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Ideas de viaje
Campania. Itinerario arqueológico

Bayas y sus parques arqueológicos

Tipología
ruta a pie
Duración
3 días
Número de etapas
7
Dificultad
Fácil

El tiempo que hay que dedicar a este viaje se puede incluir en un fin de semana largo o ampliarlo a siete días de vacaciones arqueológico-marinas. Aquí los fenómenos de vulcanismo y bradisismo están presentes en la vida cotidiana. El primero es responsable de la milenaria actividad volcánica que hace famosos los Campos Flégreos, situados junto a Nápoles; el segundo implica un hundimiento geológico y es la razón por la que las aletas y el tubo ayudan a visitar el puerto militar de Augusto.

Una experiencia ciertamente inolvidable la de nadar en las aguas llenas de historia que bañan estas costas.

Un territorio tan rico es imposible de visitar de una sola vez, por lo que invita a volver: el parque arqueológico de los Campos Flégreos, las maravillas de Bayas y de Bacoli, los parques, las excavaciones y las necrópolis de Monte di Procida, Pozzuoli, Giuliano in Campania y Nápoles son solo algunas de las bellezas de esta tierra, testimonios de un mundo antiguo que resurge en un acto de supervivencia.

Bayas

Bayas

Nullus in orbe sinus Baiis prælucet amœnis, dejó escrito el poeta latino Horacio. «En el mundo no hay nada más bello que el golfo de Bayas». Para la antigua aristocracia romana era una costa de lujosas vacaciones (tanto que el moralista Séneca condenaba su libertinaje). Había refinadas residencias en las suaves laderas con vistas al mar Tirreno, grandes piscinas alimentadas por aguas termales naturales y, por último, pero no por ello menos importante, la seguridad de un poderoso puerto militar en el cabo Miseno, un poco más allá del promontorio.

Hoy en día, Bayas puede parecer a primera vista un simple puerto, pequeño y agradable, al que también se puede llegar desde Nápoles en transporte público. Sin embargo, casi de inmediato, revelan su pasado los imponentes restos arqueológicos. Estos se pueden encontrar simplemente paseando o realizando visitas guiadas (para las que es obligatorio el traje de buceo, aunque también se pueden hacer en barco) a los espléndidos restos submarinos de la civilización romana, protegidos en el parque arqueológico sumergido.

Sin embargo, las míticas ruinas también se pueden visitar sin aletas ni tubo. No te puedes perder el parque arqueológico de las Termas, con sus edificios ubicados en la colina siguiendo las antiguas terrazas o, en lo alto del promontorio, el espectacular castillo, sede del museo arqueológico de los Campos Flégreos, que ofrece una panorámica realmente notable.

Sin embargo, no hay que olvidar que Bayas forma parte del municipio de Bacoli, que con sus playas, las comodidades de sus modernas instalaciones de baño y sus recuerdos borbónicos, puede ofrecer momentos de verdadero relax a quienes visitan estos lugares.

Tómate tu tiempo para visitar la Piscina Mirabilis, una antigua cisterna romana, la segunda más grande jamás construida después de la de Estambul, que se utilizaba para suministrar agua potable a los barcos militares del cercano puerto de Miseno. Además, no puedes abandonar estos lugares sin admirar la Casina Vanvitelliana, que Fernando IV de Borbón mandó construir en 1782 en una pequeña isla del lago de Fusaro.

Por supuesto, también merecen una visita los numerosos restaurantes que ofrecen platos tradicionales napolitanos, acompañados de los numerosos vinos de la DOC dei Campi Flegrei.

Parque sumergido de Bayas

Parque sumergido de Bayas

La propuesta más atractiva e insólita para quienes visitan Bayas —o se bañan en sus aguas— está relacionada con el hundimiento de la antigua ciudad romana durante siglos. Desde el siglo IV, el bradisismo en la zona de los Campos Flégreos ha hecho que testimonios arqueológicos de excepcional valor hayan sido lentamente invadidos por el mar. De hecho, en la actualidad, una gran franja de la antigua costa está bajo el agua, pero aún se puede imaginar que presentaba una continuidad con los edificios y terrazas que, en tierra firme, constituyen el parque arqueológico de las Termas de Bayas.

Solo tienes que sumergirte con una máscara de buceo y verás mosaicos, estatuas y restos de antigua mampostería romana entre peces, flora marina y bajo una fina capa de arena. Los barcos con quilla acristalada ofrecen a todos la posibilidad de admirar el parque submarino.

Ya en la época republicana, la ensenada, más estrecha que hoy, estaba ocupada por villas con vistas al mar. Uno de los principales edificios sumergidos visibles, a siete metros de profundidad en el lecho marino frente a punta Epitaffio, es un ninfeo de época claudia, cerca del cual se descubren los restos de una villa atribuida a la familia de los Pisones.

Otras villas y termas que se alzaban alrededor del «lacus baianus» (es decir, la ensenada de Bayas) están ahora bajo el agua: entre ellas, la llamada «villa con entrada con prótiro», una de las más visitadas por los buceadores y que destaca especialmente por sus suelos de mosaico.

