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El carnaval histórico de Ronciglione, entre la tradición y la goliardia

3 minutos

Es conocida como la ciudad del Carnaval y acoge desde hace siglos el evento de máscaras más popular de la Toscana: Ronciglione, un pueblo de los montes Cimini en la provincia de Viterbo, tiene vocación goliárdica y gascona y cuenta con un calendario lleno de eventos que te conquistarán. 

Todo el mérito se debe a la excelencia de los artesanos locales

artesanos locales en carnaval

Las celebraciones carnavalescas de esta pequeña ciudad, antiguamente territorio de los Estados Pontificios, se remontan a una tradición del carnaval romano renacentista y barroco, y para ser más exactos, a las juergas que tenían lugar en la capital entre los siglos XVI y XVII, durante el periodo de los Farnesio. Desde hace más de 130 años, los documentos reconocen el carácter oficial de este acontecimiento con su marcado carácter popular, que en los largos meses que preceden a las fiestas, cuenta con una altísima contribución profesional de los artesanos locales, desde la sastrería a los talleres de teatro y artesanía, desde la gastronomía a las bandas musicales.

El desfile de gala, un ritual centenario

curso de gala

El Carnaval de Ronciglione comienza oficialmente cuando sus habitantes despliegan la alfombra roja ante el Rey del Carnaval, pero las celebraciones, concentradas en la semana de carnaval, se extienden a lo largo de dos, a veces tres, domingos en que tiene lugar el popular Desfile de Gala, que puede presumir de haber tenido ya más de 300 ediciones, en el que los ciudadanos participan por miles, luciendo coloridas máscaras y trajes que ponen de manifiesto la inventiva y la excelencia de la sastrería y la artesanía locales, acompañados de carrozas, bandas de música y compañías de baile folclórico.

 

Crédito Foto: Enrico Barbini

El descenso de los húsares a caballo

El descenso de los húsares a caballo

Como todos los años, el evento comienza el Jueves de Carnaval con la espectacular cabalgata de los húsares, un histórico desfile a caballo que se remonta al siglo XVIII, cuando Ronciglione estaba bajo dominio napoleónico: vestidos con sus resplandecientes uniformes del siglo XIX, un grupo de jinetes galopa por las calles de la ciudad, evocando una leyenda local: cuenta que un capitán de los húsares franceses, destinado en Ronciglione para defender los Estados Pontificios, para ganarse los favores de una dama local, la homenajeó desfilando delante de ella a la cabeza de sus dragones. 

El ejército de los Narices Rojas

ejército de narices rojas

Si te encuentras en Ronciglione en época de Carnaval, seguro que te toparás con un personaje grotesco: lleva una camisa blanca, un gorro de noche blanco y una llamativa nariz roja, y en sus manos sostiene un tenedor de madera y un extraño orinal lleno de macarrones (los rigatoni locales). No está malo, solo es la costumbre.

Contemporáneo de Pulcinella y Arlequín, Nariz Roja es uno de los disfraces italianos más antiguos. Es el alma del espíritu cáustico e irreverente del Carnaval de Roncinglione, y podrás verlos a cientos, protagonistas de bromas, travesuras, acrobacias y asaltos a las casas o dedicados a bailar el tradicional saltarello.

El desfile de los Narices Rojas, miembros de una cofradía fundada en 1900, es uno de los acontecimientos más esperados del Carnaval ronciglionés: se celebra el lunes, cuando su ejército vestido de blanco desfila por las calles de la ciudad cantando el himno al vino, persiguiendo a los espectadores, invitándoles con embarazosa insistencia a que prueben los rigatoni en su jugo que llevan en orinales. 

 

Crédito foto: Enrico Barbin

Carnaval jotto, entre orinaladas y fregnacce

jotto

El sábado, después de la carrera del jabón, comienza un loco desfile en coches sin motor; es el día del Carnaval jotto, la fiesta gastronómica que reúne a los amantes de la polenta, de las judías, de los callos, de las tortillas y de las fregnacce (típicas tortitas enrolladas y aderezadas con azúcar, queso pecorino y canela), el lunes es el momento de la pitalata (orinalada) ritual, durante la cual los Narices rojas distribuyen sus macarrones mantenidos calientes en orinales, debidamente regado con buen vino tinto. 

Una despedida lúgubre y un despertar salvaje

una triste despedida

Las fiestas terminan el martes de Carnaval, con el ritual de la muerte del Rey del Carnaval, el emotivo cortejo fúnebre con el que concluye el carnaval: ayudadas por los cerusici, las viudas del Rey del Carnaval desfilan con llaves delante de la muerte, que empuña una larga guadaña, dispuesta a matar al rey. Dirigiendo la procesión se encuentran los miembros encapuchados de la Compañía de la Penitencia, encargados de las exequias del rey, y los de la Compañía de la Buena Muerte, que hacen las funciones de verdugo. Representado por una gran marioneta de papel maché, el Rey del Carnaval se eleva al cielo a bordo de un colorido globo aerostático. El carnaval se cierra con un salvaje velatorio de despedida, con música, vino y bailes de máscaras.

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