Resumen
Parece imposible, pero la caótica urbanización de la zona de Nápoles ha respetado el lago Averno, que ocupa la boca de un antiguo volcán. Actualmente está apagado, pero en las entrañas de la tierra los fenómenos siguen activos, como lo demuestran las emanaciones que hicieron que los antiguos colocaran aquí la entrada al infierno.
En cualquier caso, el lugar no es en absoluto aterrador. Al contrario, inspira tranquilidad. Los viñedos y los cultivos alrededor del vasto espejo de agua ofrecen paisajes sugerentes, y a lo largo de las laderas se abren las bocas de las galerías romanas. En la llamada cueva de la Sibila, la tradición había colocado la guarida de la profetisa, y sus «lavatorios» en las estancias menores contiguas. En realidad, se trata de un túnel realizado en el marco de las obras de acondicionamiento del área como puerto militar.
Camino a Baia, en el lago de Lucrino, se encuentran las Estufas de Nerón, antiguo «sudatorium» que formaba parte de una instalación termal hoy equipada y moderna.
