Arte y cultura en Italia

La acrópolis se encuentra no muy lejos del puerto principal de la isla, en las colinas de San Marcos y Santa Teresa, que presiden la zona portuaria y albergaron en su día las principales oficinas de la administración y la política de su época. Son muchos los hallazgos de la época romana, entre ellos un antiguo sistema hídrico y tres cabezas de mármol de los emperadores Julio César, Antonia Menor y Tito.

Bandera naranja del Touring Club Italiano El pueblo vincula indisolublemente su nombre al de Leonardo, que nació aquí. Vinci tiene su centro en el castillo de los Conti Guidi, también conocido como «castillo del barco» por su forma alargada, que recuerda a la de una embarcación de vela. Además de conservar una espléndida cerámica de la Virgen con el Niño de Giovanni della Robbia, hoy alberga el Museo Leonardiano, una de las colecciones más amplias y originales de máquinas e instrumentos, dedicado al Leonardo tecnólogo e ingeniero y, en general, a la historia de la técnica en el Renacimiento. También vale la pena visitar la iglesia de Santa Croce, donde fue bautizado Leonardo, y las obras de arte contemporáneo dedicadas a él, como la escultura de Mario Ceroli de Piazza del Castello, el caballo de bronce de Nina Akamu y la Piazza dei Guidi, de Mimmo Paladino. También cabe destacar la Biblioteca Leonardiana, centro de documentación de nivel internacional. Mención aparte para la casa natal de Leonardo, en la localidad de Anchiano, a 3 km de Vinci: aquí un holograma de tamaño natural da la bienvenida a los visitantes y, a través de animaciones digitales y aplicaciones interactivas, presenta la historia del genio, su biografía y sus obras. Las colinas que rodean Vinci ofrecen excelentes productos, como el aceite de oliva virgen extra y el vino «chianti».

En Valle Roveto, en una meseta que domina el amplio valle atravesado por el río Liri, se encuentra Civita D'Antino. Un encantador pueblo con notables testimonios de su pasado, primero como Città dei Marsi y luego como Municipio Romano. Entre sus calles flota un encanto de otros tiempos, que hoy atrae a muchos turistas. En el pasado, entre finales del siglo XIX y principios del XX, fascinó a un grupo de artistas daneses que establecieron aquí la sede de verano de una escuela de arte, gracias al maestro Kristian Zahrtmann que, durante sus viajes para descubrir la Italia menos conocida, llegó a Civita d'Antino y se quedó tan fascinado por la belleza de los lugares que eligió este pequeño y remoto pueblo como segunda residencia. Todos los años, hasta 1911, como invitado de la familia Cerroni, pasaba allí el verano, hasta el punto de que en 1902 fue reconocido como ciudadano de honor de Civita d'Antino. Anteriormente, este pueblo había encantado a otros artistas, como el pintor danés Enrik Olrik en 1877 y, antes, Edward Lear en 1843.

La más alta de las dos torres emblemáticas de la ciudad. Construida entre 1109 y 1119 por la familia Asinelli, para dar prestigio a la familia del mismo nombre y con una función defensiva, es la torre medieval inclinada más alta de Italia. Es una de las 22 torres que todavía caracterizan el perfil de la ciudad de Bolonia. Es sin duda la más famosa y todavía se puede visitar con acceso desde la Plaza de Porta Ravegnana, donde se encuentra la entrada. Tienes que subir 498 escalones para ascender los 97,20 metros de la torre y llegar a la azotea, desde la que puedes admirar el panorama de toda la ciudad. A lo lejos, en un día claro, puedes ver las colinas de Padua y los Prealpes venecianos al norte, el valle del Po al este y al oeste, y los Apeninos al sur. La Torre degli Asinelli fue alcanzada por un rayo en varias ocasiones y en 1824 se instaló un pararrayos. Ha soportado varios incendios y ha sobrevivido a los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial.

En una colina del valle del río Sacco, la ciudad fue probablemente erigida por los volscos y posteriormente conquistada por los hérnicos, que levantaron la poderosa muralla que rodea la parte más alta del centro histórico. Las murallas se construyeron entre los siglos VII y VI a. C. y están intercaladas con doce puertas a las que se accede a una zona elevada y panorámica. En toda la acrópolis destaca la catedral de formas románicas, construida en el siglo X pero remodelada a partir del siglo XVII. El interior de la iglesia conserva elementos de gran valor, como el suelo cosmatesco y otros elementos arquitectónicos contemporáneos. Sobre los cimientos de un antiguo templo descansan los ábsides de la catedral, el campanario y una parte del palacio episcopal. Durante la época romana la ciudad conoció un periodo floreciente y fue destino de veraneo de patricios, de ahí la presencia de villas y estructuras civiles de gran valor. La ciudad sigue siendo un destino de vacaciones, gracias a los balnearios que se encuentran cerca del centro. Pero el periodo de máximo esplendor de Ferentino lo vivió en la Edad Media, cuando fue sede del legado pontificio y capital del Lacio meridional hasta mediados del siglo XVI. Destaca la iglesia románica de Santa Maria Maggiore, realizada a mediados del siglo XII en las formas del gótico cisterciense: sobria fachada con un gran rosetón central, y en el interior tres naves de estilo gótico.