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Naturaleza
El próximo 19 de enero se celebra el Día Mundial de la Nieve, promovido por la Federación Internacional de Esquí

Desde los Alpes a Apeninos, seis glaciares en Italia para ver al menos una vez en la vida

Son gigantes de las nieves perpetuas que corremos el riesgo de perder para siempre a causa del calentamiento global.

6 minutos

El 19 de enero 2025 se celebra el World Snow Day, un día que la Federación Internacional de Esquí ha establecido para promover los deportes de invierno. La FIS coopera con diversos socios, como empresas de remontes y teleféricos, escuelas y clubes de esquí y «snowboard», asociaciones nacionales, departamentos gubernamentales, organizaciones no gubernamentales y muchos otros, para organizar eventos y acciones dedicados a los deportes de nieve. Este acontecimiento dedicado a la belleza de las montañas nevadas y a su conservación es una oportunidad para reflexionar y, al mismo tiempo, realizar un viaje ideal que toca un símbolo majestuoso de nuestras cumbres: los glaciares.

Presentamos seis de ellos, espectaculares y accesibles, representativos de las 903 lenguas de hielo que tiene catalogadas el Catastro de Glaciares en nuestro país. Desgraciadamente, todos ellos están sufriendo las consecuencias del calentamiento global: si no podemos detener por completo su extinción, aún podemos acercarnos a estos gigantes de agua, hielo y nieve perpetua, quizá de puntillas, sabiendo que podríamos perderlos para siempre si no nos responsabilizamos de esos gestos cotidianos que pueden ayudar a salvarlos. 

El glaciar del Rutor, en el Valle de Aosta

El glaciar del Rutor, en el Valle de Aosta

El glaciar del Rutor es uno de los más extensos del Valle de Aosta. Su nombre se deriva de la Testa del Rutor, la montaña más alta de las que lo rodean. Las aguas que salen de su cuenca y de los numerosos lagos glaciares situados a sus pies alimentan el arroyo Rutor, que a su vez desemboca en el Dora di La Thuile y luego en el Dora Baltea. De las nieves perpetuas del glaciar del Rutor (3846 m de altitud) nacen poderosas cascadas, que se pueden admirar a lo largo de un espléndido sendero. Existe una leyenda sobre el origen del Rutor. En tiempos, en el emplazamiento del glaciar había un pasto de un rico señor. Conocido por su avaricia, fue puesto a prueba por el Buen Dios: un día un mendigo llegó a la montaña a la hora del ordeño para pedir un cuenco de leche. Ante la insistencia del pobre, el rico pastor derramó la leche recién ordeñada, en señal de desprecio. La leche se convirtió en nieve y luego en hielo, lo que hizo desaparecer los pastos y toda forma de vida.

Desde el refugio Deffeyes parte una excursión que permite admirar los lagos alpinos que se originan en el glaciar, hasta llegar al punto donde se sumerge en el lago del mismo nombre.

El glaciar Belvedere, en el monte Rosa

El glaciar Belvedere, en el monte Rosa

El glaciar del Belvedere se encuentra a los pies de la pared este del monte Rosa. Sus nieves perpetuas se originan a unos 4400-4500 metros de altura y llegan hasta los 1800 metros de altitud. Su peculiaridad es que, a diferencia de otros glaciares alpinos, el Belvedere es un glaciar que «avanza», un fenómeno que se viene registrando desde 2001 y que se supone que es consecuencia del aumento de la temperatura en la cara este del monte Rosa.  Este deslizamiento se denomina técnicamente «crecida glacial». El Belvedere tiene la característica de ser cualquier cosa menos blanco, de hecho el hielo es oscuro y en muchas partes está cubierto de rocas y escombros.

Para llegar a él, se puede partir de Macugnaga, pasar por el pueblo walser de Dorf y ascender por una empinada cresta hasta Alpe Roffelstaffel. Desde aquí se llega a un pequeño valle al pie del banco de la morrena del glaciar Belvedere. También se puede continuar hasta atravesar su lengua de hielo, siguiendo una ruta señalizada.

