Resumen
Dipignano es un pueblo para descubrir de la provincia de Cosenza, en la parte alta del valle de Crati, en Calabria. Se eleva en la cresta de la cadena de los Apeninos Paolanos. Su territorio, entre escarpados acantilados, salientes y suaves pendientes, nos ofrece un increíble panorama de belleza y encanto.
La historia y el arte de un país intemporal
Numerosos palacios nobiliarios e iglesias de gran interés artístico confieren al centro histórico de Dipignano un encanto intemporal. Un testimonio significativo de la arquitectura sacra del siglo XV es la iglesia de Nuestra Señora de Gracia, con el convento franciscano dedicado al culto de la Santísima Trinidad. Ecce Homo. La iglesia, recientemente restaurada en estilo gótico-romano, data del siglo XVI, como demuestran la magnífica fachada con un pórtico de arcos de toba y el imponente campanario. El interior, ricamente decorado con pinturas y estatuas de todas las épocas, nos conduce a la cripta, actualmente habilitada como pequeño museo de arte sacro, donde se puede ver una zona funeraria con nichos excavados en la roca.
No te pierdas el Santuario de la Madonna della Catena, erigido como Basílica Menor en 1966 por Pablo VI, decorado con mármol y frescos. En el interior, el cuadro de Nuestra Señora de la Cadena domina el altar. El culto parece remontarse al siglo X, cuando Cosenza y las ciudades de los alrededores fueron devastadas por los sarracenos. En efecto, el esclavo encadenado a los pies de la Virgen expresa la exigencia de liberación de la esclavitud en la que se encontraban tanto cristianos como musulmanes.
Un paseo por la artesanía, la gastronomía y el vino
Dipignano es conocida sobre todo por sus trabajos en cobre: sus maestros caldereros llevan viajando a lo largo y ancho de la península desde el siglo XIV para llevar su arte allí donde era necesario.
Es una experiencia maravillosa pasear por las estrechas calles y escuchar el rítmico y preciso golpeteo del martillo mientras da forma suavemente al noble metal.
El trabajo del cobre era tan importante que se ilustra y atestigua en el museo dedicado a él, donde ollas, calderos y otros utensilios constituyen una bella muestra. Y son precisamente ollas y calderos los que nos introducen en el rico patrimonio enogastronómico de esta tierra: la elaboración del pan, una tradición muy antigua en Dipignano; el aceite y el vino, "arrancados" a las montañas por las franjas de tierra en una agricultura que podemos definir "heroica"; los castañares de altura, cuyos frutos enriquecen la cocina típica de este pueblo de dulzura, naturaleza y sencillez.
