Resumen
El anfiteatro, conocido desde la Edad Media como la Arena (del latín harena, en referencia a la arena del suelo), fue construido durante el reinado del emperador Claudio (aproximadamente entre 41 y 42 d.C., décadas antes del Coliseo de Roma, inaugurado en 80 d.C.) como lugar para espectáculos públicos, especialmente combates de gladiadores y cacerías de animales. Sus dimensiones (eje mayor 152,43 m; eje menor 123,23 m) sitúan a la Arena como el cuarto anfiteatro romano más grande conservado en Italia.
En su tamaño original, podía albergar hasta 30.000 espectadores, y para facilitar la gestión del público, la Arena se construyó justo fuera de las murallas de la ciudad antigua.
La estructura, hecha de grandes bloques de piedra de la Valpolicella, consta de tres galerías concéntricas abovedadas y muros radiales sobre los que se apoya la cavea con gradas, a la que los espectadores accedían mediante escaleras y entradas llamadas vomitoria. La cavea estaba dividida en sectores para diferentes clases sociales.
El Ala dell’Arena corresponde a lo que queda del anillo exterior, demolido por Teodorico en el siglo VI y parcialmente derrumbado, quizás durante el terremoto de 1117. Las entradas en los ejes menores estaban reservadas para invitados distinguidos, mientras que las del eje mayor eran para los gladiadores (porta triumphalis).
Con el tiempo, la Arena fue utilizada para diversas funciones: residencial, comercial y judicial. En 1913, gracias al tenor Giuseppe Zenatello, acogió Aida de Giuseppe Verdi, iniciando su uso como teatro para representaciones de ópera y conciertos.
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