La Virgen que escapa de Sulmona: para una Semana Santa con el encanto de la tradición del Abruzo
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De entre las tradiciones pascuales más especiales y conmovedoras de Italia destaca la Virgen que escapa de Sulmona. Esta fiesta es la ocasión perfecta para pasar la Semana Santa en el Abruzo y tomar parte en un rito verdaderamente emocionante.
Descubramos una tradición regional muy sentida, desvelando los orígenes de la fiesta, así como los ritos y costumbres vinculados a la Virgen que escapa de Sulmona.
El origen de esta fiesta
El origen de la fiesta de la Virgen que escapa se remonta a tiempos antiguos. De hecho, esta tradición está documentada con certeza desde el siglo XIX, pero sus raíces se remontan por lo menos al siglo XVII, aunque es posible que su origen sea medieval. Se trata de un evento, en el que participa toda la ciudad y todos los visitantes que se encuentran en la zona. Esta celebración tiene lugar el domingo de Pascua, a las doce del mediodía, en la Piazza Garibaldi, inmediatamente después de la Misa de Resurrección. Llega temprano o no encontrarás sitio.
La gran fiesta escenifica el rito de la Virgen que escapa: ¿pero de qué o hacia qué? La fiesta gira en torno al encuentro de la Virgen con el hijo resucitado: un momento tan dramático y conmovedor que, a pesar de la multitud presente, crea un silencio cargado de espera, hasta el instante en que la Virgen «escapa» al encuentro del hijo.
El rito y el significado de la Virgen que escapa, entre el folclore y la emoción
La estatua de la Virgen se encuentra en la Iglesia de San Filippo, custodiada detrás de un cristal. Los miembros de la Cofradía de la Virgen de Loreto, vestidos de verde, llegan portando el estandarte, los típicos farolillos y las estatuas de San Pedro y San Juan, quienes son los encargados de anunciar a la virgen María la resurrección de su hijo, que, según la tradición, ella no cree. Primero se adelanta San Juan, pero la puerta permanece cerrada. Luego, le toca a San Pedro, que tampoco tiene éxito. Finalmente, San Juan vuelve a intentar convencer a la Virgen para que salga.
La estatua de la Virgen desfila, lentamente y en el más absoluto silencio, por el centro de la plaza. Va vestida de luto, todavía incrédula. Luego, ve a Cristo resucitado bajo uno de los arcos del Acueducto suabo y es entonces cuando comienza la carrera para reunirse con su hijo. Durante la carrera de la imagen, llevada a hombros por los hermanos, el manto negro de la Virgen se transforma, dando paso al manto verde. De su mano, que inicialmente sostenía un pañuelo con el que secar sus lágrimas, brota una rosa. Al mismo tiempo, doce palomas blancas alzan su vuelo, comienzan los fuegos artificiales y la multitud estalla en aplausos.
La carrera y los augurios para el año que viene
El paso del manto negro al verde se realiza a través de un mecanismo especial escondido en la estatua y todo el mundo observa este momento con gran atención: si todo sucede sin problemas, el año será favorable.
Si el mecanismo se atasca, las palomas no vuelan o durante la carrera alguien tropieza, se considera un mal augurio. Se dice que la estatua cayó dos veces, en 1914 y 1940, presagiando las guerras mundiales que estallarían poco después.
Descubrir Sulmona: la ciudad de los confetti
Después de la fiesta, dedícate a explorar la bonita ciudad de Sulmona, que tiene mucho que ofrecer.
Empezando por sus célebres confetti, las peladillas de almendra que se producen en esta ciudad desde el siglo I a.C. Aquí se encuentra la fábrica de confetti más antigua del mundo, que data de 1783. También tienes que probar el ajo rojo de Sulmona, que es un producto del proyecto Slow Food.
El casco histórico se concentra alrededor de Corso Ovidio, dedicado al autor latino nacido en Sulmona. Admira la fachada gótica de la Catedral de San Pánfilo, la iglesia medieval de San Gaetano, los palacios renacentistas Sanità y Tabassi y la iglesia-palacio de la Santissima Annunziata. No muy lejos del centro, la abadía Badia Morronese de 1241 bien merece una visita.