Parque Arqueológico Sumergido de Baia
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Parque arqueológico de las Termas de Bayas

Parque arqueológico de las Termas de Bayas

En todas partes, y desde tiempos inmemoriales, los signos —incluso imponentes— de épocas lejanas van siendo engullidos por el paso de los años, el crecimiento de la vegetación y los usos cotidianos. Cuando se realizaron las primeras excavaciones arqueológicas en Bayas, hace aproximadamente un siglo, estas se concentraron en la zona entre tres grandes cúpulas que habían quedado a la vista, en medio de campos cultivados alrededor del pequeño pueblo de pescadores junto al mar.

Las cúpulas eran lo que hoy denominamos tradicionalmente templo de Diana y templo de Venus. Encontrarnos con ellos es inevitable, puesto que están fuera del parque arqueológico, al igual que con el templo de Mercurio, que sí está incluido en el parque. Este último presentaba en una de sus salas el primer caso conocido en la historia de la arquitectura de una gran cubierta semiesférica de hormigón. La sala, datada en época de Augusto, revela una notable propensión a la experimentación en la construcción, evidentemente desarrollada aquí gracias a la fácil disponibilidad de puzolana.

A medida que se asciende o desciende por las terrazas del parque, se encuentran y exploran otros complejos de edificios similares, todos relacionados con usos termales. Se trata de una especie de museo al aire libre, localizado antes de bajar a la playa.

Parco archeologico delle Terme di Baia
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Museo arqueológico de los Campos Flégreos

Museo arqueológico de los Campos Flégreos

El museo se encuentra en el espectacular castillo situado en la cima del promontorio que domina el golfo de Bayas. Dentro de sus murallas se encuentran los restos de una grandiosa villa romana, de entre los siglos II y I a. C., que se elevaba casi cien metros desde el mar hasta la cima: en la torre del homenaje de la fortaleza, actual Padiglione Cavaliere (Pabellón de los Caballeros) del museo, se conservan suelos antiguos de «signinum» decorado y mosaicos. Por otra parte, este último es solo uno de los muchos bienes culturales incluidos en el parque arqueológico de los Campos Flégreos.

El recorrido expositivo por las distintas secciones permite al visitante familiarizarse con la historia y el arte de los principales asentamientos antiguos de los Campos Flégreos, como Cumas, Puteoli (la actual Pozzuoli) y Liternum. La visita se desarrolla en diferentes y distantes partes del castillo, hasta la espectacular Piazza d'Armi, con espléndidas vistas panorámicas de todo el golfo de Nápoles.

Casina Vanvitelliana

Casina Vanvitelliana

Más allá de las propensiones marinas y arqueológicas del itinerario, también es justo rendir homenaje a la dinastía de los Borbones, que gobernó durante mucho tiempo el sur de Italia y que a finales del siglo XVIII se hizo cargo de la zona de Bacoli. La ocasión fue el redescubrimiento del lago Fusaro. De hecho, fue aquí —a solo veinte minutos a pie de Bayas, aunque en el lado opuesto de la península Flégrea— donde Fernando IV de Borbón interrumpió el abandono tradicional de la zona al designar el lago como coto de caza y pesca.

Durante siglos de oscuridad, tras los antiguos esplendores de la época romana, Fusaro había acabado volviendo a la condición de pantano costero. No obstante, el soberano llegó a encargar a uno de los más grandes arquitectos de la época, Carlo Vanvitelli, la construcción de un pabellón de caza real aislado en las aguas poco profundas. Se completó en 1782 y hoy, gracias a su gran fama, se conoce como Casina Vanvitelliana.

Se llega por un pequeño puente de madera, tan ligero como la arquitectura, en un paisaje con tonos de cuento de hadas. La lengua de tierra situada al otro lado del lago se asoma al Tirreno con sus zonas de baño.

Piscina Mirabilis

Piscina Mirabilis

Resulta «admirable» en términos de grandeza arquitectónica, hasta el punto de que a un protagonista del Renacimiento como Giuliano da Sangallo ya lo dejó impresionado. La piscina es el punto final de un acueducto que Augusto hizo conectar con el interior. El objetivo era garantizar el suministro de agua potable a la flota militar romana estacionada en Miseno.

Se trata de una cisterna imponente, realmente evocadora, de 70 metros de longitud y 15 metros de altura, en parte excavada en la toba y en parte construida, en perfecto estado de conservación. Una de las dos entradas escalonadas está actualmente atravesada por una rampa de hierro para permitir el acceso al público. Gracias a los cuarenta y ocho pilares que dividen el espacio en cinco naves, la sensación es la de entrar en una catedral subterránea.

La cisterna tenía una capacidad de más de 12 000 metros cúbicos. Es probable que su ubicación, en lo alto del promontorio, se decidiera para aprovechar la pendiente natural del sistema de canalizaciones.

Lago de Averno

Lago de Averno

Quienes hayan cursado estudios clásicos, o tengan edad suficiente para haber aprendido latín en el instituto, quizá recuerden que el Averno es el inframundo. De hecho, la fama del lago tiene una pizca de mitología y otra de vulcanismo. En la Antigüedad, se creía que aquí, entre las fumarolas de los Campos Flégreos y a una hora a pie de Bayas, se encontraban las puertas del Hades, el inframundo.

Más concretamente, el lago corresponde al cráter de un volcán cuya última erupción ya ni se recuerda, pero conserva varios restos romanos a lo largo de las orillas. Es posible recorrer el perímetro siguiendo un agradable sendero llano hasta el cercano lago de Lucrino. Al pasar por las termas de las Stufe di Nerone (Estufas de Nerón), podrás disfrutar de las aguas termales tan apreciadas por los antiguos romanos.

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