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Naturaleza
En el valle lombardo, desde los tesoros de Chiavenna hasta las nieves de Bormio

Paso por Valtellina

Tipología
car route
Duración
2 días
Número de etapas
3
Dificultad
Fácil

Valtellina es, si no el valle más importante de Lombardía, un lugar donde la geografía importa más que en cualquier otro lugar. Comienza donde termina el lago de Como, en dirección oeste-este, y es uno de los pocos grandes valles longitudinales de los Alpes, por lo que es una tierra de paso de mercancías, personas y, sobre todo, de ejércitos. Grisones, españoles, franceses, austriacos: por aquí ha pasado todo el mundo. 

Es uno de los pocos valles longitudinales de los Alpes junto con los de Aosta, Venosta y Pusteria, y considerando todo el arco de la cadena alpina, es su centro exacto. En este itinerario se recorre casi en su totalidad, tocando sus principales localidades: Chiavenna, Morbegno, Sondrio y Tirano... hasta Bormio y sus pistas «de clase mundial».

El itinerario podría durar un fin de semana, suficiente para disfrutar de las riquezas agrícolas y enogastronómicas, admirar vistas y panoramas, conocer la producción artesanal, acceder a iglesias y museos, de muy pequeño tamaño pero de gran valor. Iniciamos de nuevo la ruta desde Chiavenna, en la que el Touring está comprometido desde hace tiempo con el proyecto Banderas Naranjas, así como con nuevas iniciativas para hacer que el desarrollo del turismo sea cada vez más sostenible.

Las protagonistas indiscutibles del paisaje que te rodeará son las montañas, los Alpes réticos y los bergamascos, nombres que recuerdan a los antiguos pueblos prerromanos que las habitaron, una naturaleza que se expresa libremente en el territorio del parque del Stelvio, donde el grupo del Ortles-Cevedale es el tótem de un entorno aún salvaje. Rebobinamos ahora la cinta y salimos de Chiavenna, donde se encuentra el Touring Club Italiano.

Día 1

Chiavenna, semillas de buena acogida

Chiavenna, semillas de buena acogida

Como íbamos diciendo... Chiavenna y el Touring, toda una historia de colaboración mutua bajo el signo de la bandera naranja, certificación de buenas prácticas de acogida, un trabajo en equipo que ha sembrado semillas que ahora están creciendo. Una de ellas ha germinado en las últimas semanas. Se trata del Touring Eco Program, un proyecto centrado en la sostenibilidad medioambiental con el que el TCI ha apoyado a Chiavenna en la mejora de su oferta turística, dotándola de «cartas de sostenibilidad», que tienen como objetivo orientar las decisiones y acciones para perseguir el desarrollo turístico, limitando su impacto medioambiental.

Mirando de esta forma al futuro y al desarrollo, Chiavenna conserva celosamente su alma de «pueblo joya». Iglesias, palacios y villas, museos, monumentos y plazas, fuentes, fachadas pintadas y portadas de esteatita nos hablan de una ciudad antigua, noble y poderosa.

Los legados de este pasado también se explican por la geografía. Chiavenna se encuentra, de hecho, en la encrucijada de dos vías de comunicación por las que durante siglos han transitado grandes riquezas. Una es la carretera del Passo del Spluga, por la que antaño bajaban los lansquenetes y por cuyos senderos, ahora en verano, descienden los excursionistas que realizan la Via Spluga (65 km que se recorren en 7 días entre Chiavenna y Thusis). La otra es la carretera que toma la parte baja de Val Bregaglia, subiendo hacia el Passo del Maloja, la Engadina y Sankt Moritz.

Chiavenna es también un destino enogastronómico que tiene su símbolo en la brisàola, que aquí cuenta con otro sabor, porque se puede saborear en los lugares donde se conserva, los «crotti», es decir, cuevas excavadas entre rocas adosadas al monte, donde una fría corriente de aire, el sorèl, mantiene siempre la temperatura a 8 grados. 

