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Arte y cultura
lombardía

Un itinerario lleno de pinturas, en Clusone, entre historia, arte y tiempo

Tipología
ruta a pie
Duración
1 día
Número de etapas
6
Dificultad
Fácil

Clusone, un encantador pueblo de montaña de algo menos de 8500 habitantes, se encuentra a 38 kilómetros de Bérgamo y a 650 metros sobre el nivel del mar. Capital de la comunidad montañesa de Valle Seriana, registra los primeros asentamientos humanos ya en la Edad de Hierro (hacia el siglo XII a. C.).

Llegando desde Milán, desde la autopista A4 en la salida Bergamo/Orio al Serio, debes continuar por la SS470/Gorle, luego por la SP35 Nembro/Valseriana y finalmente por la SS671 en dirección a Clusone. Si vienes desde Brescia, desde la carretera provincial 11 Tangenziale Sud, continúa en dirección Pisogne/Gussago/Lago d'Iseo/Valcamonica, sigue las indicaciones hacia Lovere y desde la SS42 toma la salida Lovere/Sovere/Pianico/Clusone.

Al pasear por la localidad decorada con pinturas, encontramos casas y tiendas, donde el aire fresco de la montaña se mezcla con los aromas de la comida tradicional: polenta con conejo o setas, embutidos, quesos, «casoncelli», «capu'» (sabrosos rollos de col rellenos de carne, típicos de los valles bergamascos) y el «biscotto di Clusone», el característico dulce que habría sido «inventado» por el pastelero Giuseppe Mantegazza, que en 1920 presentó su patente.

En el itinerario que te proponemos podrás descubrir cinco perlas custodiadas en Clusone desplazándote a pie, ya que se pueden visitar en un solo día.

La danza macabra

La danza macabra

La primera parada es el fresco de la «Danza macabra», frente al portal de bronce de la basílica de Clusone. Hay tres temas representados: el triunfo de la muerte, la danza macabra y el juicio universal.

También se conoce como «l’affresco dei Novissimi», es decir, de la representación de los conocimientos ciertos sobre los destinos últimos de la vida humana: la muerte, el juicio en el más allá, el infierno o el paraíso. El fresco presenta en lo alto a la muerte triunfante envuelta en una túnica negra, con una corona en la cabeza, de pie sobre un sarcófago dentro del cual yacen el papa y el emperador; los brazos están abiertos de par en par y sostienen dos grandes pergaminos: el de la izquierda advierte que ningún hombre puede escapar a la muerte, mientras que el de la derecha reitera que la muerte no se corrompe con la riqueza, nadie está excluido de ella. Junto a la muerte hay dos esqueletos: el de la derecha dispara usando un arcabuz, el de la izquierda lanza flechas con las que traspasa a religiosos y caballeros. Al pie del sarcófago, otros personajes ofrecen regalos a la muerte, sin comprender que no sirven para nada porque la muerte no se deja corromper. Abajo a la derecha, aparece representado un joven caballero que, mientras está cazando, es arrojado repentinamente del caballo: es una reinterpretación del «Encuentro de los tres vivos con los tres muertos», iconografía utilizada en la Edad Media para recordarnos que debemos meditar sobre nuestro comportamiento en vida, porque la muerte llega de improviso.

En la parte inferior, encontramos la danza macabra: los personajes que vienen de la puerta de la derecha pertenecen a todas las clases sociales y avanzan en fila, conducidos cada uno de la mano por un esqueleto, hacia el juicio divino.

En el tercer registro de la pintura, están representados el infierno y el paraíso, pero muchas partes se han perdido como resultado de la renovación del edificio. Los pocos personajes que aún podemos admirar nos hacen intuir que se trata del infierno, donde son castigados los siete pecados capitales.

El oratorio de los Disciplinantes

El oratorio de los Disciplinantes

La segunda etapa para descubrir Clusone a través de algunas de las obras pictóricas más valiosas y significativas de su patrimonio cultural nos lleva al oratorio de los Disciplinantes, ubicado en el lado oeste del atrio de la basílica de S. Maria Assunta, construido por la cofradía de los Disciplinantes Blancos, aprobada oficialmente en 1336.

El antiguo oratorio fue ampliado en el siglo XV y prolongado hacia la izquierda. Posteriormente, en 1673, se completó la elevación de todo el complejo, para crear un ambiente más espacioso y adecuado para albergar las reuniones de los disciplinantes, cuyo número aumentaba continuamente. Esta última intervención provocó daños al fresco situado en el exterior.

