Erigida en la plaza homónima, la iglesia de Santa María del Carmen es un ejemplo de grandeza arquitectónica, con una fachada realizada en piedra y ladrillo. La iglesia se fundó en 1268 y se completó en 1476, haciéndose famosa sobre todo por la capilla Brancacci, decorada con los notables frescos de Masaccio y Masolino. A lo largo de los siglos XVI y XVII, la iglesia sufrió importantes transformaciones, y en 1771 sufrió un devastador incendio. Giulio Mannaioni supervisó su reconstrucción siguiendo un proyecto de Giuseppe Ruggieri en 1775. El interior, de cruz latina, se caracteriza por una única nave y cinco altares en cada lado, decorados con estucos de estilo dieciochesco. La iglesia presenta una longitud de 82 metros, una anchura de 15 metros y la altura de la cúpula es de 34 metros. Los techos están adornados con frescos de maestros como Giuseppe Romei, mientras que en las capillas podemos admirar pinturas del siglo XVII, incluida la «Crucifixión» de Giorgio Vasari (1560). La capilla Brancacci, que se encuentra en el interior de la iglesia pero tiene entrada independiente, es un destino de gran interés histórico-artístico que se puede visitar fácilmente con un recorrido especialmente estudiado.
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