Cento: pequeña capital fronteriza
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Ciento: capital cultural desde hace siglos
Cento, capital del arte
A menudo llamada «tierra fronteriza», Cento es quizás una de las ciudades más características y heterogéneas de la provincia de Ferrara. Situada a pocos kilómetros de su capital, siempre ha estado fuertemente influenciada por las ciudades de Bolonia, Módena y Reggio Emilia, que la rodean y que han modelado su historia, su aspecto y su cultura.
Su pertenencia secular a la diócesis de Bolonia le ha dado un aspecto arquitectónico de fuerte carácter, al igual que los fuertes lazos político-administrativos y la eterna lucha por domar las aguas tienen profundos vínculos con la zona de Ferrara.
La proximidad de los grandes y poderosos centros urbanos ha hecho de Cento un lugar de colaboración y conexión: el sólido espíritu de invención y sorpresa, que cobra vida en las formas más variadas, se ejemplifica en el famoso Carnaval que cada año atrae a la ciudad a miles de visitantes.
Cento como centro cultural desde el siglo XVI
Ya desde el siglo XVI, en pleno humanismo, Cento asume importancia desde el punto de vista cultural, al sentar las bases de la lengua italiana moderna. En 1543, Alberto Accarisio imprimió, con la ayuda de un impresor itinerante, su «Vocabulario, gramática y ortografía de la lengua vernácula», el primer glosario de la lengua vernácula, que retomaron casi ochenta años más tarde los académicos de la Crusca en el primer vocabulario de la lengua italiana.
Il Guercino visto por Goethe
Los grandes impulsos innovadores que caracterizan a la ciudad de Cento y a sus habitantes se reflejan en las obras de sus ilustres ciudadanos: si Accarisio quiso armonizar lo bueno en términos lingüísticos con su «vocabulario», las obras de Giovanni Francesco Barbieri, apodado «Il Guercino», llevan a cabo una suave revuelta al redescubrir una gracia tranquila y una grandiosidad libre.
El propio Johann Wolfgang von Goethe, en su «Viaje a Italia», reconoce y celebra la magnificencia y la sencillez que permiten al ojo, aunque poco ejercitado, reconocerlas a primera vista. Goethe, en su parada en Cento, también quedó impresionado por la extensión de los campos cultivados arrancados a los pantanos por el tenaz trabajo colectivo de los campesinos de Cento.
Cento y la cocina
La historia y la cultura de Cento se basan en la capacidad de convertir una limitación en un recurso, y este principio se refleja en todos los ámbitos de la vida de la ciudad, en todos sus acontecimientos y tradiciones.
La gastronomía también se basa en este principio y lo atestigua la arraigada tradición en la producción de embutidos, como la «salama da sugo» y el «cotechino», así como el uso de los productos que la zona húmeda en la que se encuentra la ciudad tiene para ofrecer. Un recordatorio de que estamos en una tierra fronteriza nos lo proporcionan también platos tradicionales, como el legendario «tortellino» de origen boloñés y el «tortellone» de calabaza de ascendencia estense. Artesanalmente, los preparan las manos de las legendarias «sfogline», que también son capaces de reelaborar con habilidad la tradición clásica.
Los talleres históricos
El centro histórico de Cento, con sus pórticos, es todo un centro comercial al natural. Tierra de molinos y fábricas de pasta, Cento ofrece al visitante la posibilidad de ir de compras y deleitar el paladar entre las innumerables tiendas y restaurantes antiguos. Un itinerario por la ciudad, entre puntos de interés histórico-artísticos y excelencias enogastronómicas, debe salir sí o sí desde la magnífica Piazza del Guercino. Dominada por la mole del Palazzo dei Conservatori (Palacio de los Conservadores) y «vigilada» por su elegante Torre dell’Orologio (torre del Reloj), la plaza acoge a los visitantes con sus pórticos y los guía a descubrir todo lo que ofrece la ciudad. El interior del palacio alberga la galería de arte moderno, que conserva obras de Giacomo Balla y Lucio Fontana. Piazza del Guercino es el punto más central del antiguo pueblo. A poca distancia se puede visitar la iglesia de San Pietro, que data del siglo XIII, sede de la Reverenda Fábrica del mosaico y adornada con obras de Guercino. Otro lugar símbolo de la ciudad es la basílica colegiata de San Biagio, obispo y mártir. Fundado como antiguo oratorio en el primer milenio, es querido por los habitantes de Cento por la dulzura del canto de sus campanas y por las numerosas obras de arte conservadas en su interior, entre las que destaca el cuadro de Guercino que representa a «San Carlo Borromeo en oración».
El otro Caravaggio
Considerado uno de los artistas más representativos de la fase madura del barroco, el nombre del Guercino en Cento, como dijo Goethe, «es sagrado, tanto en boca de los pequeños como de los grandes». De hecho, Guercino, que vivió gran parte de su vida en Cento, nos acompaña a lo largo de todo nuestro recorrido.
Su idea totalmente única de dar vida a las formas en el espacio, le ha valido el apelativo del «otro Caravaggio». Guercino construye el espacio con la luz, al igual que el maestro lombardo, pero delinea y da cuerpo a las figuras a través de una luminosidad que parece llover desde el fondo: una sinfonía de claroscuros potentes que, gracias al dominio progresivo del contraste y a la audacia en el uso del color, alcanzan tonos de extraordinaria intensidad. Su búsqueda de la iluminación culmina en una especie de efecto escénico, como en la pintura «S. Giuseppe e S. Francesco» de la Pinacoteca centese.
Cento refleja plenamente la obra de Guercino. De hecho, entre sus muros resuenan una pluralidad de estímulos que el espíritu acogedor y sensible de la ciudad transforma en armonía.
Cento y el cine
Ciertamente, Cento es realmente una pequeña capital del arte, de la cocina, de la convivencia preciosa y brillante; una ciudad que ha sabido entrar en todos los ámbitos de la cultura italiana.
También desde el punto de vista cinematográfico, este territorio ha sabido hablar a los italianos y sobre los italianos.
Además de haber sido el escenario del reciente documental sobre Ferruccio Lamborghini, que nació en la aldea de Renazzo y comenzó a producir sus tractores primero y sus famosos automóviles después, hace unos años fue elegida como escenario de la película «Mi hermano persigue dinosaurios», dirigida por Stefano Cipani y basada en la novela homónima de Giacomo Mazzariol.
Dos historias sobre fronteras cruzadas con genio, inventiva y determinación, y sobre la importancia de perseguir tus sueños. No es de extrañar, quizás, que hablen del espíritu mismo de esta ciudad que, al igual que un equilibrista, consigue bailar entre las nubes más allá de todos los límites.