Nada más entrar, te encontrarás inmerso en un cofre pintado: los frescos cubren todas las paredes de esta sala única, la bóveda de crucería del presbiterio y la zona del altar. Las paredes de la nave están decoradas con 42 paneles, distribuidos a lo largo de tres bandas con la narración de la vida de Jesús, de los cuales son visibles 31. La sucesión de las escenas sigue la iconografía popular de la tradición cristiana: desde la pared de la derecha, se empieza con la anunciación hasta la entrada de Jesús en Jerusalén para la pascua. En el segundo registro se pasa a los episodios que van de la última cena a la crucifixión; en el tercero, situado en la parte inferior, aunque deterioradas, encontramos las escenas del descendimiento, la piedad y el entierro. Siguen dos composiciones, con la aparición de Jesús a los discípulos y el anuncio del ángel a las piadosas mujeres de que Cristo ha resucitado, la atribución a Pedro como fundador de la Iglesia y la ascensión de Jesús al cielo.

La fecha de ejecución indicada en el ciclo de frescos es 1480, pero no se tienen noticias sobre el autor. Los estudiosos debaten sobre las posibles atribuciones; sin duda, se trata de un pintor de grandes dotes creativas y técnicas, que presta atención al detalle de los personajes, ubicados siempre en primer plano. Todo el espacio sobre el arcosolio (tipología arquitectónica en arco) del presbiterio está ocupado por la crucifixión y la muerte de Jesús en el Calvario. Cristo en la cruz se sitúa en el centro, ocupando el vértice del arco, mientras que a los lados encontramos a los dos ladrones. La composición presenta una gran complejidad y retoma el esquema establecido por el célebre pintor Vincenzo Foppa, con la imagen de los ladrones atados con cuerdas a los brazos de la cruz, fechada en 1456, lo que atestigua que el autor estaba al día de las más recientes propuestas pictóricas. A los pies del fresco, mirando a la izquierda, encontramos la fecha de 1471 y la firma del autor, que hoy aparece incompleta: «CHOB PINXIT». Muchos son los nombres que se proponen, y la hipótesis más acreditada parece ser la atribución al pintor de Clusone Giacomo de Buschis, llamado Borlone.

Oratorio de los Disciplinarios de San Bernardino
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Reloj planetario de Fanzago

Reloj planetario de Fanzago

El reloj planetario es la tercera etapa para descubrir Clusone a través de sus frescos, y se puede llegar bajando las escaleras que conducen desde el oratorio de los Disciplinantes hasta Piazza Orologio.

El autor del mecanismo astronómico es Pietro Fanzago, natural de Clusone.

El reloj se encuentra en la torre del ayuntamiento. El marco externo representa la rosa de los vientos con 8 cabezas aladas. A continuación encontramos el anillo con las horas, compuesto por una banda blanca que lleva marcadas con números romanos las 24 horas del día. Las horas están indicadas bajo los números por círculos negros, las medias horas por las flechas más largas y los cuartos de hora por las flechas más pequeñas. El signo lo marca una flecha central, en cuyo centro hay un rostro de cobre dorado en relieve, que representa al Sol.

Tres coronas diferentes, divididas a su vez en bandas, dan indicaciones astrológicas y astronómicas específicas. La primera corona presenta una banda externa dividida en 12 casillas en las que están marcados los meses del año. La segunda banda también está dividida en casillas, en las que se representan los signos del zodíaco. Los signos del zodíaco están pintados en oro sobre un fondo azul y en el lateral están indicados los respectivos símbolos astrológicos. La última banda se presenta dividida en secciones con números romanos dorados sobre fondo negro, que representan la duración del día y de la noche. La segunda corona presenta la parte móvil: a media altura del mástil se encuentra el radiante rostro del Sol, realizado en cobre finamente repujado y dorado. El índice maestro más largo marca las horas, los meses, la duración de la noche y la posición del Sol en el zodíaco. Su rotación en sentido contrario a las agujas del reloj es verdaderamente curiosa, según un ciclo que se completa en las 24 horas del día y que sigue la dirección del movimiento del Sol de este a oeste. En la base de la flecha hay un disco dividido en 29 casillas y media, que indican los días de la fase lunar. En este disco, la flecha más grande indica los días de la fase de la Luna, mientras que la más corta indica los días de la Luna menguante después de la luna llena. La tercera corona representa la bóveda celeste: las líneas están trazadas en oro y agrupan las estrellas y los planetas. La Tierra aparece representada por la pequeña estrella de ocho puntas situada en el centro del disco; la luna está en la ventanilla circular en la parte superior. A través de las líneas trazadas se podían calcular, para los recién nacidos, los respectivos futuros cónyuges compatibles desde el punto de vista astrológico.

Reloj planetario de Fanzago
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Palacio del Ayuntamiento de Clusone

Palacio del Ayuntamiento de Clusone

La cuarta etapa está constituida por el majestuoso y espartano palacio del Ayuntamiento, que domina la plaza situada enfrente y que contiene el reloj de Fanzago. Su construcción se remonta al año 1008.

El palacio refleja la pureza de la arquitectura medieval, con el edificio dividido en dos niveles. El inferior está jalonado por seis arcos de medio punto sostenidos por semipilares, y el superior por algunas ventanas y, junto a ellas, la alta torre. Por último, el tejado es a dos aguas con vigas de madera.

