Ideas de viaje

Aunque se encuentra bastante lejos de la laguna de la Serenísima, a lo largo de este camino, que se suele llamar la Pedemontana del Friul, viajarás igualmente por un mundo repleto de agua, con manantiales, parques fluviales y viejos centros históricos animados por cauces y canales. Durante milenios, el río Livenza ha alimentado la vida y la civilización de Sacile y Polcenigo, y más allá, la franja de tierra entre Maniago y Meduno está atravesada por las aguas del Cellina y el Meduna. El bellísimo centro histórico de Spilimbergo, meta final, está a medio camino entre el Meduna y el curso del gran Tagliamento, que divide el Friul en dos. En friulano, el Tagliamento es «l'Aghe», es decir, el «Agua» por antonomasia. Al oeste de Pordenone se está a este lado del Agua, el este de Údine al otro lado. En muchos puntos del recorrido es posible subir por carretera y luego pasear por las montañas a mayor altitud, en invierno sobre esquís en Piancavallo y en verano con las «pedule» (es decir, los zapatos para las caminatas por la montaña) en los pies, entre los pastos del valle de Tramontina. Aquí también encontrarás agua: el lago de Barcis y los lagos de Tramonti son artificiales, pero sus extensiones azules no son menos impactantes. Y tampoco te sorprendas ante los leones de san Marcos pintados al fresco o esculpidos que aparecen aquí y allá. El Friul estuvo durante siglos bajo el dominio de Venecia. Las técnicas de canalización que han mantenido viva la laguna no son tan diferentes de las que se han aplicado en el Livenza. Los palacios de Polcenigo y Aviano tienen la misma arquitectura que las villas vénetas de las orillas del Brenta. Los ajimeces y los frescos murales de las fachadas de Spilimbergo podrían estar en el Gran Canal, y gran parte de los vinos que siempre se han bebido en los bàcari venecianos a lo largo de las «salizade» y las «calli» siguen llegando a día de hoy desde aquí: desde el Friul.

Al llegar a las orillas de los cinco principales lagos del Lacio, el paisaje y las plácidas extensiones de agua entre la naturaleza y los pueblos históricos son muy agradables y no te das cuenta de la forma que los distingue. Lugares perfectos para el relax, la cultura, la cocina o incluso para el deporte, habría que observarlos desde arriba o mirar una cartografía de conjunto para darse cuenta de su forma circular. Nacidos de cráteres de volcanes extintos se han transformado, a lo largo de los siglos, en cuencas lacustres ricas en vida y biodiversidad. Desde el más grande y más septentrional, Bolsena, hasta el menor de los cinco de mayor tamaño, que es el lago de Nemi, al sur de Roma, un itinerario en coche no se limita a sacar fotos con el móvil o tener ganas de dar paseos por las orillas, sino que devuelve una muestra de entornos de carácter muy diferentes, aunque geográficamente cercanos: desde la Tuscia de Orvieto y Viterbo hasta los Castelli Romani. Si queremos buscar un rasgo común, al menos histórico, se podría identificar en los milenios intensos vividos por la Iglesia de Roma: en Viterbo se encuentra el Palacio de los Papas, mientras que en Castel Gandolfo, entre los Castelli Romani, todavía se encuentra la residencia de verano del Vaticano.

Atravesando el territorio de Dolegna del Collio se recorren algunos de los tramos más pintorescos del paisaje vitivinícola del Collio de Gorizia. A medio camino entre las aguas del arroyo Judrio y la frontera entre Italia y Eslovenia, la zona ofrece inolvidables vistas panorámicas, especialmente si el itinerario elegido es el de la ruta «del vino y de las cerezas»: esta ruta turística, creada en 1963, está plagada de viñedos de preciadas uvas y exuberantes árboles frutales que conforman un paisaje de ensueño de la campiña friulana. En cambio, la naturaleza que puebla el bosque de Plessiva, en el extremo sur del territorio municipal de Dolegna del Collio, es mucho más virgen e inaccesible, ideal para dar un paseo en cualquier estación del año: aquí, entre los castaños y los robles, viven ejemplares de la fauna silvestre, como los corzos, los zorros y las liebres. Para dedicar un rato a la cultura del lugar, también se puede visitar en Dolegna del Collio la iglesia de San Leonardo, en la aldea de Scriò, cuyo interior resplandece con los frescos del siglo XIX de Giacomo Meneghini (también conocido como Jàcun Pitôr), un artista friulano de la corriente naíf.

Las festividades de primavera, como la Semana Santa, son el momento del año en que está permitido huir de las mesas engalanadas y de las reuniones familiares. Si eres una persona intrépida, podrás finalmente concederte unas vacaciones alternativas en busca de aventuras apasionantes y fuera de lo común. Ponte a prueba con unas experiencias al aire libre y exploraciones a través de los paisajes, la historia y las tradiciones, que te dejarán sin aliento. Te presentamos 6 destinos emocionantes para pasar un divertido fin de semana de Pascua al aire libre, comenzando desde el sur de Italia.

Te ofrecemos aquí algunos consejos sobre qué ver en Módena en un día, para tu próximo viaje a Emilia-Romaña. El centro histórico se deja descubrir a pie sin esfuerzo, así podrás ver los edificios más importantes, como el Museo Enzo Ferrari, la catedral de Módena, la torre Ghirlandina y el Palacio dei Musei. Si no ves la hora de poder descubrir los lugares más bellos de Módena, hemos preparado para ti un itinerario de un día a pie desde la estación de tren, con conexiones con toda Italia, o desde el cercano aparcamiento, para asegurarte un día inolvidable descubriendo los principales puntos de interés de esta perla italiana.

Pequeño extremo de Friuli-Venecia Julia, en la frontera con Eslovenia, el Collio Goroziano exhibe en la mesa uno de sus perfiles más atractivos y sorprendentes. La enogastronomía de estas zonas fronterizas es capaz de sintetizar algunos de los sabores más típicos de la cocina friulana. Los jamones ahumados se combinan con deliciosos quesos aromatizados, acompañados de verduras de excelente calidad, como la rosa de Gorizia, una variedad de achicoria, espárragos y nabo blanco con cuello morado. Entre los árboles frutales destacan los cerezos y los ciruelos, pero la verdadera protagonista de la vegetación del Collio Goriziano es la vid, de la que se obtienen algunos vinos entre los más premiados y apreciados del mundo. Infinitas geometrías de ordenadas hileras, que cambian de forma y color con el paso de las estaciones, pueblan los suaves relieves de este territorio, a través de los cuales soplan los perfumados vientos marinos que desde el Adriático remontan hacia el norte. A lo largo de la carretera que atraviesa el Collio Goriziano no faltan interesantes puntos culturales que hacen que la visita sea aún más completa, ya que es posible alternar excelencias culinarias con iglesias, palacios y monumentos. Muchos de los atractivos histórico-artísticos repartidos entre los municipios de Dolegna del Collio, Cormòns, Capriva del Friuli y San Floriano del Collio remiten a la prolongada dominación austriaca sobre estas tierras fronterizas. Después de vencer en amarga disputa con la República de Venecia, la poderosa casa de los Habsburgo mantuvo el control de Gorizia desde principios del siglo XVI hasta 1914, antes de que las dos guerras mundiales trajeran violencia y destrucción a estas colinas. La influencia austriaca ha permanecido viva en la cultura del Collio Goriziano, que se basa en una identidad típicamente centroeuropea. Podemos descubrirla en la arquitectura, en la terminología de su dialecto y, por supuesto, también en los platos.