Resumen
La basílica de San Zeno Maggiore está dedicada al santo obispo, patrón de Verona, octavo en la historia de la ciudad, fallecido en el año 380. Zeno era originario de Mauritania (por ello se le llama “el obispo moro”) y se le conoce como una personalidad de gran cultura, autor de textos exegéticos. Las leyendas transmiten su pasión por la pesca, una alusión simbólica a los apóstoles, “pescadores de hombres”. Sus restos se conservan en la cripta de la basílica, considerada una de las iglesias románicas más bellas de Italia. La iglesia fue probablemente fundada ya en el siglo IV, mientras que en época carolingia se instituyó la abadía benedictina. El edificio actual fue construido en varias fases entre los siglos X y XII. La estructura presenta tres naves con ábsides semicirculares. Los tramos están marcados por grandes pilares polilobulados. La zona del altar aparece elevada sobre la cripta y se accede a ella por una escalinata.
La fachada fue decorada en 1138 con el pórtico y los relieves del escultor Niccolò, ya activo en Piacenza, Ferrara y el valle de Susa, quien en 1139 realizó también el pórtico de la catedral de Verona. Niccolò estuvo asistido por un maestro llamado Guglielmo. En la luneta del pórtico, sostenida por dos grifos, San Zeno aplasta al demonio y acoge a los ciudadanos (caballeros e infantes). A ambos lados del portal se representan historias del Génesis, episodios de la vida de Cristo y, en la franja inferior, la leyenda del rey Teodorico, lanzado a una caza del ciervo que termina en las fauces del diablo. Hacia el año 1200, el maestro Brioloto realizó el rosetón de la fachada, como Rueda de la Fortuna: en la rueda de la vida incluso el hombre elevado acaba por caer.
La iglesia de San Zeno conserva una de las pocas puertas de bronce medievales. La puerta fue ejecutada por tres maestros distintos, cuyos nombres se desconocen, entre los siglos XII y XIII. La decoración consta de 48 paneles que narran episodios del Antiguo y del Nuevo Testamento, así como la serie de los milagros de San Zeno. La viveza narrativa de las figuras destaca en la escena del exorcismo de la hija del emperador Galieno, donde se ve al demonio salir retorcido de la boca de la joven. Frente al ábside izquierdo se encuentra una estatua del santo pescador, animada por una sonrisa, conocida popularmente como San Zeno el que ríe. Quizá fue encargada entre los siglos XIII y XIV por el abad Giuseppe della Scala, hermanastro de Cangrande, hombre violento e inclinado al pecado, criticado por Dante en el canto XVIII del Purgatorio.
En la contrafachada se halla un gran Crucifijo atribuido a Lorenzo Veneziano, uno de los mejores artistas venecianos de la segunda mitad del siglo XIV, mientras que en las paredes de las naves pueden observarse numerosos frescos sagrados de pintores de la escuela giottesca.
En el altar mayor se admira el retablo de Andrea Mantegna, que representa a una Virgen entronizada con el Niño y santos, encargado por el abad Gregorio Correr entre 1456 y 1457. Se trata de una obra de referencia del Renacimiento por su concepción espacial y perspectiva en la Sacra Conversación entre los santos. Empezando por la izquierda se reconocen San Pedro, San Pablo, San Zeno, San Benito, San Lorenzo, San Gregorio Magno y San Juan Bautista. La aureola de la Virgen entronizada recuerda la Rueda de la Fortuna de la fachada.