En el exterior, el edificio está decorado con frescos que representan los escudos de armas de los linajes que se sucedieron en el gobierno del municipio a lo largo del tiempo: se trataba de dejar claro a toda la comunidad, y a los que llegaban a la ciudad desde fuera, cuál era la familia más poderosa en ese momento. En el muro que da a la plaza, se encuentran los restos de una logia gótica amurallada, quizás una galería desde la que el «podestà» pronunciaba sus proclamas. Bajo la logia, un fresco bien conservado representa en el centro a la Virgen con el Niño en brazos, sentada en un trono de estilo gótico, entre los santos Segismundo, a la derecha, y Cristóbal, a la izquierda. La presencia de este último no es para nada casual: san Cristóbal, con el Niño Jesús en el hombro tirándole de un mechón de cabello, es el protector de los caminantes, por lo que su presencia en la plaza del mercado era un buen augurio de un retorno tranquilo para los mercaderes que llegaban con sus productos y para todos los que acudían a visitar la ciudad.

Iglesia de San Defendente y Roque

Iglesia de San Defendente y Roque

Inicialmente se creía que la iglesia, meta de nuestra quinta etapa en el descubrimiento visual de Clusone, había sido construida entre 1470-77; en realidad, el análisis de la mampostería y de los frescos nos lleva a suponer que esta fecha se refiere a la ampliación de un oratorio ya existente y que se remonta al 900, dedicado a san Nabor, un santo mártir perteneciente a las legiones romanas y martirizado durante las persecuciones cristianas del 303 a. C. Después de la ampliación, el edificio fue dedicado a san Defendente, otro soldado mártir perteneciente a la legión tebana, compuesta por cristianos egipcios, que en el siglo IV d. C. fue trasladada a la frontera con los Alpes, al servicio del general Mauricio, pagano, quien ordenó hacer sacrificios a los dioses. La legión se negó y por ello fue exterminada. El culto a los mártires estaba muy extendido en Tours y cuando, bajo Carlomagno, las diócesis de la alta Val Seriana pasaron a depender del obispo san Martín de Tours, el culto a san Defendente no tardó en extenderse. En 1477, el edificio fue renovado, a raíz de la propagación de la peste en Val Seriana, justo cuando los venecianos se hacían con las reliquias de san Roque en Voghera. Fue precisamente ahí donde falleció el santo, tiempo después de haber contraído la enfermedad, de la que se había recuperado milagrosamente. Esto explicaría la difusión de su veneración en Clusone, que entonces formaba parte de las posesiones venecianas. En 1575 se construyó el pórtico con cuatro columnas, en cuyas paredes se pintó, a la derecha, una crucifixión con los santos Segismundo, Roque, Defendente, Sebastián y Cristóbal con Jesús tirándoles del pelo. En 1630, cuando estalló una nueva oleada de peste, la iglesia se convirtió en un lazareto, y a partir de 1770 comenzó su declive. Tras años cerrada al público, ha sido renovada recientemente. La iglesia, de una sola nave, incluye frescos, probablemente todos exvotos encargados por familias ricas del lugar para agradecer a los santos las gracias recibidas. De ahí que encontremos repetidamente imágenes de san Defendente con la túnica dorada, la espada y los cabellos rubios, así como la de san Roque, con largos cabellos castaños, la herida en la pierna derecha y, únicamente en un fresco, retratado con el perrito que le alimentaría durante su aislamiento por enfermedad. En el presbiterio, encontramos un panel de altar pintado, fechado en 1634, cuyo lienzo representa el tránsito de san José, sostenido por Jesús y la Virgen. En los laterales, el espacio se encuentra dividido por una estructura arquitectónica simulada formada por arcos de medio punto.

Hacia otras etapas para descubrir Clusone

Hacia otras etapas para descubrir Clusone

Esperamos que hayas disfrutado de nuestro viaje «atípico» para descubrir la Clusone «pintada» y así conocer algunos de sus fascinantes secretos mirándola desde «puntos de vista» poco comunes.

Sin embargo, las sugerencias que puede ofrecer este característico pueblo, con sus antiguos orígenes, son muchas para los aficionados a la historia y al arte, pero también para los amantes del turismo rural, lento y ecosostenible. Se trata de un lugar ideal para disfrutar de la tranquilidad de sus parajes, recorriendo en bicicleta el carril bici de Val Seriana o paseando por las calles del centro histórico, donde parecen resonar los pasos de personajes célebres que han sido huéspedes de Clusone a lo largo de los siglos. A algunos, tal vez, les parecerá escuchar las melodías del gran Giuseppe Verdi, de quien se dice que compuso aquí Atila mientras estaba de vacaciones en la villa de la condesa Maffei. Sin embargo, este lugar también resulta ideal para los amantes del silencio y de la belleza de la naturaleza, tan característica de esta tranquila y acogedora meseta.

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