Antes de partir, deja tiempo para visitar el palacio Vertemate Franchi, una de las villas renacentistas más bellas de Italia, que sobrevivió al gigantesco deslizamiento de tierras que en 1618 arrasó con casi todo Piuro (por aquel entonces un pueblo muy rico) y sus mil habitantes. Y en el camino, antes de apuntar a Morbegno, desvíate hacia la cascada Acquafraggia. Es una de las más bellas de Italia y domina con su doble caída un entorno idílico de bosques y verdes praderas, como cuando Leonardo da Vinci la admiraba. Por encima de la cascada, a 932 metros sobre el nivel del mar, se encuentra la aislada Savogno, a la que solo se puede llegar a pie; conserva con la arquitectura espontánea de sus casas de piedra el encanto de un pueblo semidesértico.

Morbegno y Sondrio, bellezas arquitectónicas y viñedos «heroicos»

Morbegno y Sondrio, bellezas arquitectónicas y viñedos «heroicos»

Desde Chiavenna nos desplazamos por la carretera estatal 37, bordeando durante un tramo el lago Mezzola con una breve parada en Novate Mezzola, con su hermosa parroquia barroca, adornada con un órgano de 1686. 

Conducimos durante menos de una hora y encontramos Morbegno, otro núcleo importante del valle. En la desembocadura del valle de Gerola, Morbegno cuenta con antiguas tradiciones comerciales y manufactureras, que crecieron cuando, en 1592, se abrió la carretera Priula, la llamada «vía de la sal» que, por el Passo di San Marco, se dirigía a Bérgamo y a las tierras de la Serenísima. Una posición estratégica que ha propiciado una cierta riqueza que aún hoy se percibe cuando nos encontramos con majestuosos palacios en su centro histórico, que encierran salones y ostentan fachadas decoradas con balcones de hierro forjado. La céntrica Piazza San Giovanni está dominada por la imponente fachada de la colegiata de San Giovanni Battista, reconstruida en estilo barroco en 1680, con frescos y pinturas de los siglos XVII y XVIII en su interior. 

Al lado se encuentra el palacio Malacrida, reconstruido en 1758-62 por Pietro Solari, que cuenta con un bonito jardín a la italiana, estucos y frescos en los salones. Tras pasar un puente de piedra de finales del siglo XIX, nos encontramos con el palacio Gualteroni, sede del museo municipal de Historia Natural.

Además de las bellezas arquitectónicas, Morbegno alberga en su centro numerosas bodegas, signo de una histórica producción vinícola de calidad. A medida que nos acercamos a Sondrio, se extiende un territorio de viñedos «heroicos», aferrados a la pendiente de los Alpes réticos gracias a los miles de kilómetros de muros de piedra seca que forman la base de las terrazas donde se plantan los viñedos. Una obra de ingeniería tan antigua como el cultivo de la vid. El centro de la localidad está atravesado por el arroyo Bitto, justo en el punto en el que se encuentra y desemboca en el Adda. Y Bitto es también el nombre de un queso muy apreciado, y no solo en el valle, producido en los pastos alpinos del contiguo valle de Gerola. 

De nuevo en la carretera estatal 37, conducimos durante menos de 30 kilómetros, media hora, por carretera y llegamos a Sondrio, el centro del valle y la capital de la Valtellina. Han sido muchos quienes, a lo largo del tiempo, se han disputado un lugar fronterizo codiciado y marcado con muchos testimonios. Los austriacos «dejaron en herencia» la céntrica Piazza Garibaldi, junto al curso del torrente Mallero. Paseando, nos encontramos con palacios del siglo XIX, elegantes por sus fachadas neoclásicas, y luego con los del siglo XVI, Martinengo y Pretorio... el legado eclesiástico lo constituyen la colegiata de Santi Gervasio e Protasio, mientras que el Museo di Storia e Arte de Valtellina, que reconstruye la historia y la identidad de la zona hasta nuestros días, coloca todo en una línea cronológica. El Cast, un «museo narrativo» multimedia dedicado a la cultura alpina y ubicado en el castillo de Masegra es más reciente, pero quizás ocupe el primer puesto por su atractivo.

