Resumen
Veintidós hectáreas de espléndida naturaleza rodean el castillo de Miramare, construido a mediados del siglo XIX por el archiduque Maximiliano de Habsburgo-Lorena, hermano del emperador austrohúngaro Francisco José y durante unos años gobernador de Lombardía-Véneto. La mansión era conocida en las escuelas de generaciones pasadas gracias a la oda Miramar de Giosue Carducci. Desde mediados del siglo XX, la servidumbre militar que lo vinculaba ha caducado, y está abierto al público.
De estilo ecléctico, con un amplio uso de la piedra de Istria, constituye uno de los ejemplos más completos e interesantes de residencia principesca que nos ha legado la segunda mitad del siglo XIX, por su suntuosa riqueza en mobiliario, pinturas y piezas de arte aplicado. En la finca, el Castelletto es el edificio en el que Maximiliano y su esposa Carlota de Bélgica residieron ocasionalmente mientras se construía el castillo propiamente dicho; este edificio fue testigo, en 1866 de la tragedia de su consorte, fusilado en el México, país del que había aceptado imprudentemente ser impuesto como rey.
Las aguas de Miramare presentan características hidrobiológicas de gran interés, y desde 1973 están protegidas como parque marino, el primero establecido en Italia, gestionado por el World Wildlife Fund Italia.
