílica circiforme en el interior del «fundus», lugar cercano al palacio imperial del Sessorium, ocupado por cementerios de mártires, también se derruyó la necrópolis de la guardia imperial, que él mismo había disuelto al alinearse del lado de Majencio. El edificio se construyó en honor de los santos Marcelino y Pedro, que habían perecido durante la persecución de Diocleciano, con la construcción del mausoleo dinástico de su madre Elena, el emperador comenzó la cristianización monumental de la ciudad. La construcción tenía planta circular con un diámetro de más de 20 metros y estaba precedida, al oeste, por un atrio rectangular originalmente conectado al nártex de la basílica, aunque actualmente solo se conservan los cimientos. La base presentaba, internamente, nichos circulares y rectangulares, originalmente decorados con incrustaciones de mármol, mientras que la cubierta estaba formada por un mosaico que incluía dos vueltas concéntricas de ánforas de aceite de la península Ibérica. De ahí el nombre moderno de Tor Pignattara. En la basílica se estableció un sistema de catacumbas dedicadas a los santos Marcelino y Pedro, que contienen un rico conjunto de pinturas, principalmente del siglo IV d. C., y representan una verdadera galería de arte de la época. La demolición del edificio tuvo lugar probablemente entre los siglos XI y XII, coincidiendo con el traslado del cuerpo de santa Elena y el transporte de su sarcófago de pórfido a Letrán. A partir de ese momento, la propiedad imperial se transfirió a la Iglesia de Roma, confirmando el paso del poder del Estado a la autoridad eclesiástica. En el siglo XVII, en el interior del mausoleo, se construyeron la iglesia de los Santos Marcelino y Pedro y la correspondiente rectoría, ampliada en el siglo XVIII, cuando se cerró el nicho principal, donde se ubicaba el sarcófago de Santa Elena. La lectura de los testimonios en sus contextos de origen permite concretar la musealización del territorio: los hallazgos provenientes del cementerio de los «equites singulares» y de la catacumba subyacente ejemplifican la progresiva cristianización del suburbio. El monumento, además, ha sido restaurado y ahora está abierto al público, gracias a la colaboración con la Pontificia Comisión de Arqueología Sacra, con un recorrido que incluye la colección de los restos encontrados en las excavaciones.
Horarios
lunes - miércoles
10:00 am-12:00 pm
03:00 pm-05:00 pm
jueves
Cerrado
viernes - domingo
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