Si hay una cualidad que no se puede negar a los valtellinenses es la tenacidad: en el lado de los Alpes réticos, que miran hacia el sur, el hombre ha luchado durante siglos contra la roca para cultivar viñedos en las terrazas. El excelente vino tinto es protagonista a lo largo de la Strada del Vino e dei Sapori (Ruta del Vino y de los Sabores), que sigue el curso del Adda con circuitos en las zonas de producción. La degustación marida a la perfección con los productos típicos certificados, desde la «bresaola» a los quesos «bitto» y «casera», sin olvidar la harina de trigo sarraceno, con la que se elaboran los tradicionales «pizzoccheri». Y si las manzanas, excelentes, no son suficientes para cerrar la comida, la alternativa es el «braulio», un famoso licor amargo a base de hierbas.

Ahora merece la pena tomar un desvío hacia el pequeño pueblo de Tresivio. Aquí se encuentra un destino de devoción de toda la Valtellina, en lo alto de los viñedos de la colina de Tronchedo, a poca distancia de Sondrio. Hablamos del santuario de la Santa Casa Lauretana de Tresivio, que tiene una historia arquitectónica tan larga como problemática. Gracias a la finalización de las obras y a la disponibilidad de los voluntarios del Touring para fomentar el patrimonio cultural e histórico-artístico de Valtellina, el santuario es uno de los lugares de la iniciativa Aperti per Voi (Abiertos para vosotros), promovida por el Touring para que se puedan disfrutar lugares de arte de difícil acceso para el público. Una oportunidad para que los ciudadanos y los turistas aprecien la belleza de una de las iglesias más grandes de la Valtellina.

Día 2

De Tirano a Bormio, arqueología, deporte y naturaleza

De Tirano a Bormio, arqueología, deporte y naturaleza

Al este de Sondrio, la carretera estatal 38 conduce a Bormio en poco más de una hora, rozando Ponte in Valtellina y pasando por Tirano, Grosio y Sóndalo, donde entramos a la parte alta del valle. Aquí se siente la llamada de la montaña. Antes de escucharla y vivir la naturaleza entre blancas laderas y bosques protegidos por el parque nacional, hay dos paradas que no debes perderte. La primera es Tirano. Tirano es conocida por la basílica del santuario de la Virgen, que supuestamente se apareció aquí a principios del siglo XVI. Y no solo eso, en Tirano se encuentra la terminal del antiguo ferrocarril rético, ahora conocido por todos y reconocido por la Unesco como el Treno Rosso del Bernina, que conecta Valtellina con la Engadina (Sankt Moritz) a través del Passo del Bernina, un paseo en vagón por memorables paisajes alpinos.

Antes de llegar a Bormio, te aconsejamos no perderte Grosio, un antiguo pueblo en el umbral de la alta Valtellina, al margen de los cultivos de la vid. Aquí, río abajo del pueblo, se encuentra el parque de los grabados rupestres, que alberga testimonios que se remontan al Neolítico y a las Edades del Bronce y del Hierro y que remiten a una cultura de probable origen camuno, como la Rupe Magna, la mayor roca grabada de los Alpes.

En Bormio el escenario cambia y mucho. Nos encontramos en uno de los centros de vacaciones de verano y de deportes de invierno más importantes de los Alpes, centro de una zona de esquí y base para excursiones y ascensiones en el grupo del Ortles-Cevedale. Para enriquecer la oferta turística, también existe la posibilidad de regenerarse en la piscina termal cubierta de Bormio Terme, alimentada por el manantial Cinglaccia, que brota a más de 30 grados.

Al final del viaje nos encontramos a las puertas del parque nacional del Stelvio. Es un rincón de los Alpes que alberga un inmenso patrimonio natural. Se desarrolla a la sombra del grupo del Ortles-Cevedale, en medio de un paisaje encantador y una naturaleza exuberante, entre alisos, abedules, pinos de montaña, ranúnculos glaciares y numerosos ciervos, rebecos, íbices, marmotas y aves rapaces que surcan los cielos. Bormio, como ya hemos dicho, es una de sus principales puertas y ofrece la posibilidad de programar excursiones de varios días en el centro de cisitantes de las instalaciones de la torre Alberti.

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