El glaciar Miage, en el Mont Blanc

El glaciar Miage, en el Mont Blanc

El glaciar del Miage nace y desciende del Mont Blanc, en la parte alta del Val Veny. Su extensión supera las mil hectáreas y tiene más de diez kilómetros de longitud. El Miage es el glaciar negro más grande de los Alpes italianos y su transformación está permitiendo a los glaciólogos estudiar su evolución entre la era neoglacial y la pequeña edad de hielo. En el valle del glaciar se ha formado un pequeño lago, al que se puede llegar a pie sin mayores dificultades. El sendero llega primero al lago Combal y luego a la Cabanne du Combal. Desde las orillas del lago se puede presenciar el desprendimiento de bloques de hielo que dañan la parte terminal del glaciar, cuya superficie frontal se ha reducido en casi treinta metros desde los años noventa. En las proximidades del glaciar se encuentran los restos de algunas fortificaciones que datan del siglo XVIII, cuando las tropas francesas cruzaron la frontera llegando desde el Col de la Seigne.

El glaciar del Fellaria, en Lombardía

El glaciar del Fellaria, en Lombardía

El glaciar del Fellaria está considerado como uno de los mayores de los Alpes centrales. Se encuentra en Val Malenco, a más de 3500 metros de altitud, desde donde se pueden admirar las cumbres del grupo del Bernina. El glaciar también se conoce como Vedretta di Fellaria, se eleva por encima de los 3500 metros en el desierto helado de la meseta de Fellaria, desde donde se pueden admirar algunas de las cumbres más importantes del grupo Bernina. Desde la meseta de Fellaria se originan el glaciar Palù, que desciende hacia Suiza (también se puede admirar desde los vagones del Trenino Rosso del Bernina en la ruta entre Poschiavo y Sankt Moritz) y el glaciar Fellaria, dividido en dos lenguas de hielo diferentes.

Para llegar al glaciar, en cada una de sus dos vertientes, hay que recorrer un sendero recomendado para caminantes expertos. Los «campos base» de referencia para el ascenso son el refugio Zoia y el Bignami, así como el refugio Marinelli.

Los glaciares del Passo Gavia y el del Adamello, entre Lombardía y el Trentino-Alto Adigio

Los glaciares del Passo Gavia y el del Adamello, entre Lombardía y el Trentino-Alto Adigio

Hay dos glaciares que cubren de blanco el Passo Gavia: el Sforzellina y el Dosegù. Al primero se llega desde el refugio Bonetta, siguiendo el sendero que recorre el perfil meridional del lago Bianco. En cambio, manteniéndonos a mayor altitud y dirigiéndonos hacia el territorio al norte de la Punta della Sforzellina, llegamos a la cuenca del Dosegù.

A caballo entre Lombardía y el Trentino se encuentra uno de los glaciares más grandes de los Alpes italianos: el glaciar del Adamello, que se extiende desde una altitud máxima de 3530 metros y una altitud mínima de 2550. Se pueden seguir dos caminos para subir hasta el glaciar. El primero atraviesa el Pian di Neve para llegar a Punta Venerecolo. Desde aquí se puede llegar hasta el Val d'Avio, para luego llegar al refugio Garibaldi, punto privilegiado para observar la pared norte del glaciar. Al mismo glaciar se puede llegar desde Ponte di Legno, hasta el Passo del Tonale y luego a Val Sozzine. Después del valle, caminamos hasta el lago Pisgana, desde donde se puede admirar el glaciar.

El glaciar del Calderone, en los Abruzos, en los Apeninos

El glaciar del Calderone, en los Abruzos, en los Apeninos

El glaciar del Calderone es el único glaciar de los Apeninos. Se encuentra en los Abruzos, en el Gran Sasso d'Italia, entre los 2650 y los 2850 metros de altitud. Se considera el glaciar más meridional del continente europeo y, como único glaciar de los Apeninos que resistió al final del último periodo glacial, es objeto de numerosos estudios científicos.

El Calderone se divide en dos partes, y son solo los escombros y las rocas los que logran conservar el hielo. Por esta razón, lamentablemente, se puede definir como en vías de rápida extinción. Las cifras explican mejor que las palabras el tamaño de su reducción. Entre 1800 y el 2000, el glaciar pasó de cuatro millones de metros cúbicos de hielo a menos de 500 000 metros cúbicos, reduciendo su volumen en aproximadamente un 90 % y su superficie en un 50 %.

Para llegar a él, el camino más transitado y el más recomendable es el que pasa por el refugio Franchetti desde el teleférico Madonnina. Con seguridad y con algunos tramos expuestos, se pueden disfrutar de espléndidas vistas de las tres cumbres del Corno